Era una masa enorme de basura, vasos de poliestireno y botellas de plástico atrapadas entre las raíces de las lilas, una planta flotante que cubre algunos ríos de República Dominicana.
Hasta el pasado 12 de julio, toda esta basura hacía presión contra el puente flotante que hay sobre el río Ozama, que recorre 148 kilómetros de la isla antes de desembocar en el Atlántico.
La enorme masa de deshechos se había acumulado en ese punto a causa de las fuertes lluvias de la tormenta Beryl, que afectó al territorio dominicano por esas fechas.
Las autoridades que controlan el puente decidieron abrirlo y la basura terminó en las playas de Fuerte San Gil, Montesinos y Guibia, en el litoral sur de Santo Domingo.
Apertura del puente
Las imágenes la costa cubierta por decenas de toneladas de basura han causado indignación y son muchos lo que piden que las autoridades asuman su responsabilidad en lo ocurrido.
Mientras, en Santo Domingo siguen los esfuerzos por controlar la situación por parte de dos entidades -la Alcaldía del Distrito Nacional y el Ministerio de Obras Públicas- y voluntarios de organizaciones de defensa del medio ambiente.
Según José Miguel Cabrera, director de aseo urbano de la Alcaldía del Distrito Nacional en Santo Domingo, la orden de abrir el puente la dio el Ministerio de Obras Públicas.
El alcalde David Collado le dijo al periódico Listín Diario que "el Puente Flotante lo abrieron sin coordinación con la Alcaldía".
BBC Mundo intentó, en vano, conseguir una declaración del Ministerio de Obras Públicas.
Según dijo en televisión Domingo Contreras, director general de Programas Especiales de la Presidencia (Digepep), las autoridades abrieron el puente para evitar que este se dañara.
"No solo se trata de plásticos, sino de lilas, troncos y material que el río arrastra en medio de una tormenta. El puente tiene una capacidad de carga. Si esa capacidad se excede, perdemos el puente", aseguró Contreras.
Un ciclo vicioso
Pero, ¿cómo pudo ocurrir una catástrofe ecológica de esta magnitud en un país que tiene sus playas una de sus principales fuentes de ingresos?
Según Carmen Chamorro, directora de la organización Parley for the Oceans en República Dominicana, en parte se explica por la pobreza en los barrios populares que rodean Santo Domingo y por la mala gestión de los residuos por parte de las autoridades.
Parley for the Oceans es un grupo que lucha contra la contaminación plástica. Un equipo se encuentra actualmente en Santo Domingo, la capital de República Dominicana, que se enfrenta a una emergencia de basura plástica. Un equipo de limpieza de más de 500 personas formado por residentes, militares y el ayuntamiento recogió 30 toneladas de residuos en tres días.
"Todos los barrios que viven río arriba son de muy bajos recursos, gente muy vulnerable, que echan su basura detrás de su casa, es decir, al río", le explicó Chamorro a BBC Mundo.
Lo que más le impactó a Chamorro en las playas de Montesinos durante el desastre fue la cantidad de poliestireno que encontraron: "Si las autoridades no prohíben el foam y el plástico desechable, las fundas plásticas por ejemplo, eso no va a dejar de suceder".
"La gente tira la basura al río porque cuando llueve el río se lo lleva y ya no lo ven más. Obviamente, ahí el ayuntamiento nunca pasa. (...) Aquí no existe la idea del reciclaje, nadie separa su basura, así es como está la cosa", denuncia Chamorro.
Domingo Contreras, de Digepep, explicó que en el país existían 352 botaderos de basura a cielo abierto: "Un país que genera 14.000 toneladas de basura diariamente ya no puede tener un modelo basado en usar y tirar, sobre todo, porque ha habido un cambio en el tipo de materiales y en la composición de los residuos".
Según le dijo a BBC Mundo José Miguel Cabrera, de Alcaldía del Distrito Nacional, se cree que una parte de los desechos que terminó en las playas fue arrastrada del vertedero La Duquesa hasta el río Isabela por la fuerza de la tormenta Beryl. El río Isabela desemboca, a su vez, en el río Ozama.
"Cuando llueve, todo el lixiviado de La Duquesa cae al río, y luego ese río cae al río Ozama [...] Al final del día, todo va a seguir bajando, es un círculo vicioso", explicó por su parte Carmen Chamorro.
Pese a que las playas de Santo Domingo no son aptas para el baño, la costa y el Malecón son espacios a los que acuden tanto los locales como los turistas.