Los habitantes de los territorios iraquíes de mayoría kurda estaban llamados este lunes a las urnas para pronunciarse a favor o en contra de la creación de un Estado kurdo independiente.
"¿Quiere que la región de Kurdistán y las áreas kurdas fuera de la administración de la región se conviertan en un estado independiente?", era la pregunta a responder en este polémico referendo, que desafió la orden de suspensión dictada la semana pasada por la Corte Suprema de Irak.
El pueblo kurdo está repartido en una zona que comprende otras tres naciones: Siria, Irán y Turquía, que rechazaron la consulta ante el temor de que un resultado positivo alimentara las ansias de independencia kurda en sus territorios.
Teherán y Ankara incluso desplazaron tropas a sus áreas limítrofes con el Kurdistán iraquí con la excusa de realizar ejercicios militares.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, fue más directo: "Nuestros militares no están (en la frontera) por nada", admitió este lunes en una conferencia de prensa en la capital.
"Podríamos llegar de repente una noche", añadió, ya que considera que hacer frente al reclamo turco se trata para su país de una "cuestión de supervivencia".
La consulta tampoco fue bienvenida por el resto de la comunidad internacional.
Las preocupaciones de Occidente se resumen en la postura adoptada por el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Antonio Guterres.
Para él, el plebiscito "apartará la atención" de otros asuntos relevantes como la "necesidad de derrotar al Estado Islámico", la reconstrucción de los territorios recuperados y el retorno "seguro, voluntario y dignificado" de los más de tres millones de refugiados iraquíes desplazados, según afirmó la semana pasada en un comunicado.
Sin embargo, hay un país que sí expresó su apoyo, no sólo al referendo, sino también a la posibilidad de un Kurdistán independiente: Israel.
Su presidente, Benjamín Netanyahu, aseguró el pasado miércoles que su país "apoya los esfuerzos legítimos del pueblo kurdo para conseguir su propio Estado", según informó Reuters.
Un apoyo en Medio Oriente
La postura de Israel no es reciente ni inesperada.
Los pueblos judío y kurdo guardan relaciones estrechas.
El primer antecedente se remonta a la época del Cautiverio en Babilonia, en el siglo VIII a. C.
Tras ser conquistados por los asirios, los judíos se encontraron retenidos durante muchos años en tierras del actual Kurdistán y cuando el rey persa Ciro II el Grande les permitió volver a Palestina, muchos optaron por quedarse en la zona.
La presencia judía en territorio kurdo era aún patente siglos después, como demuestra la figura de Asnat Barzani.
Esta mujer judía y kurda vivió en Irak entre finales del siglo XVI y el XVII y es considerada por algunos expertos la primera rabina de la historia y la primera lideresa kurda.
Cuando se creó el Estado de Israel en 1948, muchos judíos kurdos partieron hacia esta nueva nación. Se estima que hay unos 200.000 en territorio israelí en la actualidad, según publicó el New York Times.
Desde la década de los 60, ambos pueblos han mantenido lazos en materia de negocios, defensa e inteligencia, aunque siempre con discreción.
Por ejemplo, la BBC obtuvo en 2006 pruebas de que Tel Aviv había provisto a los kurdos del norte de Irak de entrenamiento militar. El gobierno lo negó.
Además del componente histórico, el interés de Israel por los kurdos se puede explicar con números.
En Medio Oriente, residen entre 36 millones y 44 millones de kurdos, según los cálculos del Instituto Kurdo de París.
Si todos se unieran bajo una sola administración, conformarían un país con una población del calibre de Irak, el doble de Siria, la mitad de Irán y unas cuatro veces la de Israel.
Los kurdos son la minoría étnica sin país propio más numerosa del mundo. De conseguir un Estado independiente, podrían erigirse en un fuerte aliado israelí y un contrapeso a la influencia árabe predominante en esas latitudes.
"Israel está desesperado por conseguir amigos en la región. Los kurdos generalmente están en busca de amigos y Palestina no les importa", afirmó al New York Times el antiguo analista de la CIA y actual miembro del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Kenneth M. Pollack.
