AFP
Un grupo de más de 100 latinoamericanos que estudiaban italiano en Camerino, la joya medieval del centro de Italia devastada por dos fuertes terremotos el miércoles, se salvó "milagrosamente" tras haber evacuado rápidamente pasado el primer temblor.
"Jamás había vivido un terremoto, soy de Uruguay, un país muy plano, donde no se perciben los movimientos telúricos", confesó a la AFP Rosa San Giovanni, de 63 años, un día después de haber pasado por una de las experiencias más duras de su vida.
"Me asusté mucho, no entendía nada, se movía todo como en un ascensor", cuenta.
Rosa, además, no tiene palabras para agradecer a su compañera de apartamento, la chilena Elisabet Aguirre, de 45 años, otra apasionada de la lengua de Dante, por las rápidas instrucciones que le dio tras el primer y largo movimiento sísmico de magnitud 5,4 registrado hacia las 19:10 (hora local).
"He vivido tres grandes terremotos. El de Antofagasta en 1995, el de Concepción, en el 2010, uno de los más fuertes de la historia, y ahora en Italia", dice Aguirre en el inmenso hangar donde han sido instalados unos 130 latinoamericanos.
El grupo de brasileños, chilenos, paraguayos, argentinos y centroamericanos viajaron a Italia hace un mes para asistir a los cursos intensivos de cultura y lengua italiana que organiza la escuela Dante Alighieri, conocida por su hermosa sede en el casco histórico de Camerino.
"Reconocí que el primer sismo era de unos 5 grados de magnitud. No me preocupé. Además tenía tinte en el cabello, no iba a salir a la calle así, ni loca", cuenta la chilena, de 45 años.
"Era un sismo y no un terremoto", precisa Aguirre, quien aplicó un método que considera "milagroso" cuando se vive un temblor: rezar.
"Dos horas después, cuando sentimos el segundo temblor, reconocí que era de unos 6 grados de magnitud. De repente se cortó la luz. Entonces me puse a orar, porque no hay que hacer nada en esos instantes, ni salir a la calle, ni bajar escaleras, nada, sólo orar", asegura.
"Cuando cesó el movimiento, les dije a todas tomen una botella de agua, tengan los zapatos puestos, lleven un buen abrigo, usen el celular como linterna y salgamos a buscar un espacio abierto", contó.
"Sentimos como unos truenos, como muros que caían. El apartamento quedó intacto, sólo la pintura cayó", recuerda la paraguaya.
Mientras se dirigían en fila india y sin parar entre la oscuridad a la plaza principal, al Duomo, vieron derrumbes, cúmulos de piedra, edificios agrietados, automóviles cubiertos de cal.
"Me asusté mucho, porque aquí las edificaciones son medievales. En Chile las construcciones resisten", reconoció Elisabet.
Como el resto de extranjeros que estudian en Camerino, conocida por su antigua universidad fundada en el siglo XIV, los latinoamericanos dormirán en un hangar y podrán retirar sus pertenencias de las casas el viernes, dos días después por disposición de la Protección Civil.
"Estamos bien, la organización y coordinación es perfecta. Cruz Roja, bomberos, Protección Civil, hasta monjes franciscanos nos asisten", agradece por su parte Juan Martín, un estudiante de 17 años argentino que viajó a Italia con un grupo de unos 30 compañeros de la Provincia Santa Fe.
"No hubo muertos, pocos heridos. Todos estamos bien. Ha sido una experiencia para contar, increíble", confiesa.