Un barril de petróleo descubierto en el fondo de un embalse en una reserva natural de Tailandia en abril de 2019 arrojó luz sobre una historia que algunos hubiesen preferido que permaneciera oculta. Una historia que trata sobre hombres poderosos y lo que supuestamente son capaces de hacer para encubrir sus crímenes. Pero también es un relato que habla de la determinación de una mujer por obtener justicia para el hombre que amaba y la comunidad por la que este luchaba.
Pinnapa "Muenoor" Prueksapan recuerda las palabras que su esposo le dijo en 2014 como si fuera ayer.
"Me dijo: 'Las personas involucradas en esto no están contentas conmigo. Dicen que si me encuentran, me matarán. Si desaparezco, no vengas a buscarme. No te preguntes dónde fui. Probablemente me habrán matado".
"Entonces le respondí: 'Si sabes que corres un peligro así, ¿por qué no dejas de ayudar a tu abuelo y a la aldea?'
"Y él me dijo: 'Cuando estás haciendo lo correcto, tienes que seguir luchando, incluso si eso significa que puedes perder la vida".
"Y después de eso, ya no pude pedirle que parara", recuerda la mujer.
Cuando Porlajee "Billy" Rakchongcharoen se fue a trabajar el 15 de abril de aquel mismo año, Muenoor no hizo preguntas. Él se fue como cualquier otro día, agarró la bolsa de viaje que su esposa le había empacado y salió por la puerta sin despedirse.
Le dijo a Muenoor que tenía una reunión como parte de su papel de funcionario electo localmente, pero esa no era toda la verdad. En realidad, Billy había ido a ver a su abuelo y a miembros de su pueblo para recopilar pruebas que pudieran llevar a los abogados en Bangkok, la capital de Tailandia: evidencias con las que esperaba probar de una vez por todas que las autoridades locales en esta remota zona del sur del país estaban desalojando ilegalmente a las comunidades indígenas.
Tres días después, Muenoor recibió una llamada telefónica del hermano de Billy preguntándole si este había llegado a casa sano y salvo. Pero todavía no había vuelto. De repente, Muenoor recordó las palabras de su esposo.
Y ahora, Billy había desaparecido.
El bosque maldito
Quizás esa llamada telefónica nunca hubiera sucedido de no haber sido por otra tragedia ocurrida tres años antes.
En julio de 2011, tres helicópteros militares se estrellaron en un área remota del Parque Nacional Kaeng Krachan, cerca de la frontera sur de Tailandia con Birmania. Cayeron uno tras otro en una serie de accidentes que se atribuyeron al mal tiempo.
La tragedia se agravó aun más por el hecho de que los dos últimos helicópteros habían sido enviados a recoger los restos del primero.
Diecisiete personas perdieron la vida en los tres accidentes: 16 soldados y un periodista de Bangkok.
Estos accidentes llamaron la atención de la prensa tailandesa. Pronto, periodistas de todo el país llegaban al área, lo que significaba que, por primera vez, todos los ojos estaban puestos en esta región tranquila y rural, y en los oscuros secretos que ocultaba.
Al final, una pista condujo a los periodistas a un lugar remoto, lejos de la densa jungla verde del parque nacional más grande del país, y al secreto que los soldados, al parecer, habían muerto tratando de proteger.
Porque allí, en lo profundo del bosque, estaban los restos carbonizados de una aldea.
Los guardaparques
Aquella aldea había sido el hogar de una pequeña comunidad indígena compuesta por unas 100 familias de la minoría karen. Eran agricultores que vivían una vida simple, en equilibrio con su entorno.
Era donde Billy había crecido junto a su abuelo, el líder espiritual de los karen, Ko-ee Mimee.
Su existencia, de alguna manera, suena idílica. Pero los 352.000 karens que viven en Tailandia son vistos como forasteros. La mayoría de los 5 millones de karens que hay en el mundo viven en la vecina Birmania.
Pero décadas de persecución y una larga guerra civil con el gobierno birmano han obligado a miles de civiles karens a cruzar la frontera, donde las autoridades tailandesas los califican de amenaza extranjera, por estar supuestamente asociados con narcotraficantes y militantes insurgentes.
