En el campamento de refugiados de Moria, en la isla griega de Lesbos, la violencia es mortal. A eso se suma el hacinamiento y las condiciones sanitarias paupérrimas. Una organización humanitaria ha dicho que niños de 10 años han intentado suicidarse.
"Siempre estamos listos para escapar, tenemos a los niños preparados las 24 horas del día", dice Sara Khan.
"La violencia significa que nuestros pequeños no pueden dormir por miedo".
La refugiada afgana explica que su familia pasa todo el día haciendo colas para conseguir comida en el campamento y toda la noche en alerta por si deben salir huyendo ante el temor de las riñas que se desatan constantemente.
Las condiciones son tan perturbadoras que organizaciones de caridad han decidido irse en forma de protesta.
El lugar huele a aguas residuales sin procesar y hay alrededor de 70 personas por baño, de acuerdo con la organización sin ánimo de lucro Médicos Sin Fronteras.
Algunas personas viven en cabinas móviles, otras en tiendas de campaña y otras más debajo de sábanas de lona impermeables levantadas como refugios.
Esos son los hogares de quienes no pueden obtener ningún espacio oficial para vivir. En una tienda de campaña viven cuatro familias, unas 17 personas.
El campamento ya se extiende por los campos aledaños.
Violencia extrema
Actualmente hay más de 8.000 personas hacinadas en el campamento de Moria, el cual inicialmente estaba hecho para albergar sólo a dos mil.
Una madre cuenta que hay heces en el suelo del refugio en el que ella vive junto a su bebé de 12 días de nacido.
La violencia en el campamento es extrema.
En mayo, cientos de kurdos huyeron porque se desató una pelea entre ellos y árabes.
Alí, quien abandonó el campamento, dice que cuando llegó a Moria con su familia, "encontramos que ya había sectarismo y racismo, ya sea entre sunitas y chiítas, o entre kurdos, árabes y afganos".
Para él, el conflicto entre grupos rebeldes en Siria también había llegado al interior del campamento griego de refugiados.
"Es como la guerra en Siria e incluso más fea. Oímos sobre casos de violaciones, acoso sexual".
Ataques de pánico
El día en que estamos reporteando en Moria, otra pelea se desencadena en la fila para recoger el almuerzo.
Dos personas son apuñaladas, a otras se les desatan ataques de pánico tras ver lo ocurrido.
Los médicos se ponen en alerta en el puesto de Médicos Sin Fronteras.
La organización de caridad dejó la isla en protesta por las condiciones de vida, pero ha abierto una clínica afuera, a las puertas del campamento, porque la necesidad es dramática.
Los niños que están tratando tienen problemas en la piel, causados por las pésimas condiciones de higiene en el interior.
Además han desarrollado enfermedades respiratorias causadas por los gases lacrimógenos lanzados dentro del campamento por la policía para dispersar las peleas.
Política de "contención"
Los problemas de salud mental están a la orden del día, hay muchos niños traumatizados.
Es un drama que Luca Fontana, coordinador de Médicos Sin Fronteras en Lesbos, ha visto.
"Hemos tenido a niños que han intentado suicidarse. Niños de tan solo 10 años que han intentado suicidarse. Y no hay psicólogos infantiles en esta isla", indica.
"Es algo que estamos viendo constantemente", señala
El funcionario asegura que ha reportado las condiciones de vida en Moria al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados de las Naciones Unidas y al ministerio de la Salud de Grecia.
"Pese al hecho de que presionamos para que estos niños sean trasladados a Atenas, tan pronto como sea posible, no está sucediendo. Esos niños siguen aquí".
El campamento abrió en 2015 y fue diseñado originalmente como un puesto de tránsito para acoger a refugiados por cuestión de días, pero algunos de ellos han estado allí por años.
El lugar es controlado por el gobierno griego y el hacinamiento se debe a que Grecia está ejecutando la política de "contención" de la Unión Europea, la cual hace que los refugiados sean mantenidos en la isla y no se trasladen a territorio griego continental.
Es parte de un acuerdo entre la Unión Europea y Turquía, el cual tenía como objetivo el retorno de miles de refugiados a Turquía y se ha estado implementando desde marzo de 2016.
Desde esa época hasta julio de 2018, de acuerdo con estadísticas de la Unión Europea, 71.645 refugiados nuevos llegaron a Grecia por mar y sólo 2.224 han regresado a Turquía.
"No tenemos el dinero"
George Matthaiou, un representante del equipo de prensa del gobierno griego en Moria, reconoce que las condiciones son terribles, pero culpa a la Unión Europea y no a Grecia.
"No tenemos el dinero. Ustedes conocen la situación de Grecia, económicamente", dice.
"Yo quisiera ayudar pero no puedo hacer nada porque la Unión Europea cerró las fronteras".
De regreso a la tienda de campaña de Médicos Sin Frontera, Luca Fontana, quien ha trabajado en zonas de conflicto en diferentes partes del planeta, asegura que este es el peor lugar que ha visto.
Trabajó durante el brote de ébola en África Occidental, pero dice: "Nunca había visto el nivel de sufrimiento que estamos atestiguando aquí cada día".
"Incluso los afectados por el ébola todavía tienen la esperanza de sobrevivir o tienen el apoyo de sus familias, sus sociedad, sus pueblos, sus parientes."
"Aquí, la esperanza te la arrebata el sistema".