Por Natalia López y Francisca Casanova
Javiera Barrientos y Bastián Neira llegaron hace un tiempo al antiguo pueblo de Boudhanath en Katmandú, esperando pasar cuatro meses de vacaciones en la casa de una tía de Bastián, que vive con su hija de siete años en la capital nepalí.
Pero el terremoto del sábado frustró los planes de la pareja chilena y ya barajan sus posibilidades de volver a Chile o de buscar una visa para cruzar hasta India y escapar de la destrucción que se tomó las calles de Nepal.
El terremoto del sábado pasado los pilló separados. Bastián acababa de salir de la casa a comprar frutas cuando comenzó el sismo. Justo en ese momento se encontraba en una estupa, una construcción budista que por sus características religiosas, siempre se encuentra atestada de creyentes y turistas.
“Yo estaba en las estupas, estaba sentado y empiezo a sentir que el piso se empieza a mover, no tan fuerte, hasta que me levanto y empieza a moverse hasta el punto que me costaba caminar”, relata Bastian.
"Las estupas se movían para un lado y para otro, y era tan fuerte, lo sentí más fuerte que el de Chile, como veía a la gente corriendo y gritando y el terremoto tan fuerte", agrega el chileno, en entrevista con T13.
Pero Javiera se encontraba en la casa de la tía de Bastian, en un segundo piso. Sin embargo, su mayor preocupación era que Bastian se encontraba fuera de la casa. “Cuando se puso a temblar sentimos la vibración y altiro se puso muy fuerte, no alcanzamos a bajar, nos quedamos debajo del umbral de la puerta. Se nos hizo muy largo por la intensidad del terremoto. Nos asustamos mucho, veíamos cómo se empezaban a agrietar las murallas. Pero por suerte la casa está bien. No le pasaron más que grietas”, relata Javiera.
Cuenta que sólo se tranquilizaron cuando vieron a Bastian llegar a la casa. "Él se demoró en llegar, pero bueno, después llegó y nos tranquilizamos un poco", indica.
Desde ese día, no han vuelto a dormir en la casa. Prefieren la seguridad del patio por temor a un nuevo sismo. El sábado y el domingo, después del terremoto, las réplicas no fueron constantes.
Pero no son los únicos que duermen a la intemperie. Esa es la lógica que ha preferido la mayoría de los nepaleses, que no están acostumbrados a los movimientos telúricos.
“Si uno sale a las calles en todas partes donde hay peladeros y donde se puede, hay nepalíes haciendo como un tipo de campamento, durmiendo todos afuera porque el susto igual es harto. Acá hace muchos años no tenían un terremoto tan fuerte. Las construcciones no están preparadas. Por suerte donde estoy yo no fue mucho el caos”, agrega Javiera.
Ahora la situación es crítica. Javiera cuenta que al menos en Boudhanath, no pasó nada grave. Sin embargo, la falta de electricidad les ha impedido ver la situación general del país, donde las muertes ya superan las 3.900. Pero ya saben lo que se avecina: “Agua tenemos porque compramos bidones, hartos. Pero me imagino que pronto ya no van a quedar. De hecho, hoy día nos costó encontrar los últimos que compramos. Y ya va a empezar a faltar quizás en los negocios. La gente acá el sistema que tienen de agua necesita electricidad, porque bombean agua desde los tanques. Entonces no sé bien cómo es ese tema, no sé si va a empezar a escasear mucho, pero ya estamos mejor, estamos más tranquilos”.
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