AFP
Japón debe recordar las amargas lecciones de la Segunda Guerra Mundial, dijo el emperador Akihito en una entrevista con los medios, con ocasión de su cumpleaños celebrado el miércoles.
En un año en que en todo el mundo se celebraron 70 años desde el fin del conflicto, Akihito expresó que sigue estando conmovido por los recuerdos.
"Creo que pasé un año entero reflexionando sobre las diferentes miradas que hay sobre la guerra", expresó citado por medios locales.
Este año, en la ceremonia que marcó los 70 años de la capitulación del 15 de agosto de 1945, Akihito expresó los "profundos remordimientos" que siente con respecto al conflicto, que se desarrolló durante el reinado de su padre, Hirohito, muerto en 1989.
"Cada año aumenta la cantidad de personas que no vivieron lo que fue la guerra, pero creo que por el futuro de Japón es muy importante recordar y profundizar en la memoria", agregó.
Estas fueron las primeras declaraciones de este tipo del emperador, que fueron pronunciadas en un momento en que los vecinos China y Corea, que se enfrentaron a Tokio en el conflicto, expresaron su malestar por el discurso del primer ministro, Shinzo Abe.
Para los países asiáticos, Abe no se pronunció de manera contundente a los excesos cometidos por el ejército japonés.
Además tres ministros de su gabinete visitaron un controvertido cementerio militar, donde están enterrados algunos criminales de guerra.
Unos 23.000 japoneses se desplazaron al palacio imperial de Tokio para desear al jefe de Estado, que no tiene facultades políticas, un feliz cumpleaños. Mientras el emperador pronunció su discurso los súbditos agitaban banderines del sol naciente y gritaban "banzai", una expresión japonesa que literalmente quiere decir 10.000 años pero que significa "larga vida".
El monarca saludó a sus súbditos con su característica voz pausada, desde un balcón del palacio que da al jardín del este.
"El afecto que ustedes me expresan hoy, con motivo de mi cumpleaños, me da una gran alegría", dijo agradecido el emperador, escoltado por su esposa, Michiko, y otros miembros de su familia.
El palacio, que se encuentra resguardado tras una muralla de piedra y un foso, se abre al público habitualmente dos veces en el año, en el día del cumpleaños del emperador y en el segundo día del nuevo año.