La ministra de Medio Ambiente chilena, Maisa Rojas, asumió este viernes junto a su par australiana, Jennifer McAllister, uno de los grupos de trabajo de la COP28 más complejos, sobre la adaptación al cambio climático.
La tarea es complicada porque no hay un borrador sobre el que puedan trabajar.
La 28º conferencia del clima de la ONU arrancó el viernes su etapa final de negociaciones a nivel ministerial, bajo la presidencia emiratí.
El borrador global fue dividido y repartido entre cuatro grupos de trabajo, cada uno de ellos copresidido por dos ministros.
Los grupos son: balance mundial (de la lucha contra el cambio climático), medidas de mitigación, de adaptación y medios de implementación.
Esa una táctica habitual en la conferencias del clima de la ONU, para facilitar la conclusión de los trabajos de aquí al martes.
Todos los textos están listos para que los ministros hagan los cambios necesarios, a partir de las aportaciones de las partes negociadoras.
Excepto el de adaptación.
"Eso fue el resultado de la primera semana (de la COP28), que era para avanzar en toda la parte técnica y lograr un texto que reflejara todo el trabajo que se ha hecho", explicó la ministra chilena a la AFP.
"Y lo que ocurrió fue que no hubo ninguna discusión sustantiva, o sea, nunca se lograron sentar a ver el texto, a discutir qué parte les gustaba, que no les gustaba, qué se puede mejorar... " detalló.
Ese trabajo técnico, desempeñado por lo que se llama los cuerpos subsidiarios (expertos) es esencial para que los ministros lleguen a la recta final con todas las opciones sobre la mesa, para tomar las decisiones políticas.
"La estrategia de la presidencia (de la COP28) es que los cuerpos subsidiarios van a seguir consultando con las partes para tratar de destrabar la parte técnica y en paralelo nosotros tenemos que destrabar la parte política", indicó.
En lugar de recibir solamente las aportaciones de los ministros, Rojas y McAllister van a tener que compaginar eso con lo que llegue de los técnicos.
El "pariente pobre"
La adaptación es "el pariente pobre" de las negociaciones climáticas, en palabras de Jennifer Allan, experta del Earth Negotiations Bulletin.
El sector mitigación ha tenido unos objetivos claros y "vendibles", empezando por el de limitar el aumento de la temperatura mundial a +1,5 ºC.
Y en cuanto a las finanzas, las cifras también son claras: por ejemplo, que los países ricos deberían en principio transferir 100.000 millones de dólares anuales a los países en vías de desarrollo.
En cambio, la adaptación es una política "hiperlocal", en palabras de un reciente informe del Instituto de Recursos Mundiales.
Hay estimaciones globales de lo que se debería gastar. Pero el cambio climático no impacta por igual a una isla del Pacífico que a una capital como Londres, o a un país como Arabia Saudita.
"Estamos todos sumamente comprometidos, todas las partes han declarado que tiene que haber un resultado importante en la adaptación, que este marco tiene que salir", aseguró la ministra.
Por delante quedan cuatro días de intensas negociaciones.
Rojas detecta dos escollos importantes: por un lado el término "responsabilidades comunes pero diferenciadas", es decir, que todos los países se enfrentan al mismo desafío, pero que unos (los países que emiten más Co2) son más responsables que el resto.
Esa frase quiere ser recalcada de manera repetitiva por los países menos desarrollados, lo que provoca dificultades, explicó la ministra.
Y por otro lado, no está claro cómo debe abordarse la transferencia de tecnología, y la financiación, que, de nuevo, es una responsabilidad de los países desarrollados respecto a los que están en vías de desarrollo.
El mensaje unitario deberá ser sencillo para aunar voluntades, predice la ministra. "Creo que es en torno al concepto de resiliencia: un mundo resiliente ante la temperatura de 1,5 ºC", propone.