Solo en mayo y junio de 2021, 2.857 niños brasileños de hasta 6 años cruzaron ilegalmente la frontera entre Estados Unidos y México, y terminaron siendo detenidos por el servicio de inmigración estadounidense.
Estos datos inéditos de la Agencia de Aduanas y Control Fronterizo de Estados Unidos, fueron obtenidos por la periodista Mariana Sanches, corresponsal de BBC News Brasil en Washington.
Las cifras muestran que el número total de niños menores de 6 años aprehendidos por agentes estadounidenses en solo dos meses ya supera el total acumulado en los siete meses anteriores.
De estos 2.857 niños, 12 ingresaron al país sin la compañía de sus padres o tutores legales y, en el momento de encontrarse con las autoridades estadounidenses, se encontraban temporalmente bajo la custodia del gobierno.
Uno de ellos es el bebé Joao*, de un año y medio de edad, quien pasó más de un mes en un hogar temporal en Virginia luego de ingresar a territorio estadounidense con sus abuelos, a quienes se decidió deportar.
La historia de Joao
Mariana Sanches señaló que la historia del bebé revela los peligros y sufrimientos de un viaje que se ha vuelto cada vez más popular entre los brasileños que quieren probar una nueva vida en Estados Unidos pero no tienen visa.
Joao llegó a territorio estadounidense en brazos de sus abuelos. La familia viajó primero a México en un grupo de seis personas: los abuelos, los padres, un adolescente y un bebé, relató la corresponsal de BBC News Brasil en Washington.
Antes cruzar la frontera se dividieron en dos grupos: los padres siguieron con su hijo adolescente y llegaron a su destino final en el país. Los abuelos se quedaron con el bebé y nunca pudieron completar el viaje.
La familia intentó utilizar la llamada estrategia "cai-cai", como se conoce en Brasil a la política "catch and release" o "aprehender y soltar".
Mariana Sanches explica cómo funciona ese mecanismo: uno o dos adultos, tutores legales de un niño, cruzan la frontera con el menor y se presentan ante las autoridades.
Los menores no pueden ser deportados en forma inmediata, por lo que los adultos van a un centro de detención.
Como Estados Unidos no puede mantener detenidos a menores de 18 años en los mismos centros de detención para adultos ni las familias se han separado, en la mayoría de los casos, los adultos solo reciben una notificación para comparecer ante el tribunal en una fecha futura y son liberados en territorio estadounidense. La mayoría de ellos nunca comparece ante los tribunales y se establecen en el nuevo país sin documentos.
Enviado a un hogar a 3.000 km
Los abuelos de Joao intentaron usar la estrategia "cai-cai".
Pero las autoridades de inmigración sospecharon de la situación. Los abuelos no tenían ninguna documentación que acreditara que eran legalmente responsables del bebé y, al contactar a los agentes, dejaron escapar esta información, señaló Sánchez.
Por ley, sólo los padres o personas expresamente autorizadas por ellos, mediante documentos con validez internacional, pueden trasladarse con hijos de un país a otro.
Ante la situación, las autoridades estadounidenses determinaron la separación de abuelos y nieto, y los primeros fueron remitidos a procedimientos de deportación.
El bebé fue enviado al Departamento de Salud y Servicios Humanos, que en los últimos meses se ha visto abrumado por la falta de espacios para acomodar a la enorme cantidad de niños no acompañados de sus tutores, quienes no pueden ser deportados, relató Sanches.
Joao, sin embargo, no podía permanecer en refugios para niños. Aprendiendo a caminar y hablar, su condición era muy frágil y vulnerable, y era urgente encontrar un nuevo hogar temporal para el bebé brasileño.
Después de que le hicieran la prueba del covid-19, Joao fue enviado a la casa de una familia estadounidense en Virginia, a unos 3.000 kilómetros de la frontera con México.
Ahora hay escasez de lugares en hogares temporales, y la vivienda para Joao fue posible gracias al trabajo de una ONG religiosa que ha estado reclutando voluntarios en todo el país para alojar a los niños de la frontera. La ONG no quiso que se divulgara su nombre ni realizar declaraciones al respecto a BBC News Brasil para garantizar la confidencialidad de la identidad de Joao y su familia.
Paralelamente, la madre de Joao comenzó su calvario personal. Cuando descubrió el paradero del bebé, fue necesario que presentara documentos como pasaporte, para ella y Joao, así como un duplicado del acta de nacimiento del niño.
También existía la necesidad de que las autoridades brasileñas le dieran a las estadounidenses su historial criminal, en la que no constaba ningún delito, para que tuviera derecho a recuperar al bebé.
