El miedo persiste 10 años después de brutal violación y asesinato en Nueva Delhi
La brutal violación en grupo y asesinato de una joven en un autobús de Nueva Delhi horrorizó hace diez años al mundo y puso los focos en las altas tasas de violencia sexual en India.
Jyoti Singh, de 23 años, y un amigo subieron a un autobús en la noche del 16 de diciembre de 2012, creyendo que llegarían con bien a su destino.
Salvajamente atacada, torturada con una vara de hierro y lanzada a la carretera, Singh sobrevivió lo suficiente como para identificar a sus atacantes, ganándose el mote de "Nirbhaya" (sin miedo).
Pero 13 días después del calvario, la estudiante murió por las heridas en un hospital de Singapur al que había sido trasladada.
El caso provocó enormes protestas e impactó a las autoridades que prometieron defender más a las mujeres.
En 2020, cuatro de los seis asaltantes fueron ahorcados. Los otros dos, uno era menor y otro murió en la cárcel.
Pero una década después, muchas mujeres siguen con miedo de viajar por la noche en esta capital de 20 millones de personas.
AFP habló con la madre de la víctima, la comisaria que lideró la investigación y una joven en el transporte público de Delhi.
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La madre
"Obviamente, el dolor no se va", dice a la AFP la madre Asha Devi. "Estuvo con tanto dolor durante los 12-13 días que aguantó viva", dice en su modesto piso de dos habitaciones en Nueva Delhi.
"¿Cómo alguien puede hacer esto a otro ser humano?".
Desde el asalto, Devi se convirtió en una destacada activista por la seguridad de las mujeres, aconsejando y ayudando a familias de otras víctimas.
La mujer de 57 años y su marido fundaron un fondo para el bienestar de las supervivientes de violaciones.
Solía leer cada día la declaración realizada por su hija durante su agonía. "El sufrimiento de mi hija me dio fuerza para luchar esta batalla", asegura.
El caso llevó a penas más duras para los violadores, más cámaras de videovigilancia y alumbrado urbano. Hay centros de asistencia para víctimas y agentes de seguridad en algunos autobuses.
Pero Devi asegura que los asaltos sexuales son demasiado comunes y "nada ha cambiado" cuando uno busca justicia.
"Si pasa un incidente, o los padres o la chica son culpados. Nadie pregunta al chico o habla de su error. '¿Por qué estaba la chica fuera esa noche?', preguntan".
"Hay todavía tantos casos, casos tan horribles", insiste. "No creo que nadie tenga miedo a la ley".
India registró 31.677 violaciones el año pasado, una media de 86 al día, según las últimas estadísticas oficiales de criminalidad.
En una sociedad patriarcal, las hijas a menudo se consideran una losa por la permanencia de la tradición de la dote y se espera de ellas que asuman las tareas del hogar mientras el hombre sale a trabajar.
En las zonas rurales, donde vive un 70% de la población, el problema es más profundo. Las chicas que visten tejanos, usan celulares o salen con novios a menudo se consideran sexualmente permisivas.
"El cambio debe llegar primero en la sociedad y las familias para que las hijas sean consideradas hijas y no una carga", dice Devi.
La policía
Quien lideró la investigación policial fue una mujer, que interrogó a Singh en el hospital. "Entendió que había sido herida y que tenía un tiempo limitado de supervivencia", recuerda Chhaya Sharma, de 50 años.
"No los dejes escapar", le dijo Singh.
"La forma en que interactuaba conmigo era con mucha confianza a pesar del dolor y el trauma que estaba atravesando", cuenta. "Estaba muy determinada sobre el hecho de que quería esas personas capturadas".
La policía, ascendida a comisaria de distrito, abrazó a su madre y le prometió que haría justicia.
Pero normalmente violadores y víctimas se conocen y, en estos casos, "buscas una aguja en un pajar".
Sharma recuerda que cuando los asaltantes fueron detenidos días después se mostraron "extremadamente fríos" y sin remordimientos.
"Me pareció que lo hicieron sin sentir nada. Eso fue la parte más nauseabunda".
Para la comisaria, el caso fue un momento de inflexión en los derechos de las mujeres y trajo un "cambio radical".
Según ella, Delhi no debe considerarse la "capital de la violación", aunque la seguridad de la mujer sigue siendo un gran problema y muchas deben tomar precauciones.
Incluso ella le da lecciones a su hija: "¿Tendrás alguien contigo? ¿Llevas espray de pimienta en el bolso? ¿Cómo lidiarás con esta situación?"
La activista y la pasajera
Yogita Bhayana, de la organización Gente contra la Violación en India, señala que en 2012 confiaba en que el caso de Nirbhaya "podía ser el último".
"Pero desgraciadamente esto no ocurrió y seguimos recibiendo casos", afirma. "Incluso hasta ahora, cada día nuestra línea de ayuda recibe cinco o seis casos similares", dice.
Lashita S. una estudiante de 19 años que está a punto de tomar el metro en el centro de Delhi para ir a casa, no se siente segura y toma el vagón solo para mujeres.
"Los manoseos son el nuevo 'buenas tardes' en el metro", dice a la AFP. Las mujeres deben ir con cuidado "porque los hombres no van a parar".
Viajar tarde "molesta realmente a mis padres porque se preocupan por la seguridad". "Puede que sea suficiente ilusa para creer que nada me pasará, pero es una triste realidad que todo el mundo debe tomar en cuenta".