Beatificación de la Madre Teresa de Calcuta
¿Siempre hay milagros? Ni siempre, ni tan a menudo como uno desearía. Y ni siquiera todos son reconocidos como tales. En el Vaticano, solo uno o dos milagros son suficientes para iniciar un proceso de canonización. Para la Iglesia Católica, lo difícil es demostrar que no haya explicación científica y que el hecho en sí tenga relación con la oración, pero en el caso de la Madre Teresa de Calcuta, la Iglesia está convencida de que la monja dedicó su vida a los más pobres de entre los pobres y de que pudo obrar milagros.
Solo seis años después de su muerte, el Papa Juan Pablo II aceptó beatificar a la monja. Como milagro, el Vaticano reconoció el caso de un ciudadano de la India, que se curó de un tumor rezándole a la Madre Teresa con un amuleto que ella había bendecido. En diciembre de 2015, el Papa Francisco atendió la recomendación de la congregación correspondiente y aprobó el segundo milagro necesario para su canonización. Esta vez, una sanación de un tumor cerebral de un brasileño que no tenía explicación médica, por las oraciones de sus familiares a la Madre Teresa de Calcuta.
Hermanas para los pobres
Nacida bajo el nombre de Anjeza Gonxhe, la Madre Teresa era natural de Skopje y creció en el seno de una familia albanesa acomodada. Fue educada estrictamente en la fe católica y con 17 años abandonó el hogar para ingresar en la orden de la Virgen de Loreto en Irlanda, vocación que después continuó con su noviciado en la India. La joven monja recibió el “llamado de Dios” en septiembre de 1946, durante un largo viaje en ferrocarril a Calcuta: su misión era la de ayudar y asistir a los más pobres de entre los pobres.
Convencida de que Jesús vive en todas las personas por pobres que sean, dos años después abandonó el convento con el permiso del papa Pio XII para fundar una nueva orden. Con su atuendo característico con la vestimenta de los más pobres, el sari blanco con tres franjas azules, el Vaticano reconoció dos años después la orden de las Misioneras de la Caridad.
La Madre Teresa fundó una casa de acogida para moribundos a la que llamó Kalighat. Estaba junto al templo de Kali en Calcuta, la diosa más temida y adorada por los hindús, que posee el poder de dar y quitar vida. Desde su fundación, 45.000 personas pasaron sus últimos días en la casa. “La muerte es el escalón más alto del ser humano. Una persona alcanza ese estado más alto cuando muere en paz con Dios”, dijo la Madre Teresa. Desde Occidente, pronto comenzaron a llegar grandes donaciones para apoyar su trabajo. Pero ella nunca se consideró una trabajadora social. Solo actuaba por encargo de la religión. Especialmente, de Jesucristo. “Mi vocación no es el trabajo, es la oración”, dijo la Madre Teresa.
Después de Kalighat, la religiosa fundó más casas para ayudar a los necesitados. En Calcuta, una ciudad donde millones viven en la pobreza y 500.000 personas duermen en la calle, su ayuda se evaporaba como una gota de agua sobre lava caliente. Pero ella continuaba trabajando incansablemente por los necesitados. En 1979 fue galardonada con el premio Nobel de la Paz.
Figura controvertida
Sin embargo, no todo fueron alabanzas en la vida de la religiosa. También fue criticada y algunos le acusaron de haberse reunido con dictadores, como el haitiano Francoise Duvalier. Además, al parecer no llevaba una contabilidad exhaustiva de las donaciones. Y también se la criticó por negarse a administrar medicamentos contra el dolor. “Ver como sufren su destino es también algo maravilloso”, citó una revista científica sobre la Madre Teresa: “Sufren como Jesucristo en la cruz y así se acercan a él”. El escritor estadounidense Christopher Hitchins llegó a llamarla “Ángel del Infierno”. Pero a ella poco le importaban estas críticas. Su vida era la religión.
La Madre Teresa de Calcuta falleció en 1997 a la edad de 87 años. Hoy, en su orden de las Misioneras de la Caridad hay más de 5.000 monjas y más de 600 casas de acogida en 130 países. Algo que le hubiese gustado ver a la Madre Teresa. “Desgraciadamente hay mucha pobreza espiritual. Sobre todo en Occidente”, dijo, “por eso pido a todos que vuelvan a rezar en familia, que recen juntos y que nos amemos como Dios nos ama”.