Aparentemente, esa es la razón, según los lugareños, por la que los guardaparques nacionales aparecieron, evacuaron el pueblo y lo quemaron todo semanas antes de los accidentes de helicóptero.
El helicóptero militar se dirigía a la aldea para asegurarse de que esta había sido destruida por completo.
Billy no estaba allí la noche de 2011 en que los guardaparques llegaron. Se había casado con Muenoor y mudado a un pueblo más cercano a la familia de ella.
Pero el abuelo de él, un líder espiritual respetado en la aldea, sí estaba y permitió a los guardabosques pasar la noche en su choza.
"Ese día, había tres helicópteros volando sobre la aldea", le dijo a la BBC un ciudadano de esta minoría que desea permanecer en el anonimato.
"Ese primer día había 15 guardaparques. Entraron en la casa del abuelo de Billy. Hablaron con él y le pidieron pasar la noche allí".
Ko-ee Mimee no tenía la menor idea de lo que estaba por suceder.
"Los guardaparques no dijeron ni hicieron nada que pareciera amenazador, excepto por el hecho de que estaban armados. Al día siguiente, a las nueve de la mañana, los helicópteros regresaron. El jefe del pueblo le dijo al abuelo de Billy que empacara su ropa y que fuera con los guardaparques a los helicópteros ", recuerda la fuente.
Incluso cuando se les dijo a los aldeanos que subieran a los helicópteros, no hubo pánico: todavía no entendían lo que estaba sucediendo.
Fue solo cuando se alzaron sobre los árboles que la magnitud de lo que estaba pasando finalmente se hizo evidente.
"Al despegar, comencé a ver humo y podía oír el crujir del bosque debido al fuego", le dijo el aldeano a la BBC. "Cuando el helicóptero estaba por encima de la aldea, miré abajo y vi mi casa entera en llamas".
"Todo lo que había dentro de la casa del abuelo de Billy se quemó. No tenía consigo más que una bolsa con su sombrero y una camisa adentro. El resto de los aldeanos no pudieron llevarse ninguna de sus pertenencias".
"Todo lo que alguna vez tuvimos fue quemado junto con nuestras casas".
El agricultor que se defendió
Chaiwat Limlikidacsorn, entonces jefe del parque nacional, les dijo luego a los periodistas que las familias eran invasoras y que la aldea se utilizaba como punto de tránsito para los traficantes de drogas karen que cruzaban la frontera desde Birmania.
Según la ley tailandesa, argumentó, no se podía construir estructuras permanentes en parques nacionales y, aquel año, el equipo de guardaparques de Chaiwat estaba postulando el Parque Nacional Kaeng Krachan para la lista de Patrimonio Cultural de la Unesco.
La comunidad de Billy negó las acusaciones. Dijeron que hasta los mapas militares que datan de 1912 mostraban que su aldea había existido en aquel mismo lugar durante al menos 100 años y mucho antes de que el bosque se convirtiera en un parque nacional en 1981.
"La forma en que vivimos y cultivamos estaba en armonía con el bosque", le dijo a la BBC Abisit "Jawree" Charoensuk, un karen de la aldea. "Los karens respetamos la naturaleza como un dios nuestro. Adoramos a un dios del agua, a un dios del bosque y a todos los seres vivos del bosque. Nuestra técnica de cultivo es respetuosa con el medio ambiente y sembramos cosas que podemos consumir durante todo el año".
"Pescamos en el río, cazamos pequeños animales en el bosque y rotamos lo que cosechamos. Cultivamos arroz para vender y las mujeres tejen ropa para vender".
Sin embargo, después de que la aldea fuera quemada, cuando las autoridades del parque trasladaron a la comunidad a las afueras de Kaeng Krachan, las cosas cambiaron.
"No hay arroz para cosechar porque no hay tierra para cultivarlo. El terreno al que nos trasladaron es todo roca", le dijo Billy a los periodistas en 2011. "Como no podemos ganarnos la vida, no sabemos cómo sobrevivir. Algunos de nosotros no tenemos la ciudadanía tailandesa, por lo que no podemos buscar trabajo en la ciudad".
"Muchos tienen miedo de ser arrestados por la policía si salen de la zona. No podemos vivir aquí; tenemos que volver a donde estábamos".
