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Hassanal Bolkiah, el multimillonario sultán que aprobó castigar a homosexuales en Brunéi

Hassanal Bolkiah, el multimillonario sultán que aprobó castigar a homosexuales en Brunéi
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Conocido por ser uno de los hombres más ricos del mundo, el gobernante de Brunei ha creado gran polémica al impulsar una aplicación estricta de la ley islámica.

Es uno de los hombres más ricos y uno de los pocos monarcas absolutistas que quedan en el mundo.

Jefe de Estado y primer ministro a la vez, el sultán de Brunéi, Hassanal Bolkiah, no pudo evitar convertirse en objeto de una gran ola de indignación internacional.

¿La razón? La entrada en vigor en ese país asiático de un nuevo código penal basado en la sharia -o ley islámica- que castiga con la lapidación el sexo entre hombres y el adulterio, al tiempo que prevé la amputación de manos y pies como medidas para sancionar otras conductas.

La adopción de estas duras penas es la etapa final de un proceso de cambio judicial puesto en marcha por el sultán en 2013 y cuya aplicación se inició en 2014, en una primera fase, cuando solamente afectaba delitos castigados con multas y penas de prisión.

Ya en aquel momento, cuando se anunció la adopción de la sharia, hubo un gran revuelo y anuncios de intentos de boicot en contra de hoteles de lujo alrededor del mundo que son propiedad del sultán.

Entre estos se incluye el legendario The Beverly Hills Hotel, en Los Ángeles, del que en su momento fueron asiduos estrellas del espectáculo como Elizabeth Taylor, Richard Burton, Esther Williams, Joan Crawford, Gina Lollobrigida o Marilyn Monroe.

Reconocidos artistas encabezaron el boicot contra las propiedades del sultán, incluyendo a la humorista y presentadora Ellen DeGeneres, el actor George Clooney o el músico Elton John.

Pero ¿quién es Hassanal Bolkiah y por qué decidió aplicar estas polémicas medidas en su país?

Una larga dinastía

Hassanal Bolkiah es el heredero de una dinastía ininterrumpida que ha durado más de seis siglos.

Nacido en 1946, fue designado por su padre, Omar Ali Saifuddien, como príncipe heredero en 1961. En 1967 fue nombrado sultán, por lo que formalmente ya suma más de medio siglo gobernando.

No fue, sin embargo, hasta la muerte de su madre en 1979 cuando su padre realmente le cedió el poder de forma completa.

Esto permitió a Bolkiah prepararse para tomar plenamente las riendas de Brunéi en 1984, cuando el territorio recuperó su autonomía tras haber sido un protectorado británico durante 95 años.

Ubicado en la costa nororiental de la isla de Borneo, este pequeño sultanato de unos 450.000 habitantes es uno de los países con mayor PIB per cápita del mundo: unos US$78.000.

Su riqueza proviene fundamentalmente de la producción de petróleo y gas, gracias a la cual sus ciudadanos gozan de numerosos beneficios sociales como salud y educación de calidad gratuitas sin tener que pagar impuestos.

Es también esa bonanza petrolera la que explica cómo Bolkiah se convirtió en el segundo monarca más rico del mundo, con una fortuna personal según Forbes estimada en unos US$20.000 millones, solo superada por el rey Maha Vajiralongkorn de Indonesia.

Brunéi comenzó a producir petróleo en 1929 y luego, a mediados de la década de 1960, descubrió grandes reservas de gas.

La venta de estos combustibles fósiles representa más del 60% de su PIB y el 95% de sus exportaciones.

Para manejar estos fondos y prepararse para un eventual agotamiento de las reservas, el sultán creó en 1983 la Agencia de Inversiones de Brunei (BIA, por sus siglas en inglés), un fondo soberano que administra las inversiones foráneas que hace el país con los excedentes de la riqueza petrolera.

Así, esta agencia es la dueña de las múltiples propiedades de lujo que posee Brunéi en el exterior, incluyendo los hoteles Beverly Hills en Los Ángeles, Dorchester en Londres, Le Meurice en París, o el Principe di Savoia en Milán, entre otros.

En el año 2009, se estimaba que la BIA poseía activos en el mundo por valor de US$30.000 millones.

