Las contradicciones sobre Argentina que mostró el primer paro general contra Mauricio Macri
Un río para separar a dos naciones. A un lado Mauricio Macri albergaba un foro internacional de empresarios y al otro el país de los sindicatos, que gestaban el primer paro nacional en contra suyo.
De eso sirvió este jueves el río Dique, en el famoso Puerto Madero de Buenos Aires: para ilustrar la "grieta" que divide a los argentinos.
"Qué bueno que estamos acá trabajando", dijo Macri, punzante, en la apertura del evento del Foro Económico Mundial.
Mientras tanto, los sindicatos anunciaban, en noticieros que partían la pantalla entre los discursos, que el paro había sido acatado en un 90%.
"Buscamos un cambio en la política económica del país", decían los líderes sindicales, que esperan sentarse a dialogar con el gobierno cuestiones de salarios, despidos y gasto público.
Se dice del peronismo, la influyente y masiva corriente política que heredó el legado de Juan Domingo Perón, que "o gobiernan o no dejan gobernar".
Y esa lógica se refiere, en general, a los poderosos sindicatos.
Pero si bien Macri no está ni cerca de ser peronista, ha sido el presidente no peronista que más tiempo duró sin que le hicieran un paro: 16 meses, un récord del que, teniendo en cuenta la ferocidad del peronismo, el presidente puede celebrar.
El país que paró
Si no es por los espacios concretos donde piquetes cerraron avenidas, Buenos Aires se sentía este jueves como en un día feriado.
Reportes en medios del interior ilustraban una postal similar: los colegios, el metro, los buses, muchos comercios y los bancos, entre otras cosas, no prestaron servicios.
"El paro corresponde", le dijo a BBC Mundo María Acosta, un ama de casa del norte de Buenos Aires.
"Porque Macri es un mafioso. Un mafioso que, como presidente, no ha traído el dinero que tiene por fuera. Nunca ha pagado impuestos aquí", acusó.
"¿Va a gobernar el país? Bueno, traé tu dinero y creá empleos. No está bien que la gente no tenga trabajo", se quejó.
En la ruta Panamericana, una de las autopistas que conecta a la capital con el resto del país, el corte fue dispersado con gases lacrimógenos y hubo violencia entre las autoridades y los manifestantes.
En la ciudad también hubo pequeñas escaramuzas, pero para la hora de la tarde ya las avenidas más importantes, como la simbólica 9 de Julio, ya estaban abiertas.
Cuando los sindicatos del transporte acatan un paro es inevitable que el país quede paralizado, pero es difícil saber cuánta gente exactamente está de acuerdo con él.
En Buenos Aires, por ejemplo, se vieron algunos taxis, que pertenecen a uno de los gremios más fuertes.
"Tenemos que trabajar, y en democracia cada quien tiene derecho a decidir si protesta o no", le dijo a BBC Mundo Agustín Lozada.
Pero otro taxista, que pidió no revelar su nombre, dijo que si bien estaba en desacuerdo, no trabajaría "por miedo a que me quemen el carro".
El país que no paró
Algunos porteños fueron al trabajo en bicicleta o en auto propio, alentados por iniciativas oficiales o sociales antiparo, como estacionamientos gratuitos en toda la ciudad y peajes sin cobro.
La consigna "Yo no paro el 6" ?que más que apoyo a Macri denota una crítica a los constantes paros y piquetes? tuvo una especial acogida en redes sociales.
Muchos otros, sin embargo, se abstuvieron de salir pese a estar en desacuerdo con el paro.
Aunque la recuperación de la economía tras la recesión ha sido mucho más lenta de lo que Macri prometió, la popularidad del presidente sigue estando entre el 40 y 50%, según encuestas.
"El país necesita trabajar", dijo a BBC Mundo José Ilarrey, quien en lugar de trabajar fue donde un mecánico que sí "laburó" a arreglar su carro.
"La gente de los sindicatos está alterada porque éste no es su gobierno, así que andan en paro todos los días. Pero no salimos adelante de esta manera. El país no va a superar sus problemas con paro todos los días", opinó.
Macri tiene el desafío de llegar bien a las elecciones de octubre que elegirán a una porción importante del Congreso.
El cambio estructural que propone ?bajar gasto público e impuestos, incentivar el empleo formal y generar competitividad? depende mucho de esas elecciones.
A su favor tiene el hecho de que la oposición está dividida y su cara más visible, la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, está junto a sus asesores más cercanos enfrentando cargos de corrupción.
En su contra están sus propios escándalos por conflicto de interés con su pasado empresarial, la impaciencia y desconfianza de esa población vinculada a los sindicatos ?casi la mitad del país? y las cifras de consumo, inflación y déficit, que solo han empeorado desde que asumió el poder.
Unir a los argentinos, también, es una tarea pendiente.