Somalia ha ocupado en los últimos años el primer o segundo lugar en el Índice de Fragilidad de los Estados de la organización Fund for Peace (Fondo para la Paz), que analiza los problemas de los llamados Estados débiles y fallidos.
Cuando los organismos internacionales se reúnen para discutir su situación, como ocurrió en mayo en Londres en la Conferencia sobre Somalia de la ONU, se suele describir a este país como "crónicamente inestable, sin gobierno y amenazado por militantes islamistas, piratas y la hambruna".
Podrían agregarse los ataques con bomba, asesinatos y secuestros que los grupos extremistas llevan a cabo de forma regular.
Pero incluso para los estándares de inseguridad y violencia en Somalia, el ataque con una bomba el sábado en la capital, Mogadiscio, donde murieron más de 300 personas, dejó al país conmocionado.
"Fue catastrófico y terrible, algo que no puede comprenderse", afirma Bidhaan Dahir, periodista somalí del Servicio Africano de la BBC, "es la mayor explosión que ha ocurrido aquí y destruyó toda esa zona de hoteles, oficinas y restaurantes".
Nadie se ha adjudicado el ataque, pero el presidente Mohamed Abdullahi Mohamed, responsabilizó a la organización extremista Al Shabab de lo que llamó "un acto inhumano".
No es el primer ataque de la organización, que tiene vínculos con al Qaeda en Somalia, pero es el más letal que ha perpetrado en la década que lleva combatiendo en el país.
Miles de somalís salieron a la calle en las principales ciudades del país para honrar a las víctimas y expresar su rechazo a Al Shabab.
El ataque, como señala Dahir, puso de manifiesto cómo, a pesar de los esfuerzos internacionales de reconstrucción presididos por la ONU, Somalia sigue siendo, después de 25 años, "el Estado más fallido de África".
"Desde 1991, cuando fue derrocado el régimen militar de Siad Barre ?quien llegó al poder tras un golpe de Estado en 1969? no ha habido ningún gobierno que controle el país", dice Dahir.
"El actual 'gobierno federal', se llama así sólo en papel. No tiene ningún poder fuera de (la capital) Mogadiscio. Los funcionarios del gobierno ni siquiera pueden salir de la ciudad para visitar otras zonas del país, mucho menos gobernarlas", explica.
Anarquía
Cuando Barre fue derrocado, Somalia se hundió en la anarquía y el país quedó dividido por feudos de clanes rivales.
Se intentó formar un gobierno de unidad en 2000, apoyado por fuerzas internacionales, pero no logró establecer un control y dos regiones relativamente pacíficas en el norte, Somalilandia y Puntlandia, se declararon independientes.
Una coalición de grupos islamistas tomó la capital poco después y gran parte del sur del país, y eso provocó la intervención de países vecinos que, efectivamente, invadieron Somalia para expulsar al incipiente gobierno islamista.
"Así, Kismayo quedó bajo control de las fuerzas de Kenia; Baydhabo de las fuerzas de Etiopía y Hirshabelle bajo control de Djibuti, Etiopía y Burundi", explica Dahir.
Entonces se logró instalar un nuevo gobierno de transición apoyado por Occidente, pero cuando Somalia estaba tratando de lograr la estabilidad surgió la amenaza de los insurgentes de Al Shabab aliados con al Qaeda.
"De inmediato Al Shabab recurrió a la violencia y comenzó a reclutar a miembros de los clanes, que se oponían al gobierno apoyado por Occidente. Y como Somalia no cuenta con un ejército, para combatir a los yihadistas los gobiernos de Occidente financiaron la AMISOM (Misión de la Unión Africana en Somalia)".
Esta es una fuerza de 22.000 efectivos desplegada en Somalia desde hace 10 años con un mandato conjunto de la ONU y la Unión Africana.
"Al Shabab controla la mayoría de las áreas rurales, especialmente en el sur del país", señala Dahir, "incluidas las carreteras que comunican a las ciudades y poblados. Incluso en Mogadiscio la situación es sumamente insegura".
A pesar de que Estados Unidos ha incrementado sus esfuerzos en la región para combatir a los yihadistas, esto no ha evitado que el grupo continúe con sus atentados letales, principalmente en espacios públicos en Mogadiscio para socavar la legitimidad del gobierno.
"Al contrario, la intervención de Estados Unidos le ha servido como arma de propaganda al grupo para reclutar a más combatientes a quienes les dice que el gobierno federal 'son títeres de Washington' que quieren apoderarse del país", expresa Dahir.
En los últimos meses el gobierno había asegurado que, con la ayuda de Estados Unidos y de las fuerzas de Amisom, había logrado "debilitar" a Al Shabab, después de que de una serie de ataques con drones en los que murieron figuras clave del grupo.
Pero el ataque del sábado refleja la capacidad de los yihadistas para recuperarse.
Un funcionario del Departamento de Estado de Estados Unidos, informó el diario The Washington Post, reconoció que el ataque del sábado demuestra que Al Shabab es capaz de organizar atentados en todo el país, no solo en las áreas que controla.
"La magnitud de este ataque tomó a todos por sorpresa", indicó el funcionario que pidió permanecer anónimo.
Los observadores reconocen que aunque todavía falta mucho por hacer, en los últimos años se ha logrado cierto progreso en la transición de Somalia de un régimen de señores de la guerra y clanes a un gobierno federal con alcance en todo el país.
Un reciente proceso electoral resultó en la victoria del presidente Mohamed y varios nuevos representantes jóvenes en el Parlamento.
Pero, dice Dahir, para realmente progresar es necesario solucionar dos problemas fundamentales.
"Son la economía y las luchas en los clanes. Las luchas de poder dentro de los clanes son un campo fértil para que Al Shabab siga reclutando yihadistas y continúe la inseguridad en el país. Se debe empezar en alguna parte, y el gobierno debería empezar por establecer una solución de reconciliación entre los clanes para poner fin a las luchas internas".
"Solo así se podrán llevar oportunidades de sustento a enormes regiones remotas del país que están olvidadas".