Desbordante riqueza

A finales de la década de 1990, Brunéi estuvo en medio de un importante escándalo financiero cuando se produjo la quiebra de Amedeo Group, un consorcio privado de empresas constructoras y de bienes raíces a través de la que se habían canalizado miles de millones de dólares de la BIA.

El consorcio era controlado por Jefri, un hermano del sultán, a quien el monarca también había colocado al frente del fondo de inversiones.

Se estimaba que las cuentas por pagar del grupo superaban los US$10.000 millones, lo que obligó a poner en venta varios activos, incluyendo una participación en un banco en Australia y un avión Boeing 747.

Según publicaron varios medios, entre los bienes a liquidar se incluía el yate inconcluso de Jefri -cuyo costo de construcción se estimaba en US$500 millones-, 17 aviones, 2.000 autos y un hotel de seis estrellas cuyas instalaciones incluían un teatro, un campo de golf y establos con aire acondicionado.

También se informó entonces que la casa Sotheby's tenía previsto realizar una subasta con obras de arte pertenecientes a Jefri en la que se esperaba recaudar unos US$600 millones. Entre las piezas en venta se incluía un Renoir supuestamente valorado en US$70 millones.

Pero las extravagancias no se limitan al hermano del sultán. El propio Hassanal Bolkiah vive en el palacio residencial más grande del mundo, con unas 1.778 habitaciones y cuya construcción costó unos US$1.400 millones, según el libro Guinness de los Récords.

La página web del libro Guinness también atribuye al sultán ser propietario de la mayor colección privada de autos Rolls Royce, unos 500, muchos de los cuales habrían sido adquiridos en la década de 1990 cuando su familia era una de las mayores compradoras de este vehículo de lujo en el mundo.

Según Guinness, se estima que la colección de autos del sultán está valorada en unos US$4.000 millones e incluye muchos otros modelos coleccionables como el Porsche 959, el Bugatti EB110, el Lamborghini Murcielago LP640 y el Jaguar XJR-15, entre otros.

En 2017, Bolkiah celebró sus 50 años de llegada al trono con una celebración multitudinaria a la que llegó montado en una carroza dorada que era tirada por 50 hombres.

Poder y moral

Como sultán de Brunéi, el poder de Hassanal Bolkiah no tiene contrapesos.

Es él quien nombra a los ministros de su gabinete, a los integrantes de otros cuatro consejos de asesores, así como a los 36 miembros del unicameral Consejo Legislativo del país.

En la actualidad, está además al frente de los ministerios de Defensa, de Relaciones Exteriores y de Finanzas y Economía.

Casado desde 1967 con la reina Saleha, Bolkiah tuvo otras dos esposas de las que se acabó divorciando. En total, en sus tres matrimonios ha tenido 12 hijos.

A finales de la década de 1990, Bolkiah y su hermano Jefri fueron demandados por Shannon Marketic, una ex Miss Estados Unidos que aseguró haber sido contratada para hacer trabajos de modelaje y promocional en Brunéi y terminó encerrada durante un mes junto a otras mujeres en una especie de harén en el palacio del sultán donde fueron acosadas sexualmente, según su versión.

Finalmente, la denuncia no prosperó y no se formularon cargos contra ninguno de los dos hermanos.

Aplicación estricta de la sharia

Lo cierto es que desde su ascenso al trono, el sultán ha ido dirigiendo a Brunéi en dirección a la aplicación de la ley islámica de una forma cada vez más estricta.

Tras la imposición de la sharia, desde 2014 no es posible consumir alcohol. Desde 2015 tampoco se pueden celebrar en público las navidades, pese a que más del 20% de la población del país no es musulmana.

Algunos expertos atribyen esta aplicación cada vez más estricta de la ley islámica al deseo del gobierno de disponer otra fuente de autoridad frente a la población en previsión a los problemas que puedan surgir por el debilitamiento de la situación económica.

Matthew Woolfe, fundador del grupo de derechos humanos The Brunei Project, le dijo a la BBC que esta política también podría relacionarse con el interés del sultanato en atraer más inversión del mundo musulmán y más turistas islámicos.

El sultán, por lo pronto, aseguró que le gustaría que el llamado a la oración se escuchara en todo el país, más allá de las mezquitas.

"Quiero ver que las enseñanzas islámicas se vuelvan más fuertes", dijo en una alocución pública realizada con motivo de una festividad islámica, aunque sin hacer referencia directa a la nueva etapa de aplicación de la sharia.


 

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