Los campos y viñedos de Sicilia donde Italia está librando su última batalla contra la mafia
Cesare Nicodemo le echa un vistazo a sus campos de uvas maduras desde la terraza de su viñedo con una copa de su espumante más fino en la mano.
Es una cálida tarde de julio en las cercanías del pueblo barroco de Caltagirone, al sudeste de Sicilia, y el sol se pone sobre las colinas mientras las golondrinas trisan y las cigalas chirrían.
Debería ser una imagen de paz y alegría campestres, pero un examen más detallado revela al espectador que las apariencias engañan.
Postes con cámaras de seguridad se esparcen por todo el terreno.
Las rejas de metal que cercan el camino que lleva a esta bodega permanecen cerradas durante la entrevista y, dentro del edificio principal, imágenes de todo el establecimiento salpican las pantallas de un panel.
Esto es lo que hace falta para poder dirigir un negocio moderno en la Sicilia de 2017, según Nicodemo.
El empresario ha recibido amenazas, desconocidos han ingresado en su propiedad varias veces, sus edificios han sido dañados y sus árboles, talados o incendiados.
Incluso ha llegado a ser atacado físicamente.
"La mafia rural intentaba expulsarnos de nuestros terrenos y destruir el negocio", afirma entre sorbos de vino.
Un problema siciliano
Pero, ¿qué es la mafia rural?
Está compuesta en su mayoría por pastores, aunque algunas autoridades sospechan que están coludidos con abogados, contadores y hasta políticos locales.
Nicodemo cree que la batalla contra ellos refleja la lucha de la Italia moderna contra fuerzas que se aferran a mantener vivas en Sicilia las prácticas del pasado.
A la salida del viñedo, el empresario señala unas estacas clavadas en la tierra: "¿Las ves? Son los signos de la mafia rural".
Estos palos se reparten por los alrededores de su propiedad. Miden alrededor de un metro y se distinguen del entorno por una cartulina blanca que las envuelve.
Se han convertido en parte del paisaje siciliano.
Una escena desoladora
A unos 100 kilómetros del viñedo de Nicodemo, a los pies del monte Etna, se pueden ver más estacas.
Allí, Sebastiano Blanco construye una casa.
"Lo que esos pilotes dicen es 'esta tierra nos pertenece", asegura Blanco.
"Ellos, la mafia rural, consideran que todos estos terrenos son suyos sin importarles quién tenga los títulos de propiedad".
Como Nicodemo, afirma que existen clanes locales que creen que son ellos y no el gobierno italiano los que ponen las normas.
A Blanco le quemaron la casa el año pasado. La policía y los bomberos dijeron que lo más probable era que el fuego haya sido iniciado por un indigenteque entró a resguardarse del frío.
Pero él no cree que sea coincidencia que el incendio se haya dado poco después de que empezaran a aparecer estacas en su propiedad.
Sospecha que la mafia rural se vengó porque no renunció a su terreno.
Patea los escombros desparramados por el suelo carbonizado que solía ser su habitación. De fondo, el cielo morado del anochecer se deja ver tras las vigas del techo destrozado.
La escena resulta desoladora.
Pero, ¿qué es exactamente lo que esta mafia quiere?
Un fraude extendido
Giuseppe Antoci es el presidente del parque más grande de Sicilia, el Nebrodi, y el coordinador de la Federación de Parques Nacionales Sicilianos, la Federparchi Sicilia.
Él ha estado investigando este asunto durante los últimos años.
Lo que ha destapado es un fraude extendido que involucra a la Unión Europea y a los fondos de desarrollo rural.
Junto a uno de los responsables de la policía del distrito de Messina, Daniele Manganaro, Antoci descubrió que las redes criminales de la zona estaban solicitando a la Unión Europea subsidiospara tierras ajenas.
Las presentaban como suyas de manera ilícita o falsificaban contratos de alquiler.
"Hemos visto que la mafia ha evolucionado", afirma Antonuci.
"Ya no se trata de la mafia que comercia con drogas ilegales o que trafica con armas. Estos son delitos que requieren mucho trabajo e investigación".