Un apoyo así no le vendría mal a una nación que no tiene buenas relaciones con sus vecinos y que se encuentra aislada ideológica y culturalmente por esos lares.
Una situación que a los kurdos les puede resultar familiar.
Un "gran error"
La ambición de un Estado independiente kurdo comenzó a gestarse a principios del siglo XX.
Tras la Primera Guerra Mundial y la caída del Imperio Otomano, los aliados tomaron medidas preparatorias para su creación en el Tratado de Sèvres, en 1920, por el cual se firmaba la paz entre ambos bandos.
Pero tres años después llegó el Tratado de Lausana, que definió los límites de la actual Turquía y tiró por la borda estas aspiraciones.
Este anhelo frustrado despierta empatía en Israel, que nació tras la Segunda Guerra Mundial. En su caso, los tratados sí se cumplieron.
El Kurdistán iraquí consiguió su autonomía después de que Saddam Hussein retirara sus fuerzas de esa zona de Irak al final de la Guerra del Golfo de 1991.
En los años siguientes llegó a tener su propio Parlamento, ministerios y fuerzas armadas.
Pero cuando Estados Unidos invadió el país en 2003, lo convenció para que se adhiriera de forma provisional al mandato de Bagdad con la promesa de que continuaría siendo semiautónomo y que habría negociaciones sobre cambios permanentes en las fronteras.
Hoy, el presidente del Kurdistán iraquí, Massoud Barzani, califica esa decisión de "gran error".
Más de 5 millones de votantes
El lunes, unas 5,2 millones de personas, kurdas o no, estaban llamadas a votar.
Para participar en el referendo había que tener más de 18 años y residir en las tres provincias del norte de Irak controladas por esta etnia y en las zonas aledañas, en disputa con el gobierno central.
Los resultados demorarán unas 24 horas en darse a conocer, según la agencia AFP. Al tratarse de áreas donde la mayoría de la población es kurda, se espera una amplia victoria del "sí".
Si esto sucede, las consecuencias administrativas no serán inmediatas, si no que las autoridades kurdas tomarán este resultado como una luz verde para empezar a negociar una salida con Bagdad.
El gobierno de Irak, que tachó la consulta de "inconstitucional", ya adelantó que "tomará medidas para salvaguardar la unidad de la nación y proteger a todos los iraquíes", según advirtió el domingo el primer ministro, Haider al-Abadi.
El referendo "amenaza a Irak, la coexistencia pacífica entre los iraquíes y es un peligro para la región", aseguró.
El crudo, un elemento clave
El gobierno central exigió recuperar el control de todos los aeropuertos internacionales y los controles en las fronteras terrestres.
Además, pidió al resto de países que sólo "lidiaran (con el Kurdistán iraquí) en materia de petróleo y fronteras".
El crudo es un elemento clave, ya que las regiones ocupadas por los kurdos en los cuatro países son ricas en este recurso.
El Gobierno Regional Kurdo (KRG por sus siglas en inglés) de Irak estima que su territorio puede contener reservas de hasta 45.000 millones de barriles, según los datos de Bloomberg.
De ser cierto, estaría a la par de Nigeria.
El año pasado, el norte de Irak produjo unos 544.600 barriles diarios, lo que representó el 12% del total nacional, según la agencia de noticias. Este 2017 espera elevar la cifra hasta los 602.000, niveles similares a los de Ecuador y Catar.
Para exportar su petróleo, los kurdos iraquíes dependen de un oleoducto que atraviesa Turquía hasta llegar al Mediterráneo, algo que Erdogan quiere aprovechar para aumentar su presión.
El mandatario turco amenazó el lunes con detener este flujo de crudo. Ankara anunció que considerará el resultado de esta consulta "nulo y vacío".
Teherán, que tildó la consulta de "ilegal e ilegítima", prohibió el domingo que vuelos que tengan a la región kurda como origen o destino pasen por su espacio aéreo.