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El voyerista que durante décadas espió la vida sexual de los huéspedes de su motel

El voyerista que durante décadas espió la vida sexual de los huéspedes de su motel
T13
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La historia de un empresario estadounidense que presenció hasta un asesinato y no lo denunció generó tanto escándalo como el hecho de que el famoso periodista Gay Talese supiera todo y jamás lo contara. Hasta ahora.

En enero de 1980, el periodista Gay Talese recibió una carta anónima en su hogar. Era de un hombre que decía haber comprado un motel en Aurora, Colorado, Estados Unidos, para "satisfacer sus tendencias voyeristas".

El pequeño empresario estadounidense había instalado rejillas de ventilación falsas en el techo de varias de las 21 habitaciones de su motel para poder espiar a sus huéspedes teniendo relaciones sexuales.

Según explicaba en la carta, no sólo quería contarle en exclusiva la historia de sus15 años de voyerismo, sino que además lo invitaba a conocer el ático que tenía vista a las "rejillas".

Nada de esto resulta extraño en el contexto de la vida de Talese.

Para ese entonces, ya era un reportero famoso, considerado uno de los padres del llamado nuevo periodismo, la corriente que elevó este oficio al nivel del arte literario, narrando escenas y pequeños detalles con un punto de vista.

Además, Talese se encontraba promocionando su libro "La mujer de tu prójimo", donde investigaba los hábitos sexuales en Estados Unidos previo a la aparición del sida, incluyendo el amor libre y la cultura swinger.

Por último, dado lo simple que puede resultar hoy en día conseguir su número de teléfono y conversar con él, no es descabellado pensar que la dirección de Talese también fuera fácil de encontrar en la década de los 80.

"Tengo 84 años y he sido periodista por casi 65 años", dijo Talese a BBC Mund

o desde su casa, en Nueva York. "No creo que tenga que defenderme. No sabía que estaba a prueba a mi edad".

Sin embargo, la ética del maestro del periodismo ha estado en duda en la última semana.

No sólo fue al motel voyerista y observó a una pareja teniendo sexo oral desde el techo sin su consentimiento. También supo de un asesinato que ocurrió allí y no lo denunció.

La realidad que se hizo ficción

El 11 de abril la revista The New Yorker publicó el reportaje de Talese tituladoThe Voyeur's Motel ("El motel del voyerista"), un adelanto del libro homónimo que la editorial Grove Atlantic lanzará en julio.

La historia trata sobre Gerald Foos, un hombre que, con el consentimiento y ayuda de su esposa Donna, compró un motel en 1969 en las afueras de la ciudad de Denver, donde montó un sistema de espionaje.

Cuando una pareja atractiva llegaba al motel, el matrimonio la alojaba en alguna de las habitaciones con rejillas en el techo. Entonces, Foos subía con o sin su esposa a la espera de una noche de sexo para mirar, tomar notas y también complacer su deseo.

Foos mantuvo registros de lo observado desde que compró el motel hasta 1995, cuando lo vendió. De hecho, aunque reconoce su voyerismo, el empresario insiste en sus notas y conversaciones con Talese en que su tarea era de índole científica.

Sin embargo, es difícil corroborar qué es verdad y qué no de todo lo que Foos narra. Para empezar, sus primeras notas datan de 1966, pero según averiguó Talese, el hombre compró el motel recién en 1969.

De ahí en más todo puede ser realidad, delirio o un poco de ambas: desde los tradicionales relatos de jefes y secretarias hasta cuentos de sexo grupal.

Tan increíble es la historia que, pocas horas después de publicarse el inglés Sam Mendes ("Belleza americana", "Skyfall") fue confirmado como el director que llevará The Voyeur's Motel al cine. Según Talese, la semana que viene se reunirán para discutir los detalles del filme.

El fin del anonimato

Según el artículo "El motel del voyerista", hubo varias oportunidades en las cuales Foos no fue un simple observador. Una de ellas le costó la vida a una mujer.

Foos había detectado que un hombre estaba vendiendo drogas en la habitación donde se alojaba con su novia. Un día, esperó a que se marcharan, les robó las drogas y las destruyó.

Al notar la ausencia, el hombre culpó a su novia y la estranguló. Foos vio todo y, una vez más, lo escribió. Lo que no hizo fue denunciarlo, ya que su delito quedaría también expuesto.

Talese se enteró del asesinato a través de las notas. Enfrentó a Foos, pero no hizo nada al respecto. "Pasé un par de noches sin dormir, preguntándome si debería entregar a Foos. Pero pensé queera demasiado tarde para salvar a la novia del narcotraficante", escribió en la revista estadounidense The New Yorker.

Para acceder al motel voyerista, Talese había firmado un contrato que prometía jamás revelar el nombre del empresario ni el lugar exacto de su emprendimiento.

Recién 2013 Foos le dio completa autorización para publicar la historia. Sus delitos ya expiraron.

"Esperé 30 años"

"He hecho periodismo por más de medio siglo y creo que tengo una conciencia ética muy profunda sobre qué es apropiado y qué no", afirmó Talese a BBC Mundo.

"Una de las cosas que los periodistas más respetan es la protección de sus fuentes. Eso es lo que hice".

Talese dijo que "jamás, jamás, jamás" publica información con fuentes anónimas, porque no mantiene "secretos" con sus lectores.

"Esperé 30 años para conseguir que me diera el uso de su nombre. Si no lo hubiera conseguido, nunca hubiera escrito 'El motel voyerista'".

Según le contó Foos a Talese, tras la publicación del artículo, el empresario ha estado recibiendo llamadas con amenazas de muerte y le han tirado huevos a la fachada de su hogar en Aurora. Por ello, "la Policía está vigilando la casa un poco", contó el periodista.

Sin embargo, la encargada de prensa del Departamento de Policía de Aurora, oficial Crystal McCoy, informó a BBC Mundo que no hay reportes policiales a nombre de Foos ni de su actual esposa.

Tras unos minutos de conversación, con la misma rapidez con que atendió el teléfono y se puso a gentil disposición de BBC Mundo, Talese se enojó y decidió terminar con la conversación.

Le parecía "estúpido" hablar sobre la credibilidad de Foos como fuente periodística y, por ende, del interés público de su historia. Era necesario leer el libro y no sólo un artículo que contaba "el 10%" de la historia, sostuvo.

Sólo entonces, agregó, se le podrán plantear preguntas que de verdad sean "serias y críticas": "Al menos no vas a estar cuestionándome por una pequeña parte. Quiero ser cuestionado por el todo".

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