"Ya no estamos hablando de la mafia que existía hace 30 años, cuando los pastores exigían a los comerciantes rescates o pagos a cambio de protección".
"Lo que tenemos aquí es una mafia que se dedica a cometer fraude con fondos europeos y, para llevar a cabo este tipo de engaño, se necesita ser más que un pastor".
Manganaro coincide: "Se necesita una red de gente. Personas que hayan recibido cierta educación, que sepan cómo funciona el sistema porque el primer paso en este esquema fraudulento consiste en crear una empresa".
Nueva normativa
Antoci ha intentado poner fin a estas prácticas.
Ha impulsado una nueva normativa que exige a todos los solicitantes de subsidios obtener un certificado anti mafia.
En Italia, esto significa cumplir con la regulación anti mafia, que estipula que los accionistas y directores de una compañía no deben tener ninguna limitación o prohibición legal.
Los escépticos aseguran que esto difícilmente detendrá el fraude, ya que muchos recurrirán a apoderados para reclamar las ayudas.
La Oficina Anti Fraude de la Unión Europea (OLAF) afirma que está revisando 35.000 solicitudes de subsidios agrícolas registrados en Italia desde 2006 y que ascienden a US$582 millones.
También ha iniciado 9 procesos judiciales que involucran a una red de crimen organizado.
Pero la suma de dinero declarada por la OLAF es muy inferior a los US$4.000 millones que Antoci y las autoridades policiales locales calculan que se ha reclamado ilegítimamente.
"Puedo asegurar que existe un fuerte compromiso a nivel de la UE y de las autoridades nacionales para luchar contra este tipo de fenómeno", afirma el responsable de la unidad de investigación de la OAF que supervisa este tema, Francesco Albore.
Otra partida de US$2.600 millones está reservada por la UE y el gobierno italiano, asignada a los fondos para el desarrollo rural y agrícola del periodo 2014-2020.
¿Qué garantías hay de que este dinero se vaya a distribuir legítimamente?
Según Albore, es difícil garantizarlo pero añade que la UE también exige pruebas de que estas ayudas se dan a los receptores adecuados.
Cuando no es así "se deja de pagarles", insiste.
Emboscada
Mientras tanto, los esfuerzos de Antoci para luchar contra esta trama le han costado caro.
Ha recibido amenazas de muerte y ahora vive bajo protección policial permanente.
El año pasado, estaba en su auto siendo conducido a casa a través del Nebrodi después de una cena cuando su automóvil se convirtió en el objetivo de una balacera.
Asegura que si aún está vivo, es gracias a su escolta y a que su vehículo estaba siendo seguido por el del inspector Manganaro, que consiguió frenar el ataque devolviendo los tiros.
Después de ese episodio, hubo intentos de desacreditarsu investigación.
Algunos medios de comunicación italianos cuestionaron la autenticidad del ataque y sugirieron que Antoci y Manganaro se lo habían inventado.
Pero lo único que han conseguido es darle más fuerzas.
"También encontraron cócteles molotov escondidos en arbustos cercanos", dice.
"Me querían muerto. Pero lo primero que pensé la noche en que me salvaron fue en mi familia y en todos los policías que me cuidaban, en el sacrificio que hacían por una batalla que yo había elegido pelear".
Aún así, un hombre de negocios que ha sufrido amenazas similares por no renunciar a sus tierras, se queja de haber recibido poco apoyo de las autoridades políticas de Sicilia.
Por eso, a los pies del monte Etna, se puede ver a Blanco con una camiseta blanca en la que se lee "Mafia rural, especie protegida".
"Es 2017", dice. "¿Cómo puede estar sucediendo esto en nuestros tiempos?"
Señala el humo del volcán que se acerca a su terreno.
"Este lugar es patrimonio mundial de la Unesco", recuerda.
"Pero mientras se nos intimide de esta manera, ¿cómo vamos a poder sacar provecho del valor económico de nuestra tierra y propiedades?", lamenta.
Reportaje hecho con la colaboración de Diego Gandolfo y Alessandro di Nunzio.