Tuvieron que pasar más de dos años para que el autor de los bombardeos de la Maratón de Boston, Dzhokhar Tsarnaev, escuchara su sentencia final: pena de muerte.
Sin embargo, la decisión de la Corte Federal de Estados Unidos podría ser sólo el comienzo, ya que Tsarnaerv podría pasar años - o incluso décadas como asegura The Washington Post- en el corredor de la muerte a la espera de su inyección letal.
De hecho, han trascurrido más de diez años desde la última vez que el Gobierno Federal ejecutó a un prisionero, y actualmente la Administración Obama se encuentra revisando el protocolo para proceder con las penas de muerte de forma más “humana”.
La polémica surgió tras una fallida ejecución en Oklahoma en que el sentenciado convulsionó por más de 40 minutos tras recibir la inyección letal. Sólo entonces murió de un ataque al corazón.
El problema principal reside en el cóctel de medicamentos que incluyen las inyecciones letales, que se comenzó a ver alterado luego de que la Unión Europea se negara a vender los fármacos necesarios a Estados Unidos para una práctica que el bloque no aprueba.
Si bien todos los estados que contemplan la pena tienen a la inyección letal como primera opción de ejecución, algunos métodos en desuso se mantienen en algunos lugares. Por ejemplo, en Alabama la silla eléctrica es legal, mientras que en Oklahoma el fusilamiento es una opción válida.
Ahora en Estados Unidos se estudian medidas alternativas al cóctel mortal, que podrían entregarle al preso una forma más “digna” de morir. De hecho, según el Centro de Información de Pena de Muert, 61 prisioneros se encuentran en el corredor de la muerte a la espera de la inyección letal.
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