Una encuesta hecha para la BBC en varios países y territorios del mundo árabe arrojó un resultado inesperado. En Irak, más hombres que mujeres informaron haber sufrido acoso sexual verbal y alguna agresión sexual física. ¿Puede ser esto cierto?
Sami tiene 13 años
Sami estaba en el baño de su escuela cuando tres estudiantes mayores, de entre 15 y 17 años, lo acorralan contra una pared y comienzan a toquetearlo.
Al principio, Sami se paraliza, queda en shock. Pero reacciona.
"Empecé a gritar", dice.
La conmoción alertó a otros, que llamaron al director de la escuela.
La institución educativa decidió expulsar a los agresores pero nunca informa a los padres la razón o la naturaleza del ataque.
A Sami (que no es su nombre real) lo llamó el director a su oficina. Lo que sucedió allí, según lo sintió él, es un segundo ataque.
Le dijeron que la escuela trataría el hecho como un incidente sexual consensuado y que tenía suerte de no ser expulsado junto a sus atacantes. Sami tenía "otra oportunidad" para quedarse.
"Todos pensaron que actuaba en connivencia con ellos", dice.
Conmocionado y abrumado por el ataque, Sami decide no contárselo a su familia, guardándoselo a sí mismo y apenas comunicarse durante meses.
Esta fue la primera vez que Sami fue atacado sexualmente.
Sami tiene 15 años
Es 2007 y el padre de Sami había fallecido hacía poco más de un año. La pérdida de quien llevaba dinero a la casa es un gran golpe para toda la familia.
Al crecer en una ciudad típica en la provincia de Babilonia, a unos 100 kilómetros al sur de Bagdad, Sami tuvo una infancia feliz.
Se despertaba a las 7 de la mañana, iba a la escuela y regresaba alrededor del mediodía. Por las tardes estudiaba y pasaba tiempo con su hermano o hermana. Y por las noches la familia visitaba a sus abuelos para cenar.
A veces ayudaba en la tienda de dulces donde su padre trabajaba para ganar donas como pago.
Pero la muerte de su padre significó que Sami tenía que salir y trabajar. Consiguió un empleo en una tienda en el mercado local.
Fue entonces cuando volvió a pasar.
Sami se sintió incómodo con la cantidad de atención que recibía del dueño de la tienda.
Un día, cuando estaban solos, lo acorraló y trató de besarlo y acariciarlo.
Sami actuó impulsivamente y le partió un frasco de vidrio en la cabeza. Salió corriendo.
Él no sabe lo que el dueño de la tienda fue diciendo, pero le tomó un año conseguir otro trabajo.
Sami tiene 16 años
Su madre y sus hermanos están lejos y un primo mayor vino a de visita. Sentado junto a Sami, su primo saca su teléfono y comienza a mirar imágenes pornográficas frente a él. Entonces, de repente, lo agarra, lo golpea y abusa sexualmente de él.
El ataque es demasiado doloroso para que Sami hable. Si lo recuerda demasiado, tiene pesadillas.
Sami ya no podía quedarse en la casa de su infancia.
"Logré convencer a mi familia para que nos mudáramos de casa y de barrio. Cortamos lazos con nuestros parientes y amigos del vecindario", dice.
La familia se dirigió a Bagdad donde todos encuentraron trabajo.
Pero el trauma de los ataques siguió, lo que llevó a Sami a evitar las relaciones románticas.
Más tarde, a medida que creaba confianza con nuevos amigos en la ciudad, Sami toma la decisión de no seguir llevando la carga de su experiencia solo.
Empieza a contar a un pequeño grupo de amigos cercanos lo que le había pasado. Y la reacción fue inesperada. Sami se dio cuenta de que no estaba solo en esta experiencia.
Muchos de sus amigos también habían sufrido acoso o alguna agresión sexual.
Resultados sorprendentes
La encuesta para la BBC en diez países árabes, incluidos los territorios palestinos, encontró que en Túnez e Irak un mayor número de hombres que mujeres reportaron haber sufrido alguna agresión sexual, verbal o física.
En Túnez, el margen es pequeño, solo el 1%. Pero en Irak la diferencia es llamativa. El 39% de los hombres dijeron que habían experimentado acoso sexual verbal, en comparación con el 33% de las mujeres.
Y el 20% de los hombres iraquíes dijeron que habían experimentado violencia sexual física, en comparación con el 17% de las mujeres iraquíes.
Un mayor número de hombres iraquíes también informaron haber experimentado violencia doméstica.
