Qué hace el gobierno de Nicolás Maduro para sortear las sanciones económicas internacionales
Las sanciones impuestas por Donald Trump dejan a Venezuela sin su principal socio comercial: Estados Unidos.
El país norteamericano es el destino del 42% de las exportaciones venezolanas y el origen del 38% de las importaciones, según los datos de 2017 del Observatorio de Complejidad Económica.
Ahora, las penalizaciones puestas sobre PDVSA, la petrolera estatal, suponen un gran desafío para el gobierno de Nicolás Maduro, pues las ventas de crudo al exterior aportan el 90% de los ingresos de Venezuela y el 41% tenía como comprador a EE.UU., al menos hasta 2017.
Caracas lleva tiempo tratando de diversificar su cartera de clientes y apostar por otros productos para depender menos de quien era su socio comercial pero enemigo político; así como de los vaivenes del precio del petróleo, que lleva años a la baja.
Sin embargo, a menos de dos meses de que las sanciones se hagan efectivas, más países le cierran la puerta al comercio con Venezuela ante el temor de verse afectados por ellas.
Mientras tanto, el mundo ve cómo Venezuela intenta seguir participando en la economía mundial, pero sin lograr despejar la duda de qué pasará con su ya mermada economía en los próximos meses y qué repercusiones tendrá este declive en el plano político.
De Lisboa a Moscú
Después de que Estados Unidos bloqueara a finales de enero los activos que PDVSA tiene dentro de su territorio, Caracas ha tomado medidas para que esto no se repita en otras latitudes.
Citgo, la filial de PDVSA en EE.UU., era una de las joyas más valiosas del país. Al perder su control, el gobierno venezolano se ha quedado sin poder manejar US$7.000 millones en activos y unos US$11.000 millones que hubiese generado su actividad este año, según los datos estimados por el asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Bolton.
Para evitar que esto se replique en Europa, donde muchos países de la Unión Europea no reconocen a Maduro como presidente de Venezuela sino a Juan Guaidó, Caracas ordenó la semana pasada el traslado de la sede europea de PDVSA, en Lisboa, a un puerto más seguro: Moscú.
"Europa no da garantías de respeto a nuestros activos", afirmó la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, al hacer el anuncio. Rusia, un socio comercial y político de Venezuela, defiende la legitimidad de Maduro como mandatario y condena la autoproclamación de Guaidó como "presidente encargado" del país.
"El mismo mundo capitalista viola sus propias leyes", aseguró Rodríguez, que puso como ejemplo a Citgo, que según dijo, "fue arrebatada por parte del gobierno de los Estados Unidos".
También aludió al Banco de Inglaterra, que según ella, "se está quedando con el oro de Venezuela". El Ejecutivo venezolano asegura que esta entidadrehúsa entregarle parte del oro que tiene almacenado en ella. El banco no ha querido negar ni afirmar esta acusación.
Ante lo que ella consideró "un robo a mano armada", el gobierno ha decidido "afianzar" la cooperación energética con Rusia" a través de este traslado.
Pero, ¿qué significa para PDVSA este cambio de sede?
Según la empresa estadounidense especializada en inteligencia Stratfor, Venezuela podrá ahora trasladar al personal de PDVSA y documentos de la compañía a un lugar donde estarán "fuera del alcance de investigadores y fiscales europeos" así como de las sanciones estadounidenses.
En cambio, para la analista del sector del petróleo de la consultora noruega Rystad Energy, Paola Rodríguez-Masiu, este traslado "no trae ningún beneficio y tiene poco sentido"
"La lógica que hay detrás es: Venezuela tiene miedo a que pase lo de Citgo, cuyos activos fueron congelados y pasados a Guaidó", según le dijo a BBC Mundo.
La ruta india
Las ventas de crudo venezolano a Estados Unidos se encontraban en su punto más bajo en los últimos 30 años, según datos del servicio de análisis financieros Refinitiv. Pero aún así, la pérdida del país norteamericano como cliente es un tropiezo para la economía venezolana del que no se sabe si se podrá recuperar.
De momento, la reacción del gobierno ha sido intentar redirigir ese petróleo a su segundo mayor comprador: India.
Entre enero (cuando se anunciaron las sanciones) y febrero, las exportaciones de crudo venezolano a India se incrementaron en al menos un 31%.
"No sé si es el mayor crecimiento que haya habido, pero lo que es seguro es que en febrero India fue el mayor comprador de petróleo venezolano", afirmó a BBC Mundo el analista del centro de investigaciones Wilson Center, Hari Seshasayee. "Dependiendo de las fuentes que se consulten, India compró entre 500.000 y 600.000 barriles por día a Venezuela".
La nación surasiática es el tercer mayor comprador de crudo del mundo. Como apunta Seshasayee en un reciente informe del Wilson Center, el crecimiento de su economía en el siglo XXI (un promedio del 7,5% durante la primera década) generó una gran demanda de combustible para el transporte, la industria y los hogares.
Solo entre 2005 y 2013, India duplicó sus importaciones de petróleo, así que no es de extrañar que haya acabado incluyendo a Venezuela entre sus proveedores pese a los pocos lazos que unen a ambas naciones.
Aún así, Francisco Ibarra, director de la consultora venezolana Econométrica, cree que hallar nuevos clientes para el petróleo que EE.UU. no será una tarea fácil.
"La mayoría de refinerías no están hechas para el crudo venezolano, que tiene un elevado contenido de azufre", le dijo a BBC Mundo.
Venezuela debe dinero a China y Rusia, sus aliados tradicionales, así que un aumento de la venta de petróleo a estos países no aportaría nuevos ingresos sino que sería un pago de deuda. EE.UU. era un comprador que pagaba a tiempo y a buen precio, recordó Ibarra, que consideró que PDVSA tiene ahora "un reto monumental".
"No es tan fácil como venderle a otro. Hay que crear la demanda". Si encontrar nuevos mercados fuese sencillo, Venezuela habría dejado de comerciar con EE.UU. hace tiempo, añadió.
La opción india también es incierta. Seshasayee cree que solo funcionará a corto plazo porque el aumento se debe a que Venezuela está ofreciendo el petróleo "con un descuento grande" a las dos refinerías que le compran: el gigante indio Reliance Industries y Nayara Energy, propiedad de la petrolera estatal rusa, Rosneft.
Para él, resulta "importante" la experiencia de lo que sucedió con las sanciones impuestas contra Irán.
"Reliance que le compraba mucho petróleo a Irán, paró casi todas sus compras a este país... Creo que si EE.UU. pone presión, pararán las compras a Venezuela, especialmente Reliance, que tiene muchos intereses relacionados con Estados Unidos", opinó.
"Reliance le seguirá comprando a Venezuela, pero solo mientras sigan sin verse afectados por las sanciones", concluyó.
Paola Rodríguez-Masiu recordó que otra opción que tampoco está dando frutos es la que se tomó ante las primeras sanciones impuestas por EE.UU., cuando Venezuela recurrió a una estrategia de "triangulización", que consiste en venderle el crudo a un intermediario ("trader") que se encargaba de comercializarlo.
"El problema es que ahora hay más dificultades de encontrar traders dispuestos a trabajar con Venezuela". Si bien las sanciones no recaen, en teoría, sobre las empresas que no sean estadounidenses, las refinerías extranjeras temen que en un futuro estas se amplíen y les afecten".
Los "traders" no tienen prohibido negociar con Venezuela a menos que sean de origen estadounidense, le explicó a BBC Mundo el experto en América Latina de la empresa de análisis y pronósticos económicos Oxford Economics, Carlos de Sousa.
Otro motivo por el que puedan no querer comerciar con Caracas es el deseo de "impedir el riesgo 'reputacional' de negociar con Venezuela, mas no es un riesgo legal, por ahora".
Venta de oro
Ante la caída de precio sufrida por el petróleo en los últimos años, el gobierno venezolano apostó fuerte por una segunda fuente de ingresos: el oro.
"La apuesta por vender oro no es nada nuevo. El año pasado, Venezuela vendió unos $900 millones en oro solo a Turquía", afirmó De Sousa.
EE.UU. y otros países occidentales han advertido a los países que compran oro venezolano de posibles consecuencias.
Además de Turquía, mucho de este oro fue adquirido por los Emiratos Árabes Unidos (EUA), pero tras estas presiones, la firma de inversión de este país Noor Capital anunció a inicios de febrero que se abstendría de realizar futuras transacciones con Venezuela hasta que su situación se estabilice. Y esto pese a que, como recordó la compañía, comprar oro venezolano no es "una operación ilegal o prohibida".
Turquía, sin embargo, no ha dado señales todavía de ceder ante esta presión.
De Sousa puntualizó que el oro vendido hasta ahora no era monetario, es decir, que no pertenecía al Banco Central de Venezuela y que, por tanto, no formaba parte de las reservas del país.
"El régimen seguramente intentará vender oro monetario del banco central, pero la amenaza de EE.UU. de sancionar a instituciones financieras que compren este oro limita mucho el número de clientes potenciales", añadió el experto.
"En cualquier caso, es totalmente imposible para el régimen compensar la caída en ventas petroleras. La reducción en exportaciones petroleras ascenderá a US$20.000 millones este año debido al efecto compuesto de las sanciones, la caída crónica de la producción y los menores precios del petróleo".