El mundo recurre a Hannah Arendt para explicar a Trump
Hannah Arendt (1906-1975), nacida en Alemania, huyó cuando Adolf Hitler subió al poder en 1933. Pasó un buen tiempo como refugiada apátrida en Francia y fue deportada a un campo de internamiento bajo el régimen de Vichy. En 1941, emigró a Estados Unidos y más tarde se convirtió en ciudadana de este país.
Después de haber experimentado de primera mano el colapso cercano de una civilización avanzada, se convirtió en una de las primeras teóricas políticas en analizar, a principios del siglo XX, cómo podían erigirse movimientos totalitarios. Las raíces del nazismo y el estalinismo se describen en su primer libro importante, "Los orígenes del totalitarismo".
Publicado originalmente en inglés en 1951, este trabajo político denso de más de 500 páginas ha sido desde entonces lectura obligatoria para muchos estudiantes universitarios. Y, aunque no es típicamente un bestseller, ha estado volando en las estanterías de Estados Unidos desde que Trump asumió la presidencia; incluso en Amazon se agotaron brevemente las existencias esta semana.
Estos nuevos fans de Arendt están probablemente tratando de entender lo que podría acarrear la presidencia de Trump. Y como puede tomar un tiempo para que los lectores lleguen a consumir sus pesados ensayos en totalidad, he aquí algunos spoilers: "Trump no es un totalitario, según el punto de vista de Arendt, sino más bien alguien que incorpora lo que ella llama 'elementos' del totalitarismo", explicó, en una reciente entrevista con DW, Roger Berkowitz, profesor que dirige El Centro Hannah Arendt de Política y Humanidades, en el Bard College de Nueva York.
Sin embargo, no debemos ignorar las fuertes señales de advertencia, añadió Berkowitz: Arendt creía que "uno de los elementos centrales del totalitarismo es que está basado en un movimiento (...) y Trump se ha llamado explícitamente a sí mismo portavoz de un movimiento. Esta es una situación muy peligrosa para un político".
Populismo: fácil arreglo en tiempos de ansiedad global
El análisis de Arendt se centra en los acontecimientos de ese período. A pesar de que sus observaciones, obviamente, no pueden explicar todo acerca de los complejos desarrollos políticos de hoy en día, muchos todavía son reveladores. El populismo de derecha que se está extendiendo por Europa y Estados Unidos recuerda de diferentes maneras la situación que permitió erigir regímenes totalitarios nazis y comunistas, en las décadas de 1920 y 1930.
Sus libros proporcionan una visión de los mecanismos que posibilitan que tantas personas acepten fácilmente las mentiras en tiempos de incertidumbre global. Mientras periódicos importantes –desde The New York Times hasta The Washington Post– están revisando sus escritos, los usuarios de redes sociales comparten ampliamente citas como ésta:
"Declaraciones fantásticas" vistas como inteligencia táctica
En este contexto, los argumentos repetidos, simplificados y falsos –que culpan a chivos expiatorios y ofrecen soluciones fáciles– son preferidos sobre el análisis más profundo que conduce a opiniones informadas. Este enfoque fue aplicado por líderes totalitarios como Hitler, escribió Arendt. En este sentido, la estrategia de Trump de culpar a los musulmanes o mexicanos por el terrorismo, el crimen o el desempleo, y afirmar que una prohibición de viajar o que un muro serán una solución fácil, no es algo nuevo.
Según escribió Arendt, en "Los orígenes del totalitarismo", los líderes totalitarios a principios del siglo XX basaron su propaganda en esta suposición:
"Uno podía hacer creer a la gente las más fantásticas declaraciones un día y confiar en que, si al día siguiente recibía la prueba irrefutable de su falsedad, esa misma gente se refugiaría en el cinismo. En lugar de abandonar a los líderes que les habían mentido, asegurarían que siempre habían creído que tal declaración era una mentira, y admirarían a los líderes por su superior habilidad táctica."
Trump ha impulsado este enfoque a nuevos extremos; a pesar de que nunca hubo tantos verificadores de hechos dedicados a exponer sus descaradas mentiras, la táctica astuta del presidente es desacreditar estos informes como provenientes de medios "deshonestos". Mientras tanto, las creencias de su movimiento están respaldadas por cada vez más extendidas "fuentes alternativas".
La "banalidad del mal"
En su informe sobre el juicio de 1961 a uno de los principales organizadores del Holocausto, Adolf Eichmann, Arendt se refirió a la frase "la banalidad del mal" para describir su opinión de que el mal podría no ser tan radical como cabría esperar. El libro resultante, "Eichmann en Jerusalén: Un estudio sobre la banalidad del mal", explica cómo los crímenes fueron cometidos por personas que obedecieron irreflexivamente órdenes para integrarse a las masas: "Hay una extraña interdependencia entre la irreflexión y el mal", afirma.
Por supuesto, estas citas tomadas fuera de contexto pueden ser fáciles y reconfortantes para compartir en línea, pero no reflejan la totalidad de las ideas de Arendt. Del mismo modo, aquellos que esperan encontrar todas las respuestas en "Los orígenes del totalitarismo" están destinados a decepcionarse. Arendt no escogió ese título ella misma, sino que su editor lo hizo. Ella creía que el mundo era demasiado complejo y desordenado para señalar las raíces del totalitarismo, según Berkowitz.
Al revisar sus obras, también podemos encontrar consuelo en otra de las observaciones de Arendt, quien consideraba que la desobediencia civil era una parte esencial del sistema político estadounidense. Algo que las fuertes protestas actuales en ese país demuestran de nuevo.
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