La destrucción de su aldea marcó un punto de inflexión para Billy, transformando al joven agricultor en un activista de derechos humanos. Él y su abuelo se pusieron en contacto con abogados en Bangkok, a unas dos horas y media en auto.
Pero fueron los accidentes de helicóptero los que finalmente le dieron a su causa la atención que necesitaba.
Billy se apasionó cada vez más por obtener justicia. Organizó seminarios sobre los derechos de la comunidad karen y viajó por el país explicando lo que le había sucedido a su pueblo. Encabezó los intentos de demandar a los guardaparques por compensación.
"Billy actuó como asistente del abogado que representa a los aldeanos", explica Muenoor. "Recopiló pruebas para ellos, habló con los aldeanos y descubrió qué sucedió y qué perdieron exactamente. Llevó a su abuelo al tribunal administrativo para poder demandar a los guardaparques nacionales que incendiaron su aldea".
La desaparición
La última vez que Billy fue visto con vida, estaba siendo arrestado por sacar miel silvestre del bosque.
La detención en sí no era inusual: es ilegal sacar algo del bosque, pero la mayoría de gente paga una multa y son liberados.
Pero ese día, Billy tenía más que miel silvestre. También llevaba consigo pruebas de los aldeanos karen y de su abuelo, los mismos documentos que esperaba usar en la corte para demandar a los guardaparques.
Cuando Muenoor intentó denunciar la desaparición de su esposo ante la policía local, sus preocupaciones fueron desestimadas, cuenta. Pero, en su corazón, ella sabía lo que había sucedido.
"Pensé que estaba muerto porque si todavía estaba vivo o escondido, habría encontrado alguna manera de contactarme, a mí o a su familia, porque así era él: un tipo inteligente. Habría encontrado una manera de contactarme ese primer día en que desapareció".
Billy había sido, como se dice en Tailandia, "apartado". Los grupos de derechos humanos aseguran que miles de activistas han desaparecido así durante décadas, aunque Naciones Unidas sitúa el número en 82. Muchas familias tienen demasiado miedo de ir a la policía para informar que sus seres queridos han desaparecido.
Muenoor, sin embargo, no tenía miedo. Durante los siguientes meses y años, con la ayuda de abogados en Bangkok, pidió repetidamente que se investigara judicialmente la detención ilegal de Billy.
Pero una y otra vez, estas peticiones fueron rechazadas bajo el argumento de que no había pruebas, pese a que la policía no pudo encontrar ningún registro de la liberación de Billy.
Y aunque se encontraron rastros de sangre humana en un vehículo perteneciente a la oficina del parque, no fue posible verificar si estos eran de Billy porque el vehículo fue limpiado antes de que los expertos forenses pudieran examinarlo.
Pero, de nuevo, sin un cuerpo, no había mucho que se pudiera hacer: en Tailandia, nadie ha sido llevado ante la justicia por hacer desaparecer a alguien, por llevárselo. De hecho, el delito de desaparición forzada no existe en ese país.
La lucha de Muenoor por justicia sufrió un nuevo golpe cuando el Departamento de Investigación Especial (DIS) de Tailandia, que analiza casos de alto perfil como los que involucran a funcionarios del gobierno, dijo que no se ocuparía del de Billy.
Mientras tanto, Chaiwat, el jefe del parque nacional, fue ascendido y retirado de esa zona.
El barril de petróleo y el embalse
Pero entonces, en un movimiento inesperado, el DIS, bajo la presión internacional de grupos de derechos humanos, de repente anunció en junio de 2018 que comenzaría a investigar la desaparición de Billy.
Menos de un año después, Muenoor recibió una extraña llamada telefónica: los investigadores le pidieron que fuera al embalse del Parque Nacional Kaeng Krachan. Le dijeron que trajera incienso, cuyo humo, según los karens, conecta este mundo con el otro.
Cuando ella llegó, le pidieron a Muenoor que rezara junto al agua.
"Billy, si estás aquí debajo del puente, revélate o muéstrame una señal para que yo y todos los que estamos tratando de ayudarte podamos traerte justicia y encontrar pruebas", rezó. "Entonces podremos hacer que tu caso avance para revelar la verdad sobre lo que sucedió".
