Bruselas reinventa los emblemáticos puestos de patatas fritas
AFP
En un país en el que el cucurucho de patatas es el rey y la mayonesa, la reina, tocar las viejas freidurías belgas tradicionales puede parecer arriesgado. Pero la ciudad de Bruselas ha decidido aceptar el reto.
Las autoridades municipales han lanzado un proyecto de renovación futurista de algunos "fritkots" (nombre en flamenco de las freidurías o puestos de patatas fritas), donde turistas y lugareños pueden comprar la crujiente especialidad belga.
La ciudad ordenará reformar, antes del otoño boreal de 2019, ocho freidurías de su propiedad, decorándolas con espejos y cambiando la iluminación.
Los urbanistas y gerentes implicados afirman que la renovación hará que los kioscos sean tan memorables como los alimentos que venden.
"Sin patatas fritas, Bélgica no existe", explica a la AFP Vusitema Kemal, que trabaja en un "fritkot" del centro de la ciudad, uno de los que serán reformados.
Según él, las patatas fritas "representan a Bélgica en todo el mundo".
Los servicios urbanísticos de la ciudad organizaron un concurso el año pasado para elegir el nuevo diseño de esos "'fritkots' del futuro".
La idea era buscar un modelo "identificable" como "las cabinas de teléfono de Londres", por ejemplo, señaló la concejal de Asuntos Económicos de la ciudad, Marion Lemesre.
Una parte de la cultura belga
Se trata de un asunto serio en Bélgica. El país se presenta como la tierra natal de las patatas fritas, una reivindicación muy contestada por su vecino francés, que también afirma ser el inventor de la patata dorada.
Los puestos de patatas fritas belgas se pusieron de actualidad recientemente cuando, durante una cumbre europea en Bruselas, la canciller alemana Angela Merkel fue a uno de ellos para tomarse un respiro durante las intensas negociaciones del Brexit.
El concurso de arquitectura lanzado por la ciudad atrajo cincuenta candidaturas, entre las que sobresalió la de Studio Moto, un estudio de Gante, en el norte.
Según indicaron sus cofundadores, Mo Vandenberghe y Thomas Hick, con su diseño perseguían preservar la identidad de las freidurías y evitar a toda costa "algo estandarizado".
"La gente es particularmente exigente y protectora con su 'fritkot'", aseguró Thomas Hick. Las casetas, que existían mucho antes de que los camiones de comida se pusieran de moda, son "una parte de la cultura belga, de la cultura de Bruselas, y sustituirlas es algo sensible", apuntó.
Y para el toque futurista, se equipará a los kioscos renovados con un revestimiento reflectante de aluminio, mientras que los azulejos del interior recordarán a las tiendas bruselenses de antaño.
Para personalizar su "fritkot", el gerente podrá idear el diseño del cartel luminoso. Cada cartel será único, así como su reflejo en las fachadas-espejo.
Cerveza, patatas fritas y chocolate
Junto con la cerveza y el chocolate, las patatas fritas son uno de los pocos factores unificadores del joven país -fundado en 1830-, marcado por las diferencias entre las comunidades francófona y flamenca.
Sin embargo, aunque Bélgica defiende que las patatas fritas fueron inventadas en Namur, en Valonia (sur francófono), Francia reivindica la invención de lo que en Estados Unidos se conoce como "French fries".
Vuistema Kemal, que lleva 34 años tras el mostrador del puesto de la plaza de la Chapelle, está convencida de que la renovación de los puestos permitirá colar a las patatas fritas en las guías turísticas.
"Así, los extranjeros que vengan podrán descubrirlas más fácilmente", dice.
Los arquitectos aseguraron que están trabajando con los gerentes de los puestos de forma individual para asegurarse de que el diseño funciona tanto en la teoría como en la práctica.
El nuevo diseño incluirá la utilización de madera especial no inflamable y de paneles solares en el techo.
"Lo veo como una señal positiva de renovación de la ciudad", declaró, satisfecho, Thomas Hick.