Estos resultados sorprenden, teniendo en cuenta el grave estado de los derechos de las mujeres en el país: el artículo 41 del código penal iraquí incluso establece que no es ilegal que un hombre golpee a su esposa.
Subestimar el acoso
La doctora Kathrin Thomas, del Barómetro Árabe, la red de investigación que realizó la encuesta, advierte que las mujeres que sufren violencia sexual pueden preferir permanecer calladas.
Primero, "las personas tienden a subestimar el acoso, ya que puede ser vergonzoso y desagradable para ellas hablar del tema" y segundo "denunciar el acoso puede tener consecuencias negativas para ellas".
"Las mujeres pueden ser más propensas al acoso (?) en comparación con los hombres", solo que no está documentado, advierte.
Belkis Wille, investigadora en Iraq para Human Rights Watch, está de acuerdo.
"Las mujeres a menudo son reacias a admitir y clasificar sus experiencias como violencia doméstica o sexual. Incluso la terminología puede ser desconocida", dice.
Esta tendencia se ha notado en los hospitales iraquíes, señala. Por ley, los hospitales tienen policías presentes en todo momento y los médicos están obligados a informarles si una mujer dice que es víctima de abuso.
"Es muy frecuente que las mujeres mientan y protejan a los perpetradores, especialmente si es una persona conocida, ya que tienen miedo de desencadenar una investigación criminal que podría ponerlas en riesgo", dice.
Human Rights Watch también tiene conocimiento de casos de violencia sexual perpetrada contra hombres homosexuales y mujeres trans en Irak, aunque parece que estos casos tampoco son denunciados a la policía.
"Los hombres gay y transexuales siguen sufriendo acoso sexual en Irak. Los que lucen y suenan más 'femeninos' (basados en estereotipos locales) a menudo son objeto de violencia sexual", dice Amir Ashour, fundador de IraQueer, una ONG con sede en Suecia que se centra en las experiencias de las personas LGBT en Irak.
"Estos crímenes continúan siendo menos denunciados porque las normas sociales no permiten que los hombres hablen sobre estas cosas y el hecho presentar esas denuncias también podría revelar que las víctimas son homosexuales, lo que podría conducir a más violencia y discriminación".
Sami coincide con esto y agrega que a pesar de que la violación masculina es ilegal, la policía y la sociedad en general tienen poca simpatía por las víctimas.
"Si alguien presenta una denuncia ante la policía por la violación de un hombre, es probable que el policía se ría de ti", dice.
La encuesta de la BBC
- Más de 25.000 personas participaron de la encuesta en 10 países de Medio Oriente y África del Norte: Argelia, Egipto, Irak, Jordania, Kuwait, Líbano, Marruecos, Sudán, Túnez y Yemen, y los territorios palestinos.
- Esta es la encuesta más grande que se hizo de la región por número de personas entrevistadas, por número de países cubiertos y en cuanto al alcance de las preguntas.
- Fue realizada por Arab Barometer, una red de investigación con sede en la Universidad de Princeton.
Sami recuerda la experiencia que tuvo en la escuela a los 13 años, cuando fue culpado por ser víctima de un ataque, y dice que podría volver a suceder en la actualidad.
"Si denunciara que fui violado, es probable que la policía no me vea como una víctima sino que incluso me mande a la cárcel porque me verían como parte de eso, que se consideraría un acto homosexual, que es ilegal", dice.
"La ley está de mi lado, pero quienes deben hacer cumplir la ley no lo están".
La policía iraquí emitió una declaración al respecto en un comunicado: "Nuestra puerta está abierta a todos los ciudadanos. Los acosadores sexuales fueron arrestados después de que las víctimas reportaron incidentes".
La declaración agrega que se adoptó una nueva estrategia en 2003, en línea con la nueva política del país sobre derechos humanos, y que se había contratado a oficiales especializados para tratar esos casos.
Sami tiene ahora 21 años
La vida es mejor ahora. A Sami le gusta vivir en Bagdad.
Tiene una carrera en una gran empresa internacional y un grupo de amigos que lo conocen y a los que no les oculta lo que le ha pasado.
Espera que al contar su historia a la BBC, anime a otros hombres a hablar sobre sus experiencias.
Pero todavía no ha podido superar del todo el pasado. Todavía no siente que esté preparado para una relación.
Tal vez algún día encuentre una pareja, dice, cuando él y la sociedad iraquí hayan cambiado.
Dice que lo pensará de nuevo cuando tenga 35 años.