Con la ayuda de un robot submarino, un equipo de buzos se dedicó a buscar en el embalse.
Lo que encontraron fue uncilindro de aceite oxidado con capacidad de 200 litros. Dentro había fragmentos de huesoquemados. Eso no fue sorprendente: los barriles de petróleo se han utilizado desde la Segunda Guerra Mundial para torturar y quemar vivos a quienes desafían al gobierno. Se han convertido en un símbolo de una cultura de impunidad.
Pero una prueba de ADN arrojó que los restos que había en aquel cilindro eran de Billy.
Después de eso, los investigadores enviaron a Muenoor la imagen delfragmento de un cráneo: quemado, agrietado y encogido después de haber estado expuesto al calor a temperaturas de hasta 300ºC. Quien fuera que lo hizo, al parecer, había tratado de ocultar el crimen.
"¿Qué tipo de persona podría hacerle algo así a otra?", pregunta Muenoor. "Es inhumano. Yo estaba devastada de que él tuviera que pasar por algo así. Quienquiera que haya hecho esto nunca pensó en la familia de Billy o en cómo nos afectaría. Si esto le hubiera sucedido a la familia del asesino, ¿cómo se habría sentido él?"
El punto de inflexión
En noviembre de 2019, el DIS emitió una orden de arresto. Era para el ex jefe del Parque Nacional Kaeng Krachan, Chaiwat Limlikidacsorn, y para otros tres guardaparques. Todos niegan su culpabilidad.
El arresto fue un shock para muchos en Tailandia. Es inusual que alguien que trabaja para el Estado y con un alto cargo sea arrestado por cargos tan graves.
Chaiwat ha dejado claro lo que siente.
"Desde que sucedió, el DIS y los medios de comunicación me han mostrado de manera negativa", se quejó Chaiwat a los periodistas. "Han arruinado mi sencilla vida como funcionario del gobierno y la de mis tres colegas. También han destruido a mi familia".
"En lugar de ser un funcionario honesto del gobierno y de proteger el bosque, me veo obligado a enfrentarme a todos ustedes aquí hoy. He dedicado toda mi vida, fuerza y ??energía a ayudar a esta nación".
Chaiwat y los tres guardaparques están acusados ??de seis delitos, incluidos los de asesinato premeditado, detención ilegal y ocultamiento del cuerpo de Billy.
La desaparición forzada no está entre ellos.
Aun así, si Chaiwat y los otros guardaparques son declarados culpables del asesinato de Billy, será la primera vez que uno de los desaparecidos reciba justicia.
Algunas personas como el destacado abogado de derechos humanos Surapong Kongchantuk creen que se generará suficiente presión para obligar al gobierno tailandés a aprobar una ley de desaparición forzada.
"Han surgido patrones en estos casos de desaparición", dijo Surapong a la BBC. "En la mayoría, las desapariciones se dan a plena luz del día. Y con muchas personas presentes que sirven de testigos. Pero los cuerpos nunca se encuentran, por lo que los casos no pueden ser procesados".
"Si podemos hallar justicia para Billy, esto será un punto de inflexión para Tailandia".
Pese a que la muerte de Billy puede cambiar la ley tailandesa, la causa por la que supuestamente perdió la vida, la lucha por su pueblo, no resultó victoriosa. Aunque los aldeanos karen ganaron el caso contra el Departamento de Parques Nacionales y obtuvieron una compensación de $1.600 por familia, no se les ha permitido regresar a donde estaba su aldea.
Tantos años de lucha también han afectado a Muenoor. Ella admite que ha sido difícil para toda la familia perder a Billy, especialmente para los niños.
"Su caso salió tanto en las noticias que un día me preguntaron por qué la persona que le hizo eso a su padre no estaba en la cárcel: '¿Qué le hizo papá? ¿Por qué tuvo que matar a papá?", cuenta Muenoor.
"Ha sido difícil. He tenido que mantenerme fuerte. Tengo que ocuparme de todo en casa. Tengo que trabajar para ganarme la vida y, además, todavía estoy tratando de conseguir justicia para Billy. Cuando él todavía estaba aquí, me apoyaba".
"Mi vida ha dado un vuelco, el día se convirtió en noche".