En abril de 2014 el mundo quedó conmocionado con la noticia de que 276 niñas nigerianas habían sido secuestradas de su colegio por el grupo militante islámico Boko Haram.
En seguida surgió una ola de condena y nació la campaña #BringBackOurGirls (#DevuelvanANuestrasNiñas), que recibió el apoyo de muchos famosos, entre ellos la entonces primera dama de Estados Unidos, Michelle Obama.
Tres años después, a comienzos de mayo, llegó una noticia que trajo alivio a muchos: 82 de las niñas fueron liberadas.
El anuncio fue dado por el gobierno nigeriano, que logró la liberación a cambio de entregar a cinco militantes de Boko Haram que estaban presos y de -presuntamente- pagar un cuantioso rescate.
¿Qué pasó con esas niñas -hoy jóvenes- durante sus tres años de secuestro?
¿Y por qué no han sido devueltas a sus familias pese a ser libres?
Bajo custodia
No ha sido fácil reconstruir la odisea que vivieron las llamadas chicas Chibok (por el nombre de su pueblo).
El motivo es que el mismo gobierno que las liberó las mantiene bajo su custodia y les permite un acceso muy restringido no solo a los periodistas sino a sus propias familias.
Las 82 adolescentes se reencontraron con sus padres este fin de semana por primera vez desde que fueron liberadas en una emotiva ceremonia en la capital del país, Abuya.
Sin embargo, siguen recluidas. El motivo que esgrimen las autoridades es que consideran que la mejor manera para que las jóvenes superen lo que pasaron es que lo olviden.
Y por ello no quieren que hablen de su pasado.
Pero algunas cosas se saben.
Como el hecho de que tras su secuestro fueron llevadas al bosque de Sambisa y que durante su captura fueron trasladadas de un lado a otro -bosques, ciudades, cuevas- en el noreste de Nigeria.
Algunos datos se obtuvieron de las 57 niñas que lograron escapar en medio de la confusión posterior a su captura.
Otros de las tres que huyeron de forma individual entre 2016 y 2017.
Y también gracias a las 21 chicas Chibok que fueron liberadas en un intercambio anterior con el gobierno de Muhammadu Buhari, en octubre de 2016 (aunque el acceso a ellas también ha sido restringido).
Valiosas
Lo que pudo reconstruirse a partir de estos testimonios muestra que las jóvenes fueron usadas como trofeos de guerra.
La atención internacional que atrajo su secuestro las convirtió en activos valiosos, tanto para Boko Haram como para el gobierno.
En la práctica, esto las benefició: según las testigos, a medida que se acrecentaba la guerra entre las autoridades y las milicias islámicas empezó a escasear la comida y hubo un período en que las cautivas no recibían ni siquiera una comida diaria.
Sin embargo a medida que crecía el reclamo por su devolución, sus captores entendieron que mantener a las jóvenes sanas y bien alimentadas podría traerles réditos en la guerra de propaganda.
Poco se ha dicho con respecto a la violencia que enfrentaron las muchachas.
Al ser entregadas las 82 hace unas semanas, en una zona boscosa cerca de la frontera con Camerún, uno de los siete militantes que participaron de la entrega les preguntó una a una, frente al mediador del gobierno:
"Durante el tiempo que estuviste con nosotros, ¿alguien te violó o te tocó?".
Según el mediador, todas respondieron que no.
Sin embargo, los corresponsales de la BBC Alastair Leithead y Stephanie Hegarty señalan que a la mayoría de las jóvenes se les dio dos opciones durante su cautiverio: ser esposas o sirvientas de los militantes.
Uno de los pocos que tuvo acceso a las 82 chicas liberadas, el presidente de la Asociación de Padres de Chibok, Yakubu Nkeki, contó que según ellas convertirse en esposa de un militante era opcional, no algo hecho a la fuerza.
Algunas de las jóvenes le explicaron que estar casada tenía algunos beneficios, ya que les daba acceso a una mejor casa y más comida.
Por eso, algunas lo eligieron, como forma de aliviar su calvario.
Y una que iba a ser liberada con las 82 prefirió quedarse, alegando que era feliz con su esposo.
Las familias
Nkeki fue el encargado de viajar a la capital de Nigeria, Abuja, en representación de las familias, para encontrarse con las chicas que fueron llevadas hasta allí en helicópteros, tras su liberación.
Volvió a Chibok con fotos y videos de las jóvenes y fue recién entonces -días de después de la liberación- que los parientes de las rehenes pudieron enterarse si su hija estaba entre las liberadas.
Desde entonces el contacto entre las excautivas y sus familias ha sido limitado.
Lo mismo ocurre con las 21 chicas Chibok liberadas en octubre pasado, quienes también permanecen en la capital bajo custodia del gobierno.
Abuja queda a 900 kilómetros de Chibok y para muchos habitantes de ese pobre distrito rural no es posible viajar a verlas o mudarse allí.
Incluso en las navidades pasadas, cuando las exrehenes fueron llevadas por primera vez de vuelta a Chibok, no pudieron quedarse con sus familias.
Se hospedaron en la casa de un político local, bajo estricta seguridad.
¿Cuidado o cautiverio?
Algunos han cuestionado que las jóvenes están siendo sometidas a un nuevo cautiverio.
Sin embargo el gobierno sostiene que actúa por su propio bien.
Por un lado, existe un alto riesgo de seguridad: las chicas Chibok aun son consideradas un activo valioso y las autoridades temen que vuelvan a ser secuestradas, algo que sería una victoria simbólica importante para Boko Haram.
Pero además, el gobierno considera que las jóvenes podrían ser rechazadas por su comunidad si regresan.
La mayoría era cristiana cuando fueron secuestradas pero muchas se convirtieron al islam durante su cautiverio.
Se desconoce si fue a la fuerza, en busca de un mejor trato por parte de sus captores o por convicción propia.
Si bien las jóvenes están bajo la protección de las fuerzas de seguridad, quien está a cargo de ellas es la ministra de la Mujer, Aisha Jumai al-Hassan.
En un intento de mostrar que no están retenidas contra su voluntad, Al-Hassan organizó una conferencia de prensa en la que tres de las 21 liberadas en octubre respondieron preguntas de la prensa.
Las jóvenes contaron de las muchas actividades que realizan en el centro de atención gubernamental en el que viven.
Allí el gobierno se ha centrado en que retomen su educación.
También reciben asistencia psicológica.
Según los periodistas de la BBC que estuvieron presentes, las muchachas parecían genuinamente cómodas con su situación, aunque deseosas de ver a sus familias.
¿Qué futuro les aguarda?
Por lo pronto, volver a la escuela -esta vez en la más segura Abuja-, lugar que debieron abandonar a la fuerza cuando fueron secuestradas.
Según la ministra, este será el camino para volver a una vida normal en muy poco tiempo.
"Para septiembre estoy segura de que ya se habrán recuperado de su trauma", auguró la funcionaria.
Mientras muchos se enfocan en este nuevo grupo de liberadas, los padres de las víctimas recuerdan que aún hay 113 jóvenes en manos de Boko Haram que todavía no han visto el final de su calvario.