Joao y su madre ya están reunidos, pero Sanches señala que aún están lejos de tener un final feliz, ya que los padres del niño aún tienen que lidiar con el proceso de deportación que podría expulsar a toda la familia de Estados Unidos.
Unidades familiares
El número de inmigrantes brasileños irregulares ha aumentado cada mes y ha atraído cada vez más la atención del Servicio de Inmigración Estadounidense, según Sanches.
Brasil es ya la séptima fuente más frecuente de migrantes sin visa, por delante de Cuba, Haití, Nicaragua, Colombia y Venezuela.
El número de brasileños detenidos en 2021 al cruzar la frontera estadounidense sin visa (29.500) es el récord registrado en toda la serie histórica, que mide dichos movimientos por nacionalidad desde 2007.
Hace 10 años, en 2011, solo 472 brasileños eran detenidos en las mismas condiciones.
La abrumadora mayoría de los casi 4.867 niños de hasta 6 años que llegaron a Estados Unidos por esta vía desde octubre pasado iban acompañados de sus padres.
Esto es lo que las autoridades estadounidenses llaman unidades familiares: dos tercios de los casi 30.000 brasileños ya detenidos por inmigración en 2021 estaban en familias nucleares, que incluye a padres e hijos.
Esto se debe a la práctica "cai-cai", que incentiva el viaje de migrantes sin visa con sus hijos menores de edad. Los adultos buscan de esa forma asegurarse de no ser deportados inmediatamente al llegar a Estados Unidos cuando se presenten a las autoridades locales.
"Seguí el caso reciente de un hombre que pagó US$12.000 a un coyote y se enfureció cuando la madre de su hija, con quien no estaba casado, se negó a que la niña de 15 años lo acompañara en el viaje por México", señaló a la periodista Mariana Sanches la socióloga Sueli Siqueira, especialista en migración de brasileños a Estados Unidos de la Universidad de Vale do Rio Doce.
"El padre dijo que para hacer una 'inversión' tan alta, necesitaba estar seguro de que no sería deportado. Y eso solo sería posible con la presencia de la adolescente, que no sería deportada ni separada de su padre".
De Trump a Biden
Tanto las autoridades brasileñas comolas estadounidenses afirman que la estrategia del "cai-cai" había sido prácticamente abandonada durante la administración Trump, cuando el entonces presidente republicano adoptó prácticas como la separación de padres e hijos, la deportación sumaria de menores y la obligación de esperar la respuesta a la solicitud de asilo en territorio mexicano.
Pero todas estas medidas restrictivas fueron revisadas y, parcial o totalmente, abolidas durante la administración Trump o ya durante el gobierno de Biden, lo que llevó a la reanudación del "cai-cai".
Elegido con la promesa de hacer el sistema migratorio "más humano" y de crear un camino para obtener la ciudadanía para 11 millones de migrantes que ya viven en el país sin documentos, Biden ha enfrentado una crisis en este asunto, con la llegada de casi 1,3 millones personas que cruzaron la frontera solo en 2021. De estos, 95 mil eran menores sin padres o tutores.
El volumen llevó al presidente actual a encargar a la vicepresidenta el manejo del problema. En una reciente visita a Guatemala, Kamala Harris fue clara en su mensaje: "No vengas (a Estados Unidos)".
Sin embargo, es poco probable que la advertencia tenga algún efecto en los latinoamericanos que buscan una nueva vida en Estados Unidos.
Mariana Sanches señala que, hundida en una mezcla de crisis económica y pandemia descontrolada, la región está experimentando una especie de nueva década perdida, que recuerda a la década de 1980.
"No fue por casualidad que la primera gran ola de migrantes brasileños llegó a los EE.UU., huyendo del desempleo y la alta inflación. Ahora, según el IBGE, el desempleo en Brasil se acerca al 15% y la inflación ha mostrado fortaleza, especialmente en rubros básicos como alimentos", afirmó la periodista de BBC News Brasil.
La socióloga Sueli Siqueira señaló a Sanches que la "desesperanza con la política y la economía de Brasil" y la "creencia de que Biden facilitará la vida a los que vienen del exterior" han alimentado el flujo de brasileños, que debería mantenerse elevado durante muchos meses.
También afirma que las características de esta migración -mayoritariamente en familia- también indican que estas personas no piensan solo trabajar y ganar en dólares por algunas temporadas para luego regresar a Brasil, sino que buscan un cambio permanente de país, un reasentamiento y un nuevo comienzo en la vida.
*El nombre del niño fue cambiado para preservar su identidad.