Camden, la peligrosa ciudad de EE.UU. que disolvió su departamento de policía y redujo el crimen
Noviembre de 2015. Un afroestadounidense de 48 años entra a un restaurante de pollo frito en Camden City, Nueva Jersey, con un cuchillo en la mano.
Notoriamente drogado, actúa muy agresivamente, amenazando a los clientes. Sale del lugar y apunta el cuchillo hacia dos policías antes de intentar huir. Mientras es rodeado por más agentes, continúa amenazándolos y caminando.
Los policías tienen la opción de neutralizarlo con sus armas, les asiste el derecho, púes una regla policial de hace décadas dice que cualquier persona con un cuchillo a menos de 6 metros representa una amenaza para su vida.
Pueden dispararle para abatirlo.
Pero en Camden, una ciudad de Estados Unidos con altos índices de pobreza y violencia, la policía ya ponía en práctica desde 2015 un nuevo enfoque de uso de la fuerza pública.
Las protestas por la muerte del afroestadounidense George Floyd, quien murió bajo custodia policial el pasado 25 de mayo en Minneapolis, han llevado las miradas de EE.UU. hacia la pequeña Camden City.
Desde manifestantes hasta congresistas, los llamados a una reforma a los cuerpos de policías son cada vez mayores y algunos incluso plantean el desmantelamiento de los departamentos.
En Camden hicieron algo similar: una reconstrucción que comenzó con el despido de todos los policías en 2013 y que continuó con un nuevo planteamiento de cómo generar seguridad pública.
"Hace 5 años no estaría vivo"
Los policías de Camden siguieron al hombre con el cuchillo, despejaron la calle, caminaron junto a él hasta rodearlo por completo.
Cada tanto uno le pedía que soltara el cuchillo. Esperaron. Casi todas las armas estaban enfundadas, solo algunos las sostenían sutilmente a sus costados.
Unos 45 minutos después lograron detenerlo.
"Esos agentes estarían 100% justificados legalmente para usar la fuerza letal", dijo a la BBC el teniente Kevin Lutz, quien ha supervisado la transformación de la policía de Camden, al explicar el caso en 2017.
"Si se hubieran mantenido inamovibles, se habría forzado un encuentro mortal en ese punto. Al permitir que evolucionara, terminó con un arresto y el sospechoso está vivo. Hace 5 o 10 años, no lo estaría", dijo.
Parte del cambio de estrategias en Camden ha sido la instrucción a los policías a no apresurar las situaciones. Analizarlas para tomar mejores decisiones, lo cual contrasta con lo ocurrido con George Floyd, quien quedó inconsciente luego de unos 8 minutos de forcejeo con la policía.
"Les insistimos a nuestros oficiales que no tienen que apresurarse y resolver rápidamente cada situación", explicó Lutz. "Es bueno bajar la velocidad, es bueno dar un paso atrás. A veces lo mejor es enfundar el arma y hablar".
Se pueden tomar pequeñas decisiones alternativas antes de tomar una final y trascendental, dice Greg Ridgeway, un investigador de estadísticas de la Universidad de Pensilvania que ha estudiado los tiroteos policiales.
"A menudo miras los tres segundos previos al tiroteo y parece haber sido lo correcto. El sospechoso se acerca al agente con un cuchillo, el oficial dispara. Bien", explica.
"Pero retrocedes cinco minutos, incluso un minuto, y comienzas a preguntarte cómo el agente se metió en esa situación en la que no tuvo más opción que disparar. Y notas que con un poco de paciencia, un poco de distancia, podrían haberse resuelto pacíficamente algunos de esos incidentes", añade.
¿Qué hicieron en Camden?
La reconstrucción de la policía en Camden ha dado buenos frutos.
La ciudad de menos de 80.000 habitantes, que es parte de la zona conurbana de Filadelfia (Pensilvania), contó 2.152 delitos violentos en 2011, uno de los registros más altos de todo EE.UU.
"Nuestra tasa de asesinatos era 18 veces el promedio nacional. Estábamos viendo tasas de criminalidad que excedían las de los países del tercer mundo", dijo Scott Thomson, quien fungió como jefe de la nueva policía de 2013 a 2019, a la cadena de radio pública NPR.
El trabajo llevó a reducir a la mitad el número de delitos violentos, y aumentar la resolución de crímenes. Además, pasaron de tener 65 quejas por uso de fuerza excesiva en 2012, el número más alto de Nueva Jersey, a solo tres en 2019.
La transformación inició con el despido de todos los policías en 2013, incluido Thomson, para volver a reclutar a los que llenaran una solicitud de 50 páginas, hicieran una prueba psicológica, un examen físico y pasaran un proceso de entrevista.
"Cambiamos toda la estructura de la organización. Cambiamos todo el sistema de premios dentro de la organización, y los pusimos en las esquinas de las calles y les dijimos que no queremos que encierren a nadie. No queremos que escriba ninguna multa", explica el ahora exjefe de la policía.
Lo que buscaron entonces fue crear comunidad, que los policías hablaran con la gente, que se conocieran, construir la cultura comunitaria colectivamente y cambiar la identidad del agente de un "guerrero" a un "tutor".
Y ya no se premiaba a los policías que lograran más detenciones, sino que establecieron otros parámetros de rendimiento.
"Cuando conducía por las calles de la ciudad, quería ver a los niños pequeños andar en bicicleta frente a sus casas, y quería ver a las personas sentadas en sus porches", dice Thomson.
Comunicación, paciencia y fuerza mínima
La policía de Camden trabajó estrechamente con El Foro de Investigación Ejecutiva Policial (Perf, por sus siglas en inglés) en el desarrollo de su nueva estrategia.
El director de Perf, Chuck Wexler, dice a la BBC que tomaron como referencia el Modelo de Decisión Nacional británico, un programa de capacitación policial que enfatiza la comunicación, la paciencia y la fuerza mínima.
Tomó nota de algunas tácticas simples, como el simple hecho de quitarse la gorra del uniforme para parecer más abierto y menos conflictivo.
"Lo que me impactó fue el hecho de que estos agentes (británicos) lidian con situaciones similares a las de nosotros", dijo al visitar Escocia en 2017.
"Un cuchillo en Glasgow es lo mismo que un cuchillo en el centro de Washington D.C., entonces, ¿por qué pueden hacerlo sin disparar?", se cuestionó.
Sin embargo, otros expertos advierten que hay diferencias entre países, como el hecho de que hay unas 300 millones de armas en Estados Unidos, lo que coloca a los policías ante un peligro mayor.
"No se equivoquen, hay momentos en que la fuerza será inmediata y necesaria", dijo Kevin Lutz, de la policía de Camden. Pero el énfasis sigue en valorar la vida de las personas, "independientemente del comportamiento que exhiban en ese momento".
Para el exjefe Thomson, es "un poco extremo" el llamado a desmantelar las corporaciones de policía a lo largo de EE.UU., como algunos sugieren a raíz del caso Floyd.
Pero considera que sí es necesario debatir el traslado de fondos hacia programas comunitarios y a la capacitación de policías para enfrentar situaciones que no saben manejar bien.
"Hubiera cambiado 10 policías por otro Boys & Girls Club", dice en referencia a un reconocido programa de educación para niños y jóvenes en EE.UU.
Y sobre todo generar empatía con la comunidad: "En una sociedad democrática, una policía sólo es efectiva si tiene el consentimiento de la gente, y para tener el consentimiento de la gente, debe ser legítimo".
* Con investigación de Joel Gunter, de la BBC en Washington D.C.