Las nuevas sanciones del Congreso de EE.UU. contra Rusia que ponen en una disyuntiva a Donald Trump
El Congreso de Estados Unidos decidió este martes cerrar filas ante cualquier posibilidad de acercamiento entre Washington y su viejo enemigo de la Guerra Fría: Moscú.
La Cámara de Representantes aprobó de forma rápida y por abrumadora mayoría un nuevo paquete de sanciones a Rusia por su supuesta interferencia en las elecciones presidenciales de 2016 y por su intervención en Ucrania en 2014.
Pero a diferencia de las aprobadas el año pasado por el gobierno de Barack Obama, estas se presentan como un proyecto de ley que, de ser aprobado por el Senado como se prevé, podría incluso sortear el veto presidencial.
Los legisladores aprobaron el proyecto con 419 votos a favor y 3 en contra y deberá contar ahora con el visto bueno de los senadores antes de pasarlo a la Oficina Oval, donde podría ser rechazado por Trump.
Pero, en ese caso, no quedaría ahí, ya que el proyecto cuenta en el Congreso con el apoyo suficiente como para invalidar el veto presidencial.
Jugada estratégica
Fue una jugada estratégica del Congreso por varios motivos:
- Al ser acordada con antelación por la amplia mayoría de las dos Cámaras, se garantizaba la aprobación del proyecto de ley sin la necesidad de largas discusiones o debates.
- Los congresistas acordaron presentar las sanciones como un proyecto de ley ya que, al contar previamente con la aprobación del Congreso, sería este quien decidiría su implementación final, incluso si Trump se opusiera a su firma y lo vetara.
- Junto a las de Rusia, los legisladores incluyeron en el paquete sanciones a Irán y Corea del Norte, dos focos frecuentes de las críticas del presidente, lo que le haría más difícil a este encontrar argumentos para rechazarlo.
El proyecto fue descrito por el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, como un paquete de sanciones que "aprieta los tornillos de nuestros adversarios más peligrosos para mantener a salvo a los estadounidenses".
Pero pone en aprietos también al inquilino de la Casa Blanca.
La disyuntiva de Trump
La portavoz de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, aseguró este lunes que el presidente aún no ha decidido si vetará el proyecto de ley.
Pero su decisión final podría ser un mensaje.
Desde su campaña presidencial, Trump abogó por mejorar sus relaciones con Moscú y alagó en más de una ocasión a Vladimir Putin.
Tras su llegada al poder, las denuncias sobre la supuesta interferencia rusa en las elecciones y los contactos de miembros de la campaña del republicano con el Kremlin lo han puesto en el punto de mira.
Así, en caso de vetar finalmente el proyecto, la decisión de Trump podría considerarse como un apoyo tácito al Kremlin.
Y al aprobarlo, implicaría que -como recoge el proyecto- él o futuros presidentes de Estados Unidos se verían imposibilitados de levantar las sanciones sin contar antes con la aprobación del Congreso.
En qué consisten las sanciones
De acuerdo con la corresponsal de la BBC ante el Departamento de Estado, Barbara Plett, la legislación codifica las sanciones impuestas por Obama diciembre, pero al convertirlas en ley, hace mucho más complicada su eliminación.
También aumenta las restricciones a terceros países para hacer negocios con empresas rusas, en particular en el sector energético, lo que preocupa a gobiernos europeos por la posibilidad de eventuales sanciones por apoyar proyectos de gasoductos con los rusos.
Pero, sobre todo, limita el tradicional derecho del presidente a eliminar sanciones. A partir de su aprobación, tendría que consultarlo primero con el Congreso.
Reacciones de Rusia
Previo a la aprobación de las sanciones por la Cámara de Representes, el viceministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Ryabkov, aseguró que las medidas plantarían una "mina peligrosa" para las relaciones entre los dos países.
"Todo esto es muy preocupante. No podemos ver señales de que la histeria de 'rusofobia' que afecta al Congreso de Estados Unidos esté llegando a su fin", dijo a medios de Moscú.
A inicios de julio, el canciller ruso, Serguei Lavrov, anunció que el Kremlin estudia medidas contra la Casa Blanca tras el embargo de propiedades rusas en Estados Unidos por parte del gobierno de Obama en diciembre pasado, desde las que supuestamente se realizaban labores de espionaje.
Hasta la fecha, los vínculos con Rusia le costaron el puesto a dos importantes asesores de Trump: su jefe de campaña, Paul Manafort, quien tuvo que renunciar en agosto de 2016, y su primer asesor de seguridad nacional, Michael Flynn, quien hizo lo mismo en febrero.
Esta semana, el yerno del presidente Jared Krushner compareció ante el comité del Senado que investiga la intervención rusa en las elecciones, mientras se espera que la semana próxima lo hagan el hijo de Trump, Donald Trump Jr. y el propio Manafort.