Si no hubiera sido por ella nada se hubiese sabido sobre la realidad de la ahora llamada “Casa de los Horrores”, uno de los casos más perturbadores que ha tenido que presenciar el fiscal de distrito del condado de Riverside, Mike Hestrin, en estos últimos veinte años.
La joven adolescente de 17 años llevaba dos años intentando escapar, hasta que llegó el día. Aquél domingo 14 de enero su hermana la acompañaría, pero entró en pánico, por lo que la “heroína” de esta historia tuvo que salir sola a pedir ayuda.
Trepó un muro y saltó por una de las ventana de la vivienda, las que siempre estaban cubiertas por persianas. Lo siguiente fue correr con todas sus fuerzas para dejar definitivamente el “infierno en la tierra” a sus espaldas. ¿Lo lograría?
Nada estaba claro a esas alturas. La menor consiguió un celular para poder realizar la llamada que la dejaría a salvo. El aparato estaba sin servicio, aunque le permitía marcar el número de emergencias 911 y denunciar que sus 12 hermanos y hermanas estaban cautivos en la casa de sus padres. Algunos de ellos permanecían atados con cadenas y candados, y viviendo en las peores condiciones durante meses.
Cuando los oficiales se encontraron con la joven denunciante, le creyeron inmediatamente. Su debilitado estado de salud quedaba en evidencia, porque ella lucía como una niña de diez años, a pesar de sus 17. Además, le pasó a los agentes algunas fotografías que le permitían respaldar lo que estaba diciendo.
Según trascendió a los medios, aquel domingo, al hacer la denuncia, la adolescente se manifestó aterrada a que la descubrieran sus padres, porque si sabían que era ella quien había revelado todo esto, “la destruirían”.
Tras la denuncia, los agentes de la policía fueron al lugar y el panorama era dantesco. Tres de los hijos de la pareja estaban encadenados a una cama, sin permiso para usar el baño, atrapados en una casa de cuatro dormitorios y dos baños, sucia, y de la que pocas veces podían salíar.
Con estos antecedentes, los padres de la joven, David Turpin, de 56 años, y su esposa Louise Anna Turpin, de 49, fueron detenidos en la pequeña localidad californiana de Perris.
Una cámara de vigilancia de un vecino muestra a la pareja en el momento en que la policía los arresta.
Los padres que encadenaron a sus 13 hijos arriesgan ahora hasta 94 años de prisión. La fiscalía los acusó de “tortura” y “abuso físico y emocional severo". La fianza para ambos fue establecida en 13 millones de dólares.