Bebida Chat Cola toma fuerza en Palestina por boicot a empresas que apoyen a Israel
En una fábrica en forma de cubo entre los olivares de Cisjordania, los empleados de Chat Cola trabajan para calmar la sed de los habitantes de Palestina por productos locales desde que estalló la guerra de Gaza en octubre de 2023.
La lata de Chat Cola -roja con la marca en letra cursiva de color blanco- retoma los códigos de Coca Cola para ofrecer una alternativa a las bebidas de la multinacional estadounidense acusada de ser favorable a Israel.
"La demanda creció desde que comenzó la guerra debido al boicot", comentó a AFP el propietario de Chat Cola, Fahed Arar, en la fábrica ubicada en Salfit, en Cisjordania ocupada.
Julien, dueño de un restaurante en Ramala, más al sur, dice que su nevera de Coca Cola está llena de la alternativa local desde que comenzó la guerra en octubre de 2023.
Mahmud Sidr, gerente de un supermercado, dice que las ventas de productos palestinos se dispararon en el último año.
"Notamos un incremento en la venta de productos árabes y palestinos que no apoyan" a Israel, aseguró.
La Coca Cola es percibida como demasiado estadounidense, pese a que no suministra productos gratuitos a los soldados israelíes en Gaza, como se rumora que lo hacen algunas marcas de Estados Unidos.
Washington brinda enorme asistencia militar a Israel, y la ha continuado durante la devastadora campaña militar en Gaza, lanzada en respuesta al ataque de Hamás contra Israel del 7 de octubre de 2023.
Coca Cola no respondió a una solicitud de comentario pero afirma que no apoya ninguna religión o "causas políticas, gobiernos o estados nacionales".
Un gerente de la National Beverage Company, firma palestina que embotella la Coca Cola, dijo a AFP en condición de anonimato que hubo un declive de hasta 80% en las ventas de la bebida a cadenas de nombre extranjero.
La dependencia de Palestina a algunos productos israelíes ha dificultado la ampliación del boicot
"El movimiento de boicot nacional ha tenido gran impacto", afirmó Arar.
Ibrahim al-Qadi, jefe del departamento de protección al consumidor del Ministerio de Economía palestino, dijo a AFP que 300 toneladas de productos israelíes fueron destruidos en los últimos tres meses después de superar su plazo de vencimiento.
La dependencia palestina de los productos israelíes ha dificultado la ampliación del boicot. La popularidad de Chat Cola se debe a que es una de las pocas alternativas palestinas de calidad.
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"Hay una disposición de boicotear si los productores palestinos pueden producir con un precio y calidad equivalentes", explicó a AFP Raja Khalidi, jefe del Instituto Palestino de Investigación en Política Económica.
Señaló que el deseo de tener sustitutos palestinos ha crecido desde el inicio de la guerra, pero se ha visto frenado por "un tema de capacidad productiva, que no tenemos".
El boicot ha sido más exitoso en países árabes vecinos, menos dependientes de los productos israelíes.
En la vecina Jordania, el conglomerado Majid Al Futtaim Group, de Dubái, anunció el cierre de operaciones del gigante francés Carrefour, del cual posee la franquicia, luego de que activistas llamaron a un boicot.
Oportunidades comerciales en medio de la guerra
Arar se muestra orgulloso de Chat Cola, que considera un producto palestino de calidad.
El personal de la fábrica en Salfit usa abrigos con las palabras "Gusto Palestino" en árabe, junto a la bandera palestina.
Abrió la fábrica en 2019 y Arar ahora planea instalar otra en Jordania para atender la demanda internacional y evitar las complicaciones de operar en Cisjordania ocupada.
La planta produce miles de latas de Chat, pese a que una de sus líneas de producción lleva más de un mes cerrada.
Las autoridades israelíes retuvieron un gran envío de materias primas en la frontera jordana, afectando la producción, dijo Arar. Por ello, solo puede atender 10% a 15% de la demanda.
Pero con la guerra también hay oportunidades.
"Nunca ha habido tanto apoyo político para las compras locales como ahora, así que es un buen momento para que otros empresarios emprendan", comentó el economista Khalidi.