No hace tanto tiempo que los combatientes kurdos y las fuerzas iraquíes estaban unidos combatiendo un enemigo común: el autodenominado Estado Islámico que tenía bajo su control grandes franjas de territorio en Irak.
Pero ahora que los yihadistas han sido expulsados de gran parte de la región, las ambiciones independentistas de los kurdos los han confrontado con el gobierno central de Irak, al que acusan de declarar una guerra en su contra.
El enfrentamiento se vio recrudecido en septiembre pasado, cuando se celebró en la región semiautónoma del Kurdistán, en el norte de Irak, un referéndum sobre la independencia.
El voto, al que se opuso gran parte de la comunidad internacional, incluidos Estados Unidos y las dos potencias regionales vecinas Turquía e Irán, fue declarado ilegal por Bagdad.
Desde entonces se han incrementado las tensiones en una de las regiones más volátiles del mundo.
Y Washington, que ha estado apoyado tanto a las fuerzas kurdas -o peshmerga- como a las iraquíes, observa con creciente preocupación la posibilidad de que estalle un nuevo conflicto en la zona entre sus dos aliados.
El domingo, después de semanas de tensión entre ambas partes, las fuerzas iraquíes lanzaron lo que llamaron una "gran operación" para recuperar las posiciones que los kurdos tomaron del Estado Islámico en Kirkuk y sus lucrativos campos petroleros.
Kirkuk, en el noreste del país, limita con la región del Kurdistán y la reclaman tanto los kurdos como el gobierno central.
Se estima que la mayoría de su población es de origen kurdo, pero en su capital también hay una importante comunidad árabe y turcomanos.
Casi sin encontrar resistencia, los iraquíes ocuparon Kirkuk, que había estado bajo control de los kurdos desde 2014, cuando expulsaron a los combatientes de Estado Islámico.
El gobierno iraquí afirmó que los combatientes kurdos "se habían retirado sin combatir", pero surgieron informes de enfrentamientos e intercambio de artillería al sur de la ciudad y se dijo que miles de residentes estaban huyendo de la zona.
Naciones Unidas estima que la operación hizo huir a unas 61.000 personas pero considera que algunos ya regresaron.
La operación de las fuerzas iraquíes, además de suponer un golpe para las aspiraciones independentistas kurdas, también lo es para su economía.
Los kurdos mantienen el campo de Jurmala, que procesa unos 10.000 barriles diarios de crudo extrapesado y que ya tenían desde 2008.
Las fuerzas de Bagdad ocuparon los campos petroleros que los kurdos habían gestionado desde 2014 y que producen más del 60% del petróleo que exportaban.
Y se apresuraron a tratar de capitalizar sus ganancias. El ministro del Petróleo, Jabbar Luaybi, pidió a la británcia BP que "se apresure a hacer planes para explotar los campos de Kirkuk".
¿Nueva guerra?
Tal como informa la corresponsal de la BBC en Irak, Orla Guerin, todavía queda en pie a la entrada de Kirkuk una gran estatua de un combatiente peshmerga, "pero aparte de eso hay pocas señales de que los kurdos estén en control".
"Las fuerzas iraquíes están ahora al mando y manejan puntos de control en la carretera que lleva a la ciudad", señala Guerin.
Según la periodista, la ciudad permanecía tranquila durante el miércoles, aunque "las zonas kurdas parecían las de un pueblo fantasma con casas y tiendas cerradas".
"Los miles que huyeron con la llegada de las tropas iraquíes no se han dado prisa en volver", apunta. "Los pocos que encontramos en la calle hablaron de incertidumbre y pérdida".
Guerin señaló que también encontraron a kurdos enfadados con los peshmerga por no haber defendido la ciudad y otros culparon a los independentistas que organizaron el referéndum de septiembre.
El conflicto entre el gobierno de Irak y los kurdos no es nuevo pero, tal y como señalan los expertos, tras el referéndum independentista de septiembre pasado, Bagdad está bajo presión para reafirmar sus derechos en la provincia, donde están ubicadas cerca del 10% de las reservas de petróleo del país.
"Estas son las jugadas iniciales que amenazan con convertirse en un nuevo conflicto en Irak", explica Jonathan Marcus, corresponsal de asuntos diplomáticos de la BBC.
"Es la batalla por el control del territorio recuperado de EI. Y decir que las cosas están muy complicadas es un eufemismo", agrega Marcus.
"Los kurdos se sienten incentivados por el reciente referéndum y el enorme voto por la independencia kurda. Y el gobierno de Bagdad considera que simplemente está tratando de restaurar el estatus quo que reinaba en el país antes del surgimiento de EI".
Lo cierto es que la situación está siendo observada con gran preocupación por la comunidad internacional.
El miércoles, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas pidió una rebajar la tensión en una declaración unánime en la que el órgano expresó su preocupación.
El Consejo de Seguridad pidió a todas las partes que "se abstengan de lanzar amenazas y usar la fuerza para poner en marcha un diálogo constructivo".
Por su parte, el Departamento de Estado de Estados Unidos emitió un comunicado en el que urge a las fuerzas kurdas e iraquíes a que se abstengan de lo que llama "acciones intensificadoras" y eviten "distraerse de su lucha contra Estado Islámico".
La actual confrontación, además de que refleja las profundas divisiones dentro de Irak, está provocando un profundo dilema para Estados Unidos.
Washington ha estado ofreciendo entrenamiento militar, armas y apoyo aéreo tanto a las fuerzas iraquíes como a las kurdas.
Pero las fuerzas armadas iraquíes también están siendo apoyadas por milicias chiitas, patrocinadas por Irán.
Irán, en días recientes, fue blanco de fuertes críticas de la administración de Donald Trump, quien ha dejado claras sus intenciones de reducir la influencia de Teherán en la región.
Y también está la otra gran potencia en la zona: Turquía, que teme que una independencia kurda en Irak lleve a un movimiento similar de la minoría kurda en su país.
El lunes el gobierno en Ankara elogió a Bagdad y dijo que "está listo para cualquier tipo de cooperación con el gobierno iraquí" para poner fin a la presencia del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), en territorio iraquí.
El PKK es el grupo rebelde turco kurdo que ha estado luchando por la autonomía desde los años 80 del siglo pasado y que es considerado "grupo terrorista" por ese país.