AFP
De acuerdo a información entregada por autoridades, presos de una cárcel del área metropolitana de Rio de Janeiro se amotinaron durante varias horas este domingo y tomaron 18 rehenes tras un intento fallido de fuga.
Hacia la medianoche local, fueron liberados los últimos ocho rehenes que permanecían cautivos desde la tarde en la Penitenciaria Milton Dias Moreira de Japeri, a unos 70 kilómetros de Rio, según un comunicado de la Secretaría de Administración Penitenciaria (Seap).
La rebelión se inició durante la tarde cuando "inspectores de seguridad y administración penitenciaria frustraron una tentativa de fuga de internos", informó la Seap en su primera nota. Acto seguido, se desató el motín.
Varias unidades de la policía militar, así como del batallón de choque, se desplazaron inmediatamente a las puertas de este presidio que, como muchos en el precario sistema brasileño, padece de una fuerte superpoblación.
El motín se declaró después de que el presiente de Brasil, Michel Temer, ordenara el viernes a las fuerzas armadas dirigir la lucha contra el crimen organizado en el violento estado de Rio de Janeiro, para evitar que esa "metástasis" se siga propagando por el país.
Tras el anuncio del decreto, inédito desde la restauración de la democracia en 1985, las autoridades penitenciarias de Rio informaron el domingo que habían anticipado "medidas de control" para evitar reacciones en las cárceles del segundo estado más rico de Brasil.
"Ya estaba previsto, tanto es así que los presidios estatales y federales están en alerta máxima", reconoció en la noche el ministro de Justicia, Torquato Jardim, a los medios locales.
"Es natural que haya un desafío en este primer momento de la intervención, que el crimen organizado pruebe la capacidad de operación de nuestras fuerzas", añadió.
Brasil suma la tercera mayor población carcelaria del mundo con 726.712 presos, según los últimos datos oficiales de junio de 2016. La cifra casi duplica la capacidad penitenciaria del país, calculada en 368.049 cupos para 2016.
El comienzo de este año estuvo marcado por choques en varios centros penitenciarios brasileños, con motines como los que dejaron nueve muertos en una prisión de Goiania (centro-oeste) a inicios de enero o el que se saldó con diez fallecidos en Ceará (noreste) hace menos de un mes.
Desde enero de 2017, cuando se agudizó la crisis carcelaria con una masacre en un complejo de Manaos (norte) con 56 muertos, la guerra entre grupos rivales en los presidios brasileños ha dejado más de 100 fallecidos.