Muchos científicos y laboratorios cifran sus esperanzas en la experimentación realizada con un primate denominado mono o macaco Rhesus.
El motivo es porque esta especie, también conocida como macaco mulatta, es considerada "casi lo más parecido que tenemos a los humanos" y por eso es clave en la frenética carrera que existe para desarrollar y probar una vacuna efectiva para la covid-19.
Así lo sostiene el Instituto Jenner, de la Universidad de Oxford, que probó su vacuna experimental en seis monos Rhesus que después fueron expuestos al virus pandémico y se mantuvieron sanos.
Los hallazgos recientes hechos en Reino Unido y centros de investigación de otros países han hecho que laboratorios e industrias depositen sus esperanzas en que la clave de la ansiada vacuna pueda venir a través de este primate.
Por qué puede es clave
No es la primera vez que el macaco Rhesus es utilizado para realizar pruebas de desarrollo de fármacos para humanos debido a sus especiales características.
El principal motivo es que su secuencia de ADN tiene una similitud de más del 90% con la de los humanos.
Y en el caso del SARS-CoV-2, cuando esta especie queda infectada, padece síntomas similares a los vistos en la mayoría de los casos humanos: problemas respiratorios, afectación pulmonar y altas cargas virales contagiosas en la nariz y garganta.
Así lo explica Vincent Munster, experto del Laboratorio Rocky Mountain del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos.
"El establecimiento del macaco Rhesus como modelo animal (en el tratamiento) de covid-19 aumentará nuestra comprensión de la patogénesis de esta enfermedad y ayudará al desarrollo y la prueba de contramedidas médicas", sostuvo el investigador en un reporte preliminar de los primeros resultados de la investigación con este primate publicada a finales de marzo.
Indica que, por ello, se decidió avanzar en las pruebas y experimentar con tratamientos antivirales y vacunas con esta especie.
Munster añade que anteriormente se estableció con éxito a los macacos Rhesus como modelo animal para el desarrollo preclínico de fármacos como en el caso del síndrome respiratorio de Medio Oriente (MERS).
Antes, este primate ya fue utilizado en misiones de la NASA y del programa espacial ruso.
Los avances
De los resultados a los que puedan llegar el Instituto Jenner, el Laboratorio Rocky Mountain y otros centros de investigación están pendientes en diferentes partes del mundo.
La compañía china SinoVac, por ejemplo, anunció que por primera vez uno de sus ensayos arrojó resultados positivos experimentando con monos Rhesus.
Se dieron dos dosis diferentes de la vacuna a un total de ocho macacos y, tres semanas después, el grupo introdujo el SARS-CoV-2 en los pulmones de los monos a través de tubos por sus tráqueas y ninguno desarrolló una infección plena.
Siete días después de que los animales recibieron el virus, los investigadores no pudieron detectarlo en la faringe ni los pulmones de ninguno de ellos. Algunos de los animales con dosis más bajas (de la vacuna) tenían una mancha viral, pero también parecían haber controlado la infección, señaló el laboratorio a finales de abril en un reporte preliminar.
SinoVac inició pruebas iniciales en humanos a mediados de abril y con esto ingresaría en la fase 1 del desarrollo de la vacuna, al probarla con un grupo de alrededor de 100 personas.
Las siguientes dos fases abarcan pruebas con cientos y miles de personas para evaluar efectos secundarios posibles, la reacción del sistema inmune y datos estadísticos sobre la efectividad del fármaco, entre otros elementos a estudiar.
Sin pasar estas tres instancias de estudios clínicos no es posible que una vacuna sea aprobada para su producción abierta.
El Instituto Jenner deposita su esperanza en tener la vacuna lista para septiembre y que se pueda producir de manera masiva a finales de año.