Eran gente normal haciendo un trabajo extraordinario en un momento extremadamente peligroso.
Ahora, nuevas investigaciones sugieren que los voluntarios de la Cruz Roja que ayudaron a enterrar a las víctimas del ébola en África occidental pudieron evitar más de 10.000 casos de esta mortal enfermedad.
Más de 28.000 personas contrajeron el ébola en 2014 y 2015. De ellos, 11.310 murieron.
Los países más afectados fueron Guinea, Liberia y Sierra Leona.
Una gran parte de la respuesta de emergencia se basó en organizar entierros seguros para las personas que murieron a causa del ébola. Los cuerpos de las víctimas eran especialmente peligrosos.
Y los funerales comunitarios, en los que la gente ayudaba en la limpieza de los cuerpos de sus seres queridos, contribuyeron a la infección de muchas personas en las primeras fases del brote.
Cientos de voluntarios remunerados llevaron a cabo entonces la dura tarea de recoger cuerpos de las casas de la gente y también manejaron la situación con las familias y comunidades en duelo.
Eran personas con una vida normal, como profesores y estudiantes. Muchos llevaron a cabo este trabajo peligroso durante meses.
Algunos fueron estigmatizados por sus comunidades, porque a la gente le daba miedo que pudieran traer el virus con ellos.
En realidad, estaban evitando la expansión del peor brote de ébola de la historia de la humanidad.
"Fue un trabajo muy difícil", dice el voluntario de la Cruz Roja Mohamed Kamara, con quien pasé un día recogiendo cuerpos en Sierra Leona en enero de 2015.
"Es una buena noticia que la gente se dé cuenta del impacto de lo que hicimos para ayudar a poner fin a la transmisión del ébola", asegura.
"Alguna gente no quería ni acercarse a nosotros.
"Pero el equipo con el que trabajamos nos dio los ánimos para hacer este importante trabajo... y pusimos fin a esta guerra".
Los equipos de la Cruz Roja organizaron más de 47.000 enterramientos, más de la mitad de los que se produjeron durante el brote.
Unos 1.500 voluntarios participaron en ellos.
Evitaron miles de muertes
En pocos meses desde su comienzo, la epidemia se había convertido en la peor emergencia de salud pública de los últimos tiempos.
Este estudio, publicado en la revista PLOS Neglected Tropical Diseases, utilizó modelos estadísticos para medir el impacto del programa de la Cruz Roja para enterramientos seguros y dignos.
Los investigadores se centraron en 45 enterramientos comunitarios en condiciones inseguras y en las 310 personas identificadas por haber tenido contacto con los cuerpos infectados.
Y concluyeron que, en promedio, más de dos personas desarrollaron ébola por cada enterramiento comunitario inseguro que tuvo lugar.
El mayor riesgo lo sufrieron aquellos que cuidaron de un ser querido infectado de ébola antes de morir. Los investigadores concluyeron que se podrían haber evitado muchas más infecciones si los enfermos hubieran sido tratados en hospitales en lugar de por sus familias y comunidades.
Utilizando estos cálculos, el estudio sugirió que los enterramientos seguros y dignos por parte de voluntarios de la Cruz Roja evitaron al menos entre 1.411 y 10.452 casos de ébola.