La enfermera Sette Buenaventura, de 26 años, ignoró calambres musculares durante ocho semanas porque "no tenía tiempo para preocuparse por los dolores y molestias" mientras trabajaba en turnos de 12 horas en el Salford Royal Hospital en Greater Manchester, Inglaterra.
La enfermera asumió que los dolores musculares en sus piernas se debían al cansancio de estar trabajando de pie durante largas horas ayudando a pacientes con COVID-19, pero acabó perdiendo una pierna a causa de un tumor avanzado.
Según informaron medios locales, después de que Sette comenzó a tener serios problemas para caminar, se realizó una resonancia magnética que reveló que sufría de un sarcoma en la pierna derecha, los doctores pensaron, en una primera instancia, que podrían operar el tumor, pero finalmente tuvieron que amputar la pierna.
"No puedo mirarme en el espejo ahora y no quiero porque es demasiado reconocer que lo que veo en el espejo es mi nuevo yo", confiesa Buenaventura, que ahora está libre de cáncer e insta a cualquier persona que note un dolor persistente a que se haga una revisión.
La enfermera recuerda los intensos turnos que realizó para contener la pandemia y comentó que: “Así es trabajar en los hospitales, te olvidas de tus propios dolores porque estás ocupado ayudando a otras personas, lo cual me encanta hacer, pero todo tiene un costo”.