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¿Por qué España vuelve a ser ruta principal para inmigrantes que buscan entrar en Europa?

¿Por qué España vuelve a ser ruta principal para inmigrantes que buscan entrar en Europa?
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Las llegadas de migrantes clandestinos vuelven a dispararse en las costas españolas. La actitud de las autoridades de Marruecos y el reciente acuerdo entre Italia y Libia son algunas de las posibles causas tras el repunte de la ruta migratoria del Mediterráneo occidental.

Hacía mucho que los guardacostas españoles no tenían tanto trabajo. Sólo el miércoles rescataron en el Mediterráneo a 600 personas. Y es que España está volviendo a ser ruta prioritaria en la búsqueda del sueño europeo para miles de migrantes.

Según la Organización Internacional de las Migraciones, este año llegaron ya más del triple de inmigrantes irregulares que en todo 2016.

Las cifras indican que, después de algunos años de relativa calma, las autoridades españolas vuelven a tener un problema en su frontera sur.

"España se va a disparar como destino, es algo que se ve venir desde hace tiempo", le dijo a BBC Mundo Óscar Camps, director de la ONG Proactiva Open Arms, que se dedica al rescate de inmigrantes en el Mediterráneo.

Para entender las posibles causas, hay que mirar a Marruecos, de donde salen la mayoría y cuya colaboración España reconoció en los últimos años como crucial para mantener este asunto bajo control.

Gendarmes y manifestantes se enfrentan en las calles de Alhucemas
Gendarmes y manifestantes se enfrentan en las calles de Alhucemas

Iván Martín, investigador de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, señala que "es evidente que, si los marroquíes no quieren, lo de los últimos días no pasa".

Son varias las posibles razones que contempla este experto para el cambio de actitud marroquí. "Puede que al haber tenido que destinar más efectivos de la Gendarmería a controlar las protestas en la región del Rif, tengan menos recursos en las fronteras".

El Rif, al norte del país magrebí, ha sido el escenario de continuas manifestaciones contra el gobierno en los últimos meses.

Otra posibilidad, indica Martín, es que Rabat haya rebajado su celo para aumentar su presión sobre la Unión Europea, con la que mantiene varios litigios.

El pasado mes de diciembre, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea dictó una sentencia que excluyó los productos agrícolas procedentes del Sáhara Occidental del acuerdo comercial UE-Marruecos.

La resolución indignó al reino alauí al negar su soberanía sobre la antigua colonia española, principio incuestionable para Rabat.

El enojo lo dejó claro el ministro de Agricultura, Aziz Akhanouch, cuando el pasado febrero lanzó una clara advertencia: "Cualquier impedimento a la aplicación de este acuerdo es un riesgo real de reanudación de los flujos migratorios que Marruecos ha conseguido mantener bajo control".

Según Martín, el ministro es un hombre muy próximo al rey Mohamed VI y una de las figuras más influyentes de Marruecos. Sus palabras no deben tomarse a la ligera.

Menos si se tiene en cuenta que la sentencia de la discordia sentó un precedente que podría ser de aplicación también en el acuerdo sobre pesca que ambas partes habrán de renegociar en los próximos meses.

La ruta libia

Pero no es la marroquí la única de las claves. Los datos españoles subieron al mismo tiempo que se rebajaron sustancialmente los de Italia.

Pese a que Italia sigue siendo con diferencia el destino más habitual, según Frontex, la agencia de la Unión Europea para la vigilancia fronteriza, sus cifras se redujeron en un 57%, mientras que las de España se triplicaron.

Las fronteras españolas experimentan la mayor presión desde 2009. Las italianas volvieron a los niveles de 2014.

Esto podría indicar que España está sufriendo lo que sucedió otras veces, que el cierre de alguna de las rutas intensificó el tráfico en otra.

Sin embargo, Izabella Cooper, portavoz de Frontex, señaló: "No tenemos ningún indicio de que el aumento de la presión migratoria en España esté relacionada con el descenso en el Mediterráneo central".

Sí contemplan esa posibilidad en la Organización Internacional de las Migraciones, dependiente de Naciones Unidas. Su portavoz, Joel Millman dijo a la BBC que "el cierre de la ruta libia podría haber empujado a algunas de las personas rechazadas a intentar itinerarios alternativos".

También indicó que muchas de las nacionalidades más habituales entre quienes lo intentaban por Libia, como senegaleses, guineanos y marfileños, se detectan ahora en el incremento que afecta a España. Con todo, advierte de que aún es muy pronto para análisis concluyentes de este repunte estacional, juicio en el que coincide Cooper.

Polémico acuerdo

Lo cierto es que las autoridades italianas parecen haber encontrado la manera de frenar las salidas desde Libia, país sumido en el caos y convertido en gran lanzadera de la inmigración irregular desde la caída del régimen de Gadafi en 2011.

