La fiscalía italiana ordenó este martes la incautación temporal del barco Open Arms y el desembarco en la isla de Lampedusa de los 83 migrantes rescatados en el Mediterráneo que seguían a bordo.
La decisión pone fin a más de 20 días de espera para poder atracar en un puerto seguro. Durante este tiempo, la tormenta política no dejó de escalar en Italia y en el resto de Europa.
El barco, de bandera española, esperaba desde el 1 de agosto a 800 metros de la pequeña isla italiana de Lampedusa a que algún país europeo le diera permiso para atracar.
La ONG Proactiva Open Arms es una organización sin ánimo de lucro dedicada al rescate de migrantes que tratan de llegar a Europa a través del Mediterráneo.
"La mayoría [de personas a bordo] ha sufrido persecuciones en sus países. En Libia, el tránsito les ha dejado muy marcados. Han sufrido todo tipo de abusos, vejaciones, violencia y torturas", afirmó en una entrevista con BBC el fundador de la ONG Óscar Camps.
Sin embargo, el gobierno de coalición que lidera Italia se negó a aceptar el barco en ninguno de sus puertos.
La pelea en Europa
El ministro italiano del Interior, Matteo Salvini, responsable de la política de puertos cerrados a las naves de las ONGs, declaró que debería ser España, el país donde está registrado el barco, la que recibiera a los migrantes, algo a lo que Madrid se negó en un principio.
A nivel europeo, el nuevo presidente del Parlamento, David Sassoli, envió una carta al presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, exigiéndole involucrarse en la búsqueda de una "respuesta inmediata" a la situación del Open Arms, así como "una distribución equitativa de los migrantes" entre todos los países de la Unión Europea.
Durante mucho tiempo la pequeña isla italiana ha sido un imán para los migrantes que huyen de la pobreza y la violencia de África, y no es la primera vez que un barco con migrantes rescatados de un naufragio tiene que esperar a que las instituciones europeas y los países se pongan de acuerdo para acogerlos.
El fiscal de Agrigento (Sicilia), del que depende Lampedusa, tomó la decisión después de subir a bordo de la nave española.
Iba acompañado de varios médicos para verificar el estado de los migrantes y la situación que reinaba a bordo, descrita por la tripulación como desesperada.
"Italia no es un campamento de refugiados de Europa. Que vayan a España o Noruega", dijo, tajante, Salvini durante esta crisis.
Tras 20 días en aguas mediterráneas a la espera de un puerto seguro, esta crisis ha puesto en evidencia, una vez más, las deficiencias de la política migratoria de la Unión Europea (UE).