China ha restringido la construcción de "edificios de gran altura" en las ciudades más pequeñas del país como parte de un intento, más amplio, de acabar con los denominados proyectos de vanidad.
El país tiene algunos de los edificios más altos del mundo, como la Torre de Shanghái, que cuenta con 128 plantas y 623 metros de altura; el Ping An Finance Centre de Shenzhen, de 115 plantas y 599 metros; o el Guangzhou CTF FInance Centre, que tiene 111 plantas y 530 metros de altura.
Aunque existe una prohibición para los edificios de más de 500 metros, las construcciones de esas características proliferan.
Incluso, algunos medios locales han cuestionado que las ciudades de baja densidad tengan edificios tan altos sugiriendo que se construyen por vanidad y no por practicidad.
"Arquitectura fea"
A principios de este año, el país fue más allá y prohibió, sin tapujos, la "arquitectura fea".
"Estamos en una etapa en la que la gente es demasiado apasionada y está ansiosa por crear o producir algo que pase a la historia", declaró Zhang Shangwu, subdirector de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Tongji.
"Todos los edificios aspiran a ser construidos para marcar un hito, por eso los promotores y urbanistas intentan alcanzar este objetivo extremando la novedad y la extrañeza", agregó en diálogo con el diario South China Morning Post.
¿Qué dicen las nuevas normas?
En una declaración conjunta emitida el martes, el Ministerio de Vivienda y Desarrollo Urbano-Rural, y el Ministerio de Gestión de Emergencias, dijeron que las ciudades con menos de tres millones de habitantes tendrán restringida la construcción de rascacielos de más de 150 metros.
Asimismo, las ciudades con una población mayor a tres millones no podrán construir edificios de más de 250 metros de altura.
Las autoridades aclararon que si una ciudad con menos de tres millones de habitantes quiere construir un rascacielos de más de 150 metros deberá solicitar exenciones especiales. Sin embargo, el tope máximo de altura sería de 250 metros.
Del mismo modo, las ciudades con una población urbana de más de tres millones de habitantes podrían solicitar, en determinadas circunstancias, la construcción de un rascacielos de más de 250 metros, pero con una prohibición estricta de edificios de más de 500 metros.
Lo que sí dejaron en claro ambos Ministerios fue que quienes aprueben proyectos que infrinjan estas nuevas normas tendrán que rendir "cuentas de por vida".