Italia firmó recientemente con el gobierno de Trípoli, el único reconocido por la comunidad internacional en Libia, un acuerdo por el que destinará cuantiosos recursos a entrenar y equipar a los guardacostas libios a cambio de su compromiso en la persecución del tránsito ilegal de personas.

Los efectivos italianos podrán ahora entregar a los inmigrantes rescatados en alta mar a las autoridades libias y patrullar sus aguas territoriales.

Con esta nueva política, Roma aplica la misma receta que viene practicando España desde 2006, cuando centenares de barcazas conocidas como cayucos llegaban a diario al litoral de las islas Canarias, una oleada con origen en Mauritania y Senegal que la prensa local bautizó como la "crisis de los cayucos".

Después de conseguir cerrar el flujo que llegaba desde Marruecos, la ruta se trasladó a Mauritania, desde donde para llegar a Canarias se requerían embarcaciones mayores que las pateras, los cayucos.

Madrid decidió entonces financiar a las autoridades de los países de origen en busca de su cooperación para atajar el problema. Los datos indican que aquello funcionó, aunque las ONG denuncian que no se trató más que de "una externalización de la persecución de los migrantes".

Según Carmen González Enríquez, analista del Real Instituto Elcano de Madrid, "la clave del éxito español, que redujo hasta la anécdota la llegada hasta las islas Canarias, es la colaboración con Mauritania y Senegal que permitió la vigilancia conjunta dentro de sus aguas territoriales, y con ello la devolución inmediata a la costa africana de las embarcaciones detectadas".

Italia decidió ahora imitar el modelo.

Críticas de las ONG

Libia vetó además la presencia de las ONG que operaban en sus aguas, lo que motivó un enfrentamiento entre estas y las autoridades italianas, a las que entidades como Médicos Sin Fronteras o Save The Children reprochan haber promovido un acuerdo que no respeta el derecho de asilo ni garantiza la seguridad de los migrantes.

Tras el conflicto, las ONG decidieron abandonar sus operaciones de rescate marítimo, lo que podría desanimar a muchos de los viajeros que intentan esta vía y llevarles a optar por la que conecta Marruecos con España, conocida como ruta del Mediterráneo occidental.

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"Nos están intentando vender a Libia como un país normalizado en el que no se violan los derechos humanos, pero en realidad el control del gobierno se extiende poco más allá de la capital, Trípoli y hay violencia por todas partes", señala Camps sobre la nueva política migratoria del Ejecutivo de Paolo Gentiloni.

El último informe emitido por Frontex apunta a los combates en las cercanías de Sabratah, uno de los puntos de salida habitual desde Libia, como uno de los factores detrás el descenso que reflejan las estadísticas.

La ruta hacia Europa por el este también perdió actividad. El acuerdo firmado entre la Unión Europea y Turquía en marzo de 2016 redujo el flujo de personas que se embarcaban a la aventura en este confín del Mediterráneo.

Esto ha paliado bastante la situación en Grecia, el otro país europeo desbordado por la llegada de extranjeros. Otra vía clausurada.

Hasta ahora, las autoridades españolas intentaron hacer frente a la situación cerrando temporalmente la frontera de Ceuta, uno de sus enclaves situados en suelo africano, objeto también presión por grupos de extranjeros.

La decisión dificulta las vías terrestres y coincide con el súbito incremento de los intentos marítimos de los últimos días.

Otro factor al que apuntan los cooperantes que trabajan a menudo en la zona del estrecho de Gibraltar es la reciente mejora de la condiciones del mar, muy revuelta durante la mayor parte del verano y hasta ahora un factor disuasorio.

El pasado 10 de agosto, el vídeo de un grupo de subsaharianos desembarcando de una patera en una playa de Cádiz ante la perplejidad de los turistas se volvió viral y recordó que la costa española puede convertirse de nuevo en un punto caliente de la permanente crisis migratoria.

Conflictos y crisis

Lo cierto es que nada hace pensar que el impulso de las multitudes que abandonan sus países vaya a detenerse.

Martín no cree que el problema vaya a resolverse a corto plazo y matiza que "en realidad, no hay una crisis migratoria, sino una crisis de acogida". Para él, la solución nunca llegará solo con medidas de seguridad.

Según los datos del Banco Mundial, los países del Norte de África y de Oriente Medio, de donde proceden la mayoría de migrantes rumbo a Europa, son los que muestran unas mayores tasas de desempleo juvenil.

A eso hay que sumar el azote de la guerra. Siria, Nigeria, Eritrea, Sudán del Sur, Mali o República Centroafricana siguen siendo el escenario de sangrientos conflictos que empujan a sus habitantes a buscar en el norte europeo un lugar seguro para construir una vida.

Un camino en el que la española empieza a perfilarse ahora como la última barrera franqueable.

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