50.000 efectivos, 10.000 vehículos, 250 aviones, 65 barcos?
Las fuerzas de 31 países se unen desde este miércoles en Noruega y en las aguas del Atlántico Norte y el mar Báltico para desarrollar el Trident Juncture 18, el mayor ejercicio militar que realiza la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) desde la Guerra Fría.
Hasta el próximo 7 de noviembre, las naves, tanques y aviones de la OTAN llegarán incluso hasta Finlandia y Suecia, dos naciones que no son miembros de la alianza, pero que se sumarán este año a las maniobras.
De acuerdo con la organización, el ejercicio contará de dos partes: un escenario "en vivo" y operaciones de comando asistidas por computadoras, que tendrán como objetivo el entrenamiento para los procedimientos de control de la Fuerza de Respuesta de la OTAN en 2019.
En un comunicado, el secretario general de la alianza, Jens Stoltenberg, afirmó que las rutinas, enviarían un mensaje claro a los estados miembros "y a cualquier adversario potencial": la organización no busca confrontaciones, pero está lista para defender a sus aliados.
"En los últimos años, el entorno de seguridad de Europa se ha deteriorado significativamente. La OTAN ha respondido con la mayor adaptación de nuestra defensa colectiva desde el final de la Guerra Fría", sostuvo Stoltenberg.
Aunque la organización aseguró que las maniobras no se realizaban contra un "enemigo" en específico, expertos y medios de prensa especializados consideran que se trataba de un mensaje directo a Moscú, el rival histórico de la OTAN.
De hecho, la embajada del Kremlin en Oslo alegó en un comunicado que consideraba Trident Juncture como un ejercicio "antirruso".
"Dicha actividad (...) se presenta como provocativa, incluso si se trata de justificarla como de naturaleza puramente defensiva", indicó la representación diplomática.
No fue la única en protestar.
Crecientes tensiones con Rusia
En un fuerte comunicado en días previos, el Ministerio de Relaciones Exteriores ruso condenó los juegos y amenazó que consideraría una respuesta ante "el aumento" de la actividad de la OTAN cerca de su frontera europea.
"La escalada de la actividad militar y política de la OTAN en la región ártica, es decir, en las inmediaciones de Rusia, no ha pasado inadvertida", advirtió la vocera Maria Zakharova.
Las protestas y amenazas de Moscú por los ejercicios militares de la OTAN tienen lugar tras varios roces que han crispado las relaciones entre los dos bandos, ya tensas desde que Rusia se anexó Crimea y aumentó su presencia militar allí desde 2014.
El envenenamiento del exespía ruso Serguei Skripal en Reino Unido, las acusaciones sobre la intervención del Kremlin en las elecciones de 2016 en Estados Unidos e incursiones rusas en el Ártico han sido solo una parte de las fichas que han complicado el juego geopolítico en los últimos tiempos.
El pasado sábado, el presidente Donald Trump -que ha mantenido una posición ambivalente hacia Rusia-, anunció que Estados Unidos abandonaría un tratado nuclear de la época de la Guerra Fría, una decisión que, según Moscú, sería un "paso muy peligroso".
Los Trident Juncture 18, por demás, llegan un mes después de que Rusia celebrara los Vostok 2018, los mayores ejercicios militares que realiza el Kremlin desde la desaparición de la URSS.
"Debemos pensar en estos ejercicios como rondas en una conversación en curso sobre quién derrotaría a quién en una prueba de armas", explica a BBC Mundo James Holmes, profesor de estrategia militar del Colegio Naval de Estados Unidos.
"Cuando los rusos realizan estos ejercicios, hacen una declaración sobre lo que pueden hacer sus fuerzas armadas y lo que Kremlin está dispuesto a hacer. Cuando los hace la OTAN emite entonces una respuesta sobre lo que pueden hacer las fuerzas armadas occidentales y lo que los gobiernos aliados están preparados para hacer", añade.
Pero más allá de esto, Holmes considera que el espacio donde se desarrollarán este año las maniobras también envía un mensaje.
Miras hacia el Ártico
A lo largo de su historia, la gran mayoría de los ejercicios militares realizados por la OTAN se concentraron en zonas geopolíticamente volátiles, como Europa central y oriental, cerca del mar Báltico meridional o incluso, áreas alejadas de potenciales conflictos.
De hecho, la primera versión de Trident Juncture tuvo lugar en 2015 entre España, Italia y Portugal.
La realización ahora de ejercicios en las aguas cercanas a Islandia, el norte del Atlántico, el mar Báltico y en Noruega y el espacio aéreo de Finlandia -ambas con frontera con Rusia- cambia drásticamente el enfoque geográfico.
"Con este ejercicio, las fuerzas de la OTAN buscan demostrar que pueden operar juntas en los climas del norte", señala Holmes.
Pero también considera que la participación activa de fuerzas armadas de Suecia y Finlandia -que aunque han asistido en otras maniobras, siempre se han mostrado ajenas a alianzas miliares- muestra un "profundo cambio en el pensamiento estratégico de esos países".
En criterio de Holmes, otro elemento que se debe tener en cuenta es que será la primera vez desde 1991 en que un portaaviones de propulsión nuclear de la Armada de Estados Unidos volverá a operar sobre el Círculo Ártico.
"Busca enviar una señal de que Estados Unidos y la OTAN pueden proteger a sus aliados nórdicos, amenazar las costas del norte de Rusia y defender los intereses reales y crecientes de Estados Unidos en el Ártico", agrega.
Y es que ese mar se ha convertido desde hace años en un objetivo de interés no solo para las naciones que tienen costas en sus aguas.
Rusia ha concentrado tropas en su región noroeste en los últimos tiempos y, al igual que China, ha mostrado interés en crear rutas comerciales a través del Ártico, lo que ha causado protestas de naciones de la zona.
En un editorial conjunto publicado este miércoles en el diario sueco Dagens Nyheter, autoridades de Islandia, Suecia, Noruega, Dinamarca y Finlandia indicaron que no ha habido amenazas militares contra los países nórdicos, pero que se vive "un momento impredecible e incierto".
"Rusia ha demostrado la voluntad y la capacidad de utilizar la fuerza militar para lograr objetivos estratégicos", señaló el artículo.
Los ministros firmantes cuestionaron, además "los ataques cibernéticos y la desinformación" que, según el texto, utiliza el Kremlin "para crear divisiones entre las personas en Europa y en Estados Unidos", por lo que consideraron los juegos como "fundamentales" para los tiempos actuales.
Y es que, en opinión de Holmes, estas maniobras se tratan al final de "una versión adulta y mortal de las bromas en el patio de recreo".
"Si la OTAN cree que Moscú prevalecería en tiempo de guerra, es más probable que logre apaciguarlo en tiempos de paz y viceversa", señala.