La deforestación de la Amazonía brasileña registró un récord semestral de 3.070 km2 entre enero y junio, según datos oficiales que aumentan la presión sobre el gobierno de Jair Bolsonaro para abandonar sus proyectos de apertura económica de la mayor selva tropical del planeta.
El área devastada marca un aumento de 25% respecto a los 2.446 km2 deforestados en el mismo periodo del año pasado, según el informe hecho con observaciones satelitales del sistema DETER del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe).
En junio, el área deforestada llegó a 1.034,4 km2, frente a 934,81 km2 del mismo mes en 2019, convirtiéndose en el peor junio de la serie histórica que se inició en 2015.
La extracción ilegal de madera, la minería y la ganadería en áreas protegidas son las principales causas de la destrucción, que en 2019 superó por primera vez desde 2008 los 10.000 km2, de acuerdo con otro sistema de observación satelital del Inpe, denominado PRODES, más afinado que el DETER.
El desmate parece proseguir imparable este año, a pesar de la presencia militar incorporada a la vigilancia ambiental y de la presión internacional y empresarial.
La tendencia enciende alarmas debido a que en junio se inicia la temporada seca. En 2019, la deforestación se disparó en julio a 2.255 km2 de territorio amazónico.
La temporada seca es también la de los incendios de las áreas deforestadas, que provocan una doble preocupación, tanto por su impacto ambiental como porque las humaredas suelen provocar un aumento de las enfermedades respiratorias, que este año se darán en plena pandemia de coronavirus.
La Amazonía brasileña representa 60% del total de esa selva compartida por nueve países.
"Fuera de la curva"
"El año pasado fue (en deforestación) un período fuera de la curva que no se debería repetir. Pero no sólo se está repitiendo, sino que está empeorando a pesar de tener acción militar en la región", dijo a la AFP Mariana Napolitano, gerente de ciencias del Fondo Mundial para la Naturaleza-Brasil (WWF-Brasil).
A fines de junio, fondos de inversión de Europa, Asia y Sudamérica que administran colectivamente cerca de 4 billones de dólares en activos pidieron al gobierno de Bolsonaro, en una carta abierta, que detenga proyectos que amenazan con acelerar la destrucción de la mayor selva tropical del planeta.
El vicepresidente, Hamilton Mourao, que encabeza el Consejo Nacional de Amazonía, se reunió virtualmente el jueves con representantes de nueve de esos fondos y este viernes lo hará con empresarios que expresaron igualmente su preocupación por una política que daña la imagen internacional de Brasil.
El portavoz del Ministerio de la Defensa, el vicealmirante Carlos Chagas, sostiene que el envío en mayo de las Fuerzas Armadas a la región "fue exactamente una muestra de que Brasil se preocupa por la selva amazónica".
En conversación con la AFP, Chagas defendió los números de la Operación Verde Brasil 2 (coordinada por las Fuerzas Armadas) y destacó innovaciones como el desarrollo de una aplicación para colectar denuncias anónimas de crímenes ambientales.
Sin embargo, organizaciones no gubernamentales destacan que el discurso a favor de la explotación comercial de la Amazonía del gobierno Bolsonaro va a contramano de las acciones militares de vigilancia y represión.
"La perspectiva no puede ser controlar la deforestación con una enorme operación militar. Lo que estamos viendo es la presión del sector privado por la construcción de un plan diferente para la Amazonía", dijo Napolitano.