El ejército de Myanmar lanzó la semana pasada un asalto a Mindat, en la que una milicia local le había opuesto hasta entonces una firme resistencia.
Gran parte de la población huyó rumbo al bosque cercano después de que las fuerzas armadas bombardearan la ciudad con fuego de mortero y cohetes.
Los voluntarios que trabajan en la zona aseguran que muchos de los que huyeron necesitan asistencia humanitaria urgente. Sin apenas comida y pocos lugares en los que refugiarse, no tienen acceso a atención médica.
Los militares han bloqueado los accesos a la ciudad por carretera y bloqueado el suministro de agua, dificultando gravemente la vida de quienes quedaron adentro.
"Los soldados patrullan constantemente y disparan. Irrumpen en las casas y se llevan a la gente. Por eso, muchos se están marchando", denunció un voluntario.
La justicia por su mano
Mindat, de unos 50.000 habitantes, ha inspirado con su lucha a muchos de los que protestan en Myanmar y ha habido manifestaciones bajo el lema "Mindat en lucha".
Esta ciudad, cuya estampa espectacular cuelga de un recóndita montaña en el Estado de Chin, en el oeste de Myanmar, es una de las muchas en las que los residentes comenzaron a protestar el pasado 1 de febrero, cuando un golpe militar derrotó al gobierno democráticamente electo de la Liga Nacional por la Democracia tras alegar sin pruebas que se había producido un fraude en las últimas elecciones.
El golpe desencadenó más de tres meses de protestas en el país y enfrentamientos entre efectivos militares y manifestantes.
Los habitantes de Mindat afirman que durante tres meses los abandonaron a su suerte, mientras ellos organizaban manifestaciones en moto por las sinuosas carreteras que serpentean por la zona con las colinas boscosas que trazan la frontera con la India.
Pero, a partir de marzo, como en otros lugares de Myanmar, los militares comenzaron a emplear fuego real contra los manifestantes.
En abril, cuando los manifestantes muertos en todo el país ya eran más de 500, en muchos lugares los manifestantes se preguntaban cómo podrían contrarrestar la represión. Sin armas con las que hacer frente a los militares, parecía haber pocas opciones.
Pero en el oeste de Myanmar, los miembros de la etnia Chin conservan la tradición de fabricar unas grandes armas de caza, llamadas tumi, para cuyo uso se exige un permiso de las autoridades. Así que comenzaron a formarse allí, lo que llamaron "fuerzas de defensa del pueblo", con el fin de plantear una resistencia armada al régimen militar.
Los primeros choques se dieron en zonas con amplia población chin, una de las minorías del país.
Por primera vez, se reportaron bajas significativas entre las fuerzas militares, aunque hubo más entre los poco entrenados civiles.
Como otros estados fronterizos poblados por minorías, el Estado Chin ha sufrido abusos sistemáticos a manos del ejército desde la independencia de Myanmar en 1948. En 1990, la insurgencia del Frente Nacional Chin (FNC) lanzó esporádicas campañas de ataques armados contra las fuerzas del gobierno.
Miles de civiles chin huyeron a la vecina India por temor a las represalias de los militares. La acción del ejército redujo la resistencia del FNC a un puñado de combatientes y en 2012 el grupo acordó un alto el fuego con el gobierno.
Así que, al contrario de lo que ocurre con otras minorías de las fronteras orientales de Myanmar, como los karen o los shan, entre los chin ya no hay una insurgencia armada organizada que pueda controlar el territorio y darles ayuda y refugio a quienes se oponen al golpe.
'Corremos por nuestras vidas'
A comienzos de abril, los activistas de la oposición, frustrados por la falta de apoyo de un FNC que ya no cuenta con apenas medios, anunciaron la creación de la Fuerza de Defensa de la Tierra Chin. (FDTC), una milicia con vocación de coordinar la resistencia en todo el estado de Chin.
Una de las ramas de la FDTC se ubicó en Mindat, donde funcionarios locales leales al gobierno depuesto habían establecido ya en febrero un "Equipo de Administración del Pueblo" para gobernar la ciudad autónomamente, un claro desafío a los militares.
Los lugareños afirman que la chispa que prendió la mecha de la batalla por Mindat fue el arresto de 7 jóvenes activistas cuando colocaban carteles contra los militares en la ciudad.
El 24 de abril, una concentración multitudinaria exigió su liberación y la de otros 5 que habían sido detenidos antes. Según los testigos, se produjo un disparo, los milicianos locales devolvieron el fuego y tres agentes de policía resultaron muertos en el intercambio.
Durante los tres días que siguieron, el ejército trató de llevar refuerzos hasta Mindat, pero la milicia local se valió de su mejor conocimiento del terreno montañoso de la zona para tender emboscadas a los convoyes militares, provocando la destrucción de varios camiones, y según afirmó la resistencia, la muerte de 15 soldados.
El ejército aceptó un alto el fuego el 27 de abril y esa misma noche liberó a los 7 activistas a cambio de 20 soldados que habían sido capturados por la resistencia. Los efectivos policiales y militares se retiraron de Mindat y durante las dos semanas siguientes apenas se registraron enfrentamientos.
Sin embargo, la exigencia del ejército de que se le permita el acceso a Mindat y la de la FDTC de que se liberara a los 5 activistas que seguían presos parece haber provocado un rebrote de la violencia desde el pasado 12 de mayo.
Un día después, la junta militar que gobierna Myanmar decretó la ley marcial en Mindat y comenzó el bombardeo de artillería a la ciudad.
La FDTC respondió con una emboscada a una caravana militar de 6 vehículos pesados. Quemó 5 de ellos y se apropió de varias armas en la acción. Varios soldados murieron; los que sobrevivieron, huyeron. Para limitar su vulnerabilidad frente a las emboscadas, el ejército empezó a enviar refuerzos en helicóptero.
El 15 de mayo, las tropas entraron en la ciudad de nuevo,. Algunas informaciones señalaron que usaron civiles como escudos humanos. Los milicianos decidieron retirarse a los bosques cercanos. Miles de residentes de Mindat se marcharon con ellos.
"Corremos por nuestras vidas", le dijo un activista a la BBC. "Hay miles en el bosque. Solo los bebés y los ancianos siguen en la ciudad. Casi todos los jóvenes han tomado las armas y se han unido a la FDTC".
En torno a 2.000 desplazados viven ahora en campamentos improvisados junto a las pueblecitos que hay a unas horas a pie de Mindat.
Cuentan con muy poca comida y pocos materiales con los que construir refugios para resguardarse de las lluvias monzónicas y enfrentan la angustia de la falta de tratamiento para los heridos en la batalla. Se cree que otros muchos habitantes de Mindat se encuentran dispersos por el área cercana a la ciudad.
La FDTC dice que se está reagrupando y planea su próximo movimiento, que espera coordinar con otras unidades insurgentes en el estado de Chin.
Es probable que a su arsenal tradicional de tumis para la caza se le hayan sumado ahora las armas modernas arrebatadas al ejército, entregadas por los desertores o quizá adquiridas de alguno de los otros grupos armados que operan en Myanmar o en la India, que posiblemente también hayan entrenado a los voluntarios de la FDTC en su manejo.
Los combates en las áreas chin de Myanmar podrían ser el anticