Qué es y qué riesgos entraña el "criptocolonialismo" que plantea reconstruir Puerto Rico con bitcoin
Un grupo de emprendedores dedicados a la creación de criptomonedas se mudó a Puerto Rico para construir una "criptoutopía", inicialmente llamada Puertopía pero luego denominada Sol.
Allí estos criptoexpatriados esperan, además de pagar pocos impuestos, demostrar cómo serán las ciudades del futuro basadas en el blockchain, la plataforma tecnológica que soporta al bitcoin.
No está claro, sin embargo, cuál futuro -el de unos pocos o el de la mayoría- será el motor que impulsará el cambio en ese estado libre asociado de Estados Unidos.
Puerto Rico fue devastado el año pasado por el huracán María y, tras recibir por parte de Estados Unidos unos niveles de ayuda muy criticados, necesita desesperadamente reconstruir su infraestructura.
La isla ya enfrentaba graves dificultades financieras antes de la calamidad. Eso explica en parte por qué las autoridades locales están dándole una cauta bienvenida a estos emprendedores de criptomonedas.
Pero ¿cuál será su impacto real sobre Puerto Rico?
El término criptocolonialismo no es nuevo, fue acuñado hace 18 años por Michael Herzfeld. Pero entonces no tenía nada que ver con las criptomonedas (la red bitcoin fue creada en 2009).
Ese concepto se refería originalmente a países como Grecia y Tailandia que buscaban adquirir independencia política al costo de una gran dependencia económica.
En ese caso, se aplicaba el significado original de la palabra "cripto" -escondido, secreto-. Estos países son independientes desde el punto de vista formal, pero su cultura nacional está siendo cambiada para ajustarse a modelos extranjeros.
El vocablo colonialismo en este caso no se refiere a aquel que se realizó por la fuerza de las armas, sino más bien algo oculto que se realiza a través de la subversión de normas y culturas.
Cabe destacar que este concepto de criptocolonialismo sigue siendo aplicable a las consecuencias socioeconómicas de la criptoutopía.
Criptopaís
Existe un vínculo profundo entre el libertarismo y el movimiento de la criptomonedas. Estas, como el bitcoin, se basan en un enfoque descentralizado, extralegal y no regulado.
Pero mientras los criptomillonarios disfrutarán de su patio de juegos en el Caribe, los habitantes más pobres de la isla, con poco conocimiento de esta tecnología, estarán excluidos.
Los emprendedores, la mayor parte de ellos hombres, que se mudaron el año pasado a Puerto Rico tienen planes que van más allá de crear un banco de criptomonedas y probablemente llevarán sus ideas criptolibertarias a la isla.
Su visión es similar a la de otra propuesta criptoutopía: la República Libre de Librelandia, que afirma ser una "criptonación" ubicaba en la margen occidental de río Danubio y usa el bitcoin como su moneda "nacional".
De vuelta en Sol, los ricos criptoexpatriados quieren usar el sistema blockchain para realizar elecciones descentralizadas e incluso para emitir documentos de ciudadanía, pero hay razones para dudar de que los habitantes locales que luchan contra la pobreza se entusiasmarán con esas ideas.
Ese comportamiento recuerda el llamado "capitalismo del desastre", que se basa en el aprovechamiento de una crisis natural o económica para reconfigurar una sociedad dentro de un modelo basado en una visión del mundo libertaria e hipercapitalista.
Cuando te quedas sin electricidad durante meses y te sientes ignorado, cualquier oferta de ayuda puede parecer un buen salvavidas al que te aferres sin pensar mucho en las consecuencias.
Combatir al poder
Las criptoutopías también pueden causar un grave daño ambiental.
Puerto Rico sigue sufriendo una grave crisis de suministro de electricidad tras el huracán María, lo que hace la idea de Sol sencillamente irrealizable.
Una transacción de bitcoin consume 215 KWh, una cantidad suficiente para proveer de energía a una decena de viviendas en la isla.
El consumo anual de electricidad en el mundo para minar bitcoins se incrementó de 9,5 TWh a 48 Twh en los últimos 12 meses, una cantidad 2,5 veces mayor que los 19 TWh requeridos en total por Puerto Rico.
Tras el huracán María, los recursos y la infraestructura son insuficientes para soportar la minería de criptomonedas en la isla.
Los jóvenes criptomillonarios hicieron sus fortunas gracias al rápido crecimiento de los mercados de criptomonedas, los cuales son problemáticos debido a los riesgos que los caracterizan.
Es un juego para gente rica que puede asegurar sus ganancias pronto, gracias a haber sido ellos los desarrolladores de este producto. Esa es una característica de cualquier burbuja, a quienes participan al inicio les va bien, mientras que quienes lo hacen tarde tienen malos resultados.
Nuestra investigación reciente demuestra que el precio de las criptomonedas está relativamente aislado de los choques transmitidos por otros activos como el oro o las acciones. Pero, al mismo tiempo, el valor de las distintas monedas virtuales está profundamente vinculado por lo que una caída del bitcoin, por ejemplo, afecta a todas las otras.
Si el bitcoin puede aguantar la reciente caída de su precio, entonces es probable que el criptocolonialismo se extienda lentamente alrededor del mundo. Los criptolibertarios -si siguen el modelo de Sol- podrían enfocarse en esos lugares del mundo que han sido golpeados por terremotos, tsunamis, huracanes y crisis económicas.
Pero las criptomonedas también se han convertido en una suerte de panacea para la recuperación económica. En diciembre, Venezuela anunció la creación de una moneda virtual -llamada "petro"- respaldada por las reservas de ese país en petróleo, metales preciosos y diamantes.
El gobierno de Venezuela espera usar este instrumento para hacer frente a las sanciones de Estados Unidos, la alta inflación y los bajos precios del petróleo.
Sin embargo, para los países en vías de desarrollo los productos estilo bitcoin no deberían ser vistos como la solución definitiva para el desastre y la gestión de crisis.
Durante el periodo de transición, cuando el potencial de las monedas virtuales y las aplicaciones del blockchain permanecen inexplorados, tenemos que ser escépticos de iniciativas como Sol.
*Larisa Yarovaya es profesora de Contabilidad y Finanzas en la Universidad Anglia Ruskin. Brian Lucey es profesor de Finanzas Internacionales en el Trinity College de Dublin.Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation y es republicado bajo una licencia de Creative Commons.