El papa Francisco se reconoce como "pecador" y "no infalible" en una entrevista con el semanario alemán "Die Zeit", en la que se muestra preocupado por los populismos en las democracias occidentales. El papa Francisco señaló, asimismo, que el mundo transita un estado de guerra general sostenido por redes de traficantes de armas.
"El mundo entero está en guerra", con pequeños conflictos bélicos salpicando en paralelo distintos puntos del globo. "Por eso hablo de una tercera guerra mundial", dijo el papa según un adelanto de una entrevista que publicará el diario alemán Die Zeit.
Esta es una guerra "llevada adelante con armas modernas". "Hay toda una red de fabricantes de armas que la mantienen activa", añadió. El jefe de la Iglesia católica también se refirió a la falta de vocaciones sacerdotales dentro de la institución y enfatizó la necesidad de buscar soluciones al respecto.
Crisis espiritual
Preguntado por si atraviesa momentos en los que duda de la existencia de Dios, responde que él también conoce "los momentos de vacío" y de oscuridad. Tales crisis son, sin embargo, a su juicio, una oportunidad para crecer: "No quiero decir que la crisis sea el pan de cada día de la fe, pero una fe que no atraviesa crisis para crecer, se mantiene infantil".
"Cuando soy idealizado, me siento agredido"
Francisco, según "Die Zeit", se ve como un creyente normal: "No me veo como alguien extraordinario", apunta. "Soy pecador y no soy infalible", añade para rechazar el culto a la persona del papa. "No debemos olvidar que la idealización de una persona es también una especie de agresión subliminal. Cuando soy idealizado, me siento agredido", señala en la entrevista, celebrada en el Vaticano a finales de febrero.
Falta de vocaciones sacerdotales
Entre las causas de la falta de vocaciones sacerdotales, Francisco mencionó los bajos índices de natalidad que se registran en algunos países europeos. "Donde no hay jóvenes, no hay sacerdotes. Este es un problema serio", afirmó.
El papa consideró que "los jóvenes son los grandes perdedores de la sociedad moderna". A modo de ejemplo, mencionó las altas tasas de desocupación entre la población joven, que en algunos países, como Italia, llegan al 40 por ciento.