La noche del viernes pareció una noche cualquiera en La Habana.
No todos escucharon la alocución del presidente Raúl Castro, y en las callesmucha gente no estaba al tanto del fallecimiento de Fidel Castro.
En un ómnibus de la línea P-4, una mujer recibió la noticia por celular.
"¡No me digas! ¿Cuándo fue?", su expresión llamó la atención de otros pasajeros.
"Se murió Fidel", dijo simplemente. Y la gente reaccionó con asombro, como si les costara asimilar de pronto la información.
"No me lo esperaba; estoy en shock", concluyó la mujer.
De hecho, aunque por la edad y el estado de salud del líder de la Revolución cubana, todos sabían que su muerte podía ser una eventualidad, la noticia tomó de sorpresa a la gente.
La Televisión Cubana, por ejemplo, no estaba preparada.
Después del anuncio de Raúl, en el Noticiero del Cierre del principal canal, continuó la programación habitual por un tiempo.
Ya en horas de la madrugada se encadenaron las señales y se comenzaron a transmitir informaciones, reacciones nacionales e internacionales (incluidas las de varios presidentes) y documentales dedicados a Fidel.
Pero una parte de los cubanos supieron la noticia por la mañana, al despertar.
La Habana ha amanecido con un inusual silencio.
La gente sigue sus rutinas, pero aquí y allá, comparten sus impresiones.
"Lo vi el otro el día recibiendo al presidente vietnamita, le dije a mi hija que él iba a durar cien años, siento un dolor muy fuerte", comentaba una anciana frente a un estanquillo de prensa.
Las ediciones sabatinas de los periódicos nacionales circulan sin colores, como es habitual cuando se declara el Duelo Nacional.
En la tradicional peña de debate sobre el béisbol del Parque Central, donde habitualmente solo se habla de deportes, esta mañana se hablaba de Fidel.