Tras el terremoto, el volcán.
El Popocatépetl, la montaña nevada, el "guerrero dormido" que vigila el valle de Anáhuac, en el centro de México, despertó.
Una nube de cenizas de más de dos kilómetros se extendió desde este miércoles por el centro del país hacia Morelos, uno de los territorios más golpeados por el sismo del 17 de septiembre pasado.
La actividad volcánica que los expertos pronosticaban para dentro de un mes o dos, de pronto se adelantó.
No solo aquí.
Este jueves, el volcán de Fuego, uno de los más activos de la vecina Guatemala, también abandonó su corto letargo y comenzó a vomitar piedras y cenizas.
Las conjeturas, las predicciones apocalípticas y los comentarios de todo tipo circularon en publicaciones locales y redes sociales.
Todas apuntaban a dos hechos en común: la posible relación de estos eventos con el terremoto de hace dos semanas en México y una "inusual" ocurrencia de desastres naturales en los últimos tiempos.
¿Cuánto tienen de cierto?
El volcán tiembla
El sismólogo David Hill, científico emérito del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés) explica a BBC Mundo que no existe en realidad nada inusual en la actividad volcánica o sísmica registrada en los meses previos o en este.
"En realidad, lo que sucede es que ahora las sociedades están más conectadas y nos enteramos muy rápido de lo que sucede en otros lugares que antes nos parecían muy remotos. Ahora mismo, hay un volcán en actividad en Indonesia y lo sabemos por los medios. Hace unos años, no nos hubiéramos enterado hasta meses después", asegura.
El especialista, que estuvo al frente por más de 30 años del Observatorio Volcánico de Hawái, afirma que siempre ha habido erupciones y sismos en diferentes lugares del mundo, pero esto no significa que los procesos estén relacionados o que haya un aumento en los últimos tiempos.
El vulcanólogo Gustavo Chigna, del Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología de Guatemala coincide en que no hay nada atípico en la actividad registrada en el Popocatépetl en los últimos días o la coincidencia de que también esté activo el volcán de Fuego en su país.
De hecho, el científico explica que la actividad registrada este jueves es la décima en lo que va de año.
En 2015, este volcán tuvo 15 erupciones, mientras el año pasado fueron 16.
"Es algo que está ocurriendo cada 20 o 25 días. Sin embargo, no se puede descartar la influencia que pueda tener sobre los volcanes de Guatemala el sismo de 8.2 grados que se registró en el sur de México el 7 de septiembre y se sintió en el norte del país", comenta a BBC Mundo.
Aunque los expertos coinciden en que no se puede dar una respuesta categórica sobre estos fenómenos sostienen, sin embargo, que los movimientos telúricos pueden provocar o adelantar la actividad volcánica e incluso, las erupciones.
Erupciones
Hugo Delgado, director del Centro Nacional de Prevención de Desastres de México, explica a BBC Mundo que un terremoto actúa sobre un volcán como cuando se agita una botella de agua mineral.
"Un movimiento mecánico puede hacer que se acumule el gas en la superficie de la botella. Esto incrementa la presión y hace que el agua salga a chorros. Algo similar ocurre en el volcán, que tiene un alto contenido de gas", dice.
Aunque Delgado asegura que el sismo no pudo hacer ascender el nivel de lava del Popocatépetl, como sucedió este miércoles, sí pudo actuar como catalizador de su actividad.
"Probablemente el sismo del 19 de septiembre haya actuado como un mecanismo disparador. La actividad volcánica ya estaba allí, el sismo solo la adelantó. Si volvemos al ejemplo de la botella de agua mineral, si la dejamos abierta y el gas se escapa, no importa cuánto la movamos, el gas ya no va a hacer presión sobre la botella", comenta.
De acuerdo con el especialista, solo sismos potentes, superiores a 9 grados de magnitud, podrían tener un impacto de gran relevancia en los volcanes cercanos.
Un terremoto de este tipo, asegura, puede incluso provocar la reactivación de volcanes dormidos desde hace siglos, que los que estén activos se intensifiquen o que, incluso, disminuyan repentinamente su actividad.
"Es tan fuerte el impacto de las ondas sísmicas de estos terremotos de gran magnitud que no solo pueden provocar una erupción, sino que pueden hacer que el volcán pierda su actividad", concluye.
Por suerte, concluye, el que ocurrió hace dos semanas en México solo tuvo un impacto relativo.