Los astrofísicos Tom van Doorsslaere y Giovanni Lapenta, de la Universidad de Lovaina (Bélgica), pusieron en duda las versiones de Rusia y Turquía sobre la caída del caza ruso a manos del ejército turco el 24 de noviembre. Con un simple cálculo matemático de la velocidad de vuelo, la altitud y la dirección, ambos pretenden mostrar que ninguna de las versiones oficiales puede ser cierta.
De acuerdo con la versión de Ankara, el avión fue abatido por haber entrado en el espacio aéreo turco por un espacio de dos kilómetros durante 17 segundos, después de haber recibido diez advertencias para que cambiase su rumbo durante un periodo de 5 minutos. En el blog de la universidad de Lovaina, Van Doorsslaere y Lapenta argumentaron que es imposible que esa versión sea cierta. Según el punto donde cayeron los restos, sus cálculos indicaron que el jet viajaba a 980 km por hora antes de ser abatido. A esta velocidad, el avión habría podido cubrir la distancia de dos kilómetros en siete segundos, y no en los 17 segundos que dicen las autoridades turcas.
Respecto a la versión de la Fuerza Aérea turca y las 10 advertencias, los científicos apunta que un avión que viaja a una velocidad de 980 km/h podría cubrir una distancia de unos 80 km en tan solo cinco minutos. “¿Cómo pudo predecir el ejército turco que el avión iba a entrar en su espacio aéreo? Los aviones militarse son muy ágiles y, teóricamente, podrían haber dado la vuelta en el último momento para evitar irrumpir en el espacio aéreo turco. Es decir, las advertencias realizadas habrían sido mera especulación en el momento en que fueron realizadas”, concluyen los expertos.
Versión rusa cuestionable
En cuanto a la versión rusa, las autoridades hablaron de que el reactor se desvió del rumbo a Turquía 90 grados después de haber sido alcanzado. Los oficiales del Kremlin insisten en que el avión no entró en el espacio aéreo turco y que cayó en territorio sirio, cerca de la frontera.
Sin embargo, de acuerdo con las tesis de los científicos, a esas velocidades solo es posible un desvío de tales características si el avión hubiese sido alcanzado por algo más pesado o más rápido que el propio caza. “Un misil es mucho mas ligero que el avión”, aclara van Doorsslaare a DW: “Un desvío de 90 grados sería un escenario parecido a cuando un tren choca con un coche”, precisa.
La idea de analizar la línea de vuelo del reactor ruso surgió casualmente durante una discusión en una comida. “Ambos estábamos un poco confundidos con las cifras manejadas por Rusia y Turquía”, dice Van Doorsslaere: “Hicimos cálculos mentales y luego los continuamos en la oficina”, aclara. Ninguno de los dos estaba interesado en demostrar si una versión era más correcta que la otra. Solo pretendían destacar que hay que tener más cuidado con las versiones de ambas partes.
Desde la publicación en el blog recibieron aún más datos e información adicional sobre el caso, pero no prevén continuar con el análisis. Aunque a Van Doorsslaeren no le importaría que otros sacasen conclusiones en base a sus cálculos. “Estaría bien si alguien crea finalmente una versión más exacta”, concluye el experto.