Es una de esas verdades casi universalmente aceptadas: cuando se trata de distinguir olores, los seres humanos tenemos un sentido del olfato relativamente pobre, sobre todo si lo comparamos con el de animales como los perros.
Sin embargo, según un nuevo estudio que hace una evaluación crítica de todas las investigaciones sobre el tema hasta la fecha, esta afirmación es más mito que otra cosa.
"Para nuestro beneplácito, estamos descubriendo que el sistema olfativo humano es mucho mejor de lo que nos han hecho pensar", señaló John P. McGann, neurocientífico de la Universidad de Rutgers, en Estados Unidos, y autor principal del estudio publicado esta semana en la revista Science.
Puede que sea diferente al de otros mamíferos, "pero de una forma que indica que podría ser más poderoso que el de las ratas y los perros".
Esta diferencia radica en que cada animal, incluido el ser humano, tiene una sensibilidad diferente para distintas sustancias.
"Los seres humanos pueden discriminar en torno a un billón de olores diferentes", afirma McGann.
Esta cifra es muy superior a lo que reza la sabiduría popular, que asevera que solo podemos detectar unos 10.000 olores diferentes.
El origen del mito
El mito se coló en la literatura científica en el siglo XIX, después de que el neurocirujano francés Paul Broca introdujera la noción de que el bulbo olfatorio -la región del cerebro que procesa la detección de los olores- en los humanos era más pequeño que en otros animales.
Broca argumentaba que por ser grande en los animales, estos sucumbían a los deseos terrenales.
Mientras que el hombre, con un bulbo olfatorio más pequeño, podía resistirse a las tentaciones provocadas por los aromas.
Otros investigadores simplificaron luego esta teoría, sin poner a prueba las habilidades de los animales en este sentido.
Tamaño y habilidad
Según explica McGann, en términos absolutos, el bulbo olfatorio humano es de hecho más grande en comparación con el de otros animales.
Por otro lado, el número absoluto de neuronas olfativas es consistente en todos los mamíferos.
Pero más allá de las diferencias o similitudes de tamaño o número de receptores olfativos lo que plantean algunos estudios es que no existe una relación estrecha entre el número de genes olfativos y la sensibilidad olfatoria.
"El sistema olfatorio humano es excelente, aunque depende de cómo lo midas. Por ejemplo, los perros pueden ser mejores que las personas a la hora de olfatear diferentes orinas en un árbol, pero los humanos pueden ser mejores que los perros a la hora de distinguir los aromas de un buen vino", asegura McGann.
Lo mismo ocurre con otros olores.
Y si bien es cierto que, al contrario que los humanos, los canes que son entrenados pueden detectar con su olfato explosivos o drogas, los humanos, por ejemplo, somos mucho más sensibles que los perros al compuesto orgánico que le da su olor característico a la banana.
Esto se debe, probablemente, a que identificar el aroma de la fruta madura era más importante para nuestros ancestros que para los perros.