La fama del televisivo pastor evangélico Joel Osteen se disparó en los últimos días en Estados Unidos. Pero esta vez, no fue por sus sermones que cada semana siguen millones de personas en todo el mundo.
Osteen fue duramente criticado por no abrir su enorme iglesia de Houston -con capacidad para más de 16.000 personas- para acoger a las personas damnificadas por el huracán Harvey que llegó a Texas el pasado viernes por la noche.
Tras varios mensajes confusos -primero aseguró que la propia iglesia había sido dañada por las lluvias y pedía a sus seguidores unirse a "sus oraciones por los afectados"-, el pastor publicó el martes en sus redes sociales que el templo estaba abierto y recibiendo a quienes necesitaran cobijo.
Estrella mediática
El perfil de Osteen, de 54 años, es más similar al de una celebridad de los medios de comunicación que al de un pastor religioso al uso.
Desde 1999 es el líder de Lakewood, la "megaiglesia" protestante más grande de Estados Unidos. Promulga la teología de la prosperidad, una creencia que sostiene que Dios recompensa con bienes materiales a quien lo merece.
Presenciadas en vivo por una multitud, sus ceremonias se celebran rodeadas de luces, pantallas gigantes y músicos profesionales en un gigante edificio que en el pasado fue sede de los Houston Rockets de la NBA.
A ese público hay que sumar los más de siete millones de personas que siguen la emisión de sus sermones por televisión en más de 100 países y por streaming en internet. Incluso una radio por satélite emite sus mensajes durante las 24 horas.
"La mitad de la gente que nos ve, no va a la iglesia. Y ese era nuestro objetivo: ¿cómo llego fuera de la iglesia? (?) Cuando Jesús estaba aquí, no estaba en la sinagoga. Iba al mercado, y eso es lo que intentamos hacer", afirma Osteen en su web oficial.
Buen comunicador
Su capacidad para hablar en público y de conectar con los fieles a través de mensajes inspiradores son algunas de las claves para entender este fenómeno de masas.
Pero sus estudios en comunicación de radio y televisión también contribuyen a su habilidad para hacer de cada sermón todo un espectáculo.
De hecho, mientras su padre fue el pastor de la iglesia hasta fallecer hace 18 años, Osteen era solo el productor de las emisiones de televisión detrás de las cámaras.
Solo un año después de ponerse públicamente al frente de las ceremonias, la asistencia semanal de fieles a la iglesia creció de 5.000 a 28.000.
Hoy, tiene 6,21 millones de seguidores en Twitter.
Patrimonio millonario
Su fama y actividades públicas también le ayudaron a colocarse en la lista de los pastores más ricos de Estados Unidos.
Cuestionado por su millonario patrimonio o la lujosa mansión donde vive con su familia en Houston, Osteen aclaró en varias ocasiones que no recibe salario alguno de la iglesia.
"Dios me ha bendecido con más dinero del que pude imaginar por mis libros", le dijo a la revista Forbes.
El telepredicador es autor de más de una decena de publicaciones sobre autoayuda y superación personal de las que vendió millones de copias.
Además, ofrece multitudinarias charlas y conferencias alrededor del mundo. Junto a su mujer Victoria -también pastora en la iglesia-, llenó estadios como el de los Yankees de Nueva York durante su gira de cultos "Night of Hope".