Colombia firma (otra vez) la paz con las FARC: ¿cuál es el siguiente capítulo de esta saga?
Que el gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC hayan firmado por segunda vez en dos meses un acuerdo de paz para ponerle fin a un conflicto armado de 52 años parece más bien el alargue de una telenovela que se niega a terminar.
Se suponía que la pomposa ceremonia de Cartagena el 26 de septiembre era el preludio del gran final que iba a ser el plebiscito. Pero ganó el No... se venían más capítulos.
Así bien se puede explicar a la gente de fuera lo que está pasando en el país que produjo telenovelas tan exitosas como "Yo soy Betty la Fea" o "Café, con aroma de mujer".
Usualmente los seguidores de ese tipo de series televisivas están acostumbrados a que en cada episodio sucedan cosas que los mantienen atados a la sintonía, pero siempre hay un final, usualmente feliz.
En "Yo soy Betty la fea", el galán terminó enamorado de la protagonista, que era una mujer bella, pero que lucía mal presentada.
La sorpresa para la audiencia de las negociaciones de paz con las FARC se debe a que hace casi dos meses se había firmado en Cartagena de Indias el primer "acuerdo final".
Fue durante una llamativa ceremonia a la que asistieron miles de personas, entre ellas varias personalidades internacionales.
La fiesta por esa firma se dañó seis días después, cuando un plebiscito sobre el acuerdo fue ganado por los partidarios del No, por algo más de 50.000 votos.
Y esto cayó, literalmente, como un baldado de agua fría.
Los resultados electorales reavivaron el drama y… reiniciaron la telenovela, donde los protagonistas -el gobierno y las FARC- ya se han dado la mano en más de una ocasión, pero hay mucho ruido entre los espectadores de la esperada reconciliación.
Entre tanto, parte de la audiencia se emocionó cuando el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, ganó el Premio Nobel de Paz y la expectativa aumentó cuando su gobierno tuvo que reunirse con la oposición, escuchar sus propuestas y acordar en tiempo record con la guerrilla varios cambios al texto que se había negociado en La Habana durante cuatro años.
Ahora, a pesar de los cambios introducidos en materia de justicia e indemnización a las víctimas, el nuevo acuerdo tampoco satisface a los promotores del No en el plebiscito, entre ellos el popular expresidente Álvaro Uribe y el Partido Conservador.
Esos sectores no quieren que, después de que se desarmen y desmovilicen, los miembros de las Farc puedan participar en política, si contra ellos hay procesos y sanciones judiciales pendientes de cumplir.
Uribe y los conservadores quieren que en lugar de "penas restrictivas de la libertad" los guerrilleros responsables de delitos relacionados con el conflicto armado vayan a la cárcel. Pero el gobierno y la guerrilla no cedieron en ese punto.
Y pese a que el gobierno lo negó, la oposición sigue insistiendo en que el nuevo acuerdo es más benigno en materia de justicia con los exguerrilleros que con los agentes del Estado, lo cual despertó suspicacias en algunos sectores de las fuerzas militares.
En el episodio de este jueves, el gobierno y las FARC firmaron por segunda vez la paz. Lo hicieron en una ceremonia más bien discreta, ante 800 personas, en un sitio que ha sido durante más de 124 años escenario de grandes dramas: el Teatro Colón de Bogotá.
Después el nuevo acuerdo será llevado al Congreso de la República, donde el gobierno de Santos tiene las mayorías suficientes para avalarlo.
La oposición ha anunciado que hará todo lo que esté a su alcance para impedir la aprobación del nuevo acuerdo de paz.
Voces del uribismo quieren que el Congreso sea revocado, lo cual es poco probable, mientras que Uribe llama a la "resistencia civil" contra el nuevo acuerdo.
Y en paralelo, la Corte Constitucional aclara si las reformas que serán llevadas al Congreso podrían tramitarse en la mitad del tiempo, la implementación de las reformas en materia de amnistía, reforma rural y participación política se hará paulatinamente y tomará tiempo.
La implementación de los accidentados acuerdos de paz con las FARC se hace en medio del aumento de amenazas contra líderes sociales en zonas donde históricamente ha habido conflicto armado y mientras comienza a calentar motores la campaña presidencial de 2018.
Ya empiezan a sonar los nombres de los eventuales candidatos a suceder a Juan Manuel Santos, entre ellos varios promotores del No, como la exministra Martha Lucía Ramírez y el exprocurador Alejandro Ordóñez.
Otros críticos del proceso, como el vicepresidente de la república, Germán Vargas Lleras, o defensores a ultranza, como el jefe negociador del gobierno con las FARC, Humberto de la Calle.
Por eso, no es aventurado decir que esta telenovela tuvo hoy un capítulo relativamente feliz, pero que el drama no ha concluido.