Una de las escenas más reconocibles de la televisión en los años 90 fue protagonizada por Pamela Anderson en su rol de CJ Parker en la serie Baywatch, los vigilantes de la playa.
Ante una situación de peligro, CJ Parker reaccionaba de inmediato ante la llamada de auxilio, corriendo velozmente por la arena frente al resplandor del mar.
La imagen en cámara lenta ralentizaba la acción, mostrando a la modelo en pleno movimiento, con sus senos moviéndose de lado a lado con un rítmico vaivén, solo sujetados por un traje de baño rojo.
Pamela Anderson con su traje de baño rojo en Baywatch, los vigilantes de la playa.
En ninguno momento su rostro dio muestras de dolor, ni se habló de heridas en los pezones.
La imagen de Anderson contrasta con las historias milenarias y centenarias que registran los problemas que han sufrido las mujeres deportistas con sus senos.
Como sucedió con las amazonas de la antigua Grecia, que cuenta la leyenda, se cortaban el seno derecho para poder participar en las competencias de arquería.
O la francesa Violette Morris, quien decidió someterse a una mastectomía en los años 20 porque le "impedía controlar" el volante de su auto de carrera.
Esas fueron medidas drásticas, pero no es menos cierto que hasta hace 38 años las mujeres debían de "arreglárselas" para minimizar la presencia y el dolor de sus senos, envolviéndose en plástico o con sujetadores de una talla inferior.
Coser aquí, dos tirantes allá
Fue en 1977 cuando apareció el revolucionario invento que transformaría para siempre la relación de las mujeres con el deporte.
"Habíamos sido testigos de ver pezones sangrando en los primeros cinco kilómetros de una carrera, en las que la presencia femenina comenzaba a ser popular en los años 70", recordó Hinda Miller, la inventora del diseño.
"Supimos que había algo poco saludable. Si tu pecho rebota puede romper el ligamento Cooper (que mantiene la forma y la configuración del seno) y eso no es bueno para la lactancia materna y otras cosas que las mujeres hacen más adelante en sus vidas".
Miller y dos amigas, Lis Lindhal y Polly Palmer-Smith, se dispusieron a resolver el problema que afectaba a mujeres en todo el mundo. Y la inspiración llegó en una cesta de ropa sucia.
El afiche de promoción del Jogbra.
"Dijimos 'espera un segundo, eso es lo que queremos hacer'. Compramos dos suspensorios, utilizamos la banda que va alrededor de la cintura de un hombre para que fuera debajo de nuestra caja torácica", recordó Miller.
"Dejamos una de las copas adheridas. Agarramos una copa del otro suspensorio y la cocimos a lo largo de la banda lo que lucía como dos triángulos en una banda ancha".
"Luego tomamos dos tirantes, los cocimos juntos y los cruzamos por la espalda, sin broche, nada que se clavara en la piel. Lo pusimos por encima de la cabeza y ese fue el primer prototipo".
En las calles
Hacía finales de los 70 el producto había sido evolucionado y listo para ser comercializado.
Algunas tiendas se mostraron aprensivas de mostrar el sostén en las vitrinas y las primeras ediciones fueron empaquetadas en cajas negras para que los hombres las pudieran vender.
Los primeros 40 sujetadores se vendieron rápidamente y en su segundo año las ventas ascendieron a los US$500.000.
"Mucha gente quiso vender el Jogbra (que en castellano sería como el sostén para correr) y solíamos someterlos a una prueba", dijo Miller.
"Si puedes decir la palabra pezón y mirar a esa persona directamente en los ojos, entonces puedes vender el Jogbra".
El impacto fue de inmediato en las deportistas profesionales, quienes lo comenzaron a incluir como una parte crucial de su equipamiento.
"Si se me olvida mi sostén deportivo, simplemente no competiría", reconoció la 11 veces campeona británica de jabalina Goldie Sayers. "Así de importante es para mi rendimiento".
Largo camino
Un estudio de la Universidad de Portsmouth comprobó que la mayoría de las mujeres que practican ejercicios de forma recreacional no utilizan el sostén deportivo.
De hecho, 46% de las 2000 mujeres cuestionadas reconocieron que sus senos eran un obstáculo para participar en un deporte.
"Hay una necesidad de educar a las chicas y darles el poder de tomar la decisiones correctas sobre la salud de sus senos", dijo a la BBC Amanda Brasher, del grupo de investigación en la salud de senos de la universidad.
Brasher puede tener empatía con aquellas mujeres que hacen ejercicio. Ella misma recuerda el "mortificante" momento cuando, a sus 17 años de edad y siendo una promesa del tenis, fue filmada por la BBC y fotografiada con sus brazos cruzados sobre la red, mostrando claramente su escote.
También se utiliza en otras actividades que no requieren mucha velocidad.
"Es algo que quedó fijamente en mi mente", comentó. "Creo que el poder del deporte es inmenso y es chocante ver tantas mujeres abandonar el deporte".
"Un sostén deportivo debería ser tan importante como tus zapatos y deberías ser capaz de reemplazarlo cada vez que sea necesario. Si educamos y les damos la posibilidad de decisión a las mujeres, tendríamos a un 100% utilizando un sostén deportivo.
La corredora británica Paula Radcliffe, quien posee la mejor marca mundial en maratón, reconoció que todavía la mujer enfrenta muchas más inseguridades para iniciarse en un deporte que un hombre.
Por lo que la creciente demanda de ropa deportiva que ha hecho que las fabricantes expandan su oferta de productos ha hecho que el sostén deportivo haya evolucionado a ser una prenda con más soporte y más atractiva.
"Muchas mujeres se quieren sentir cómodas y atractivas. Sentirse bien sobre si mismas cuando hacen deporte", resaltó Radcliffe, tres veces ganadora del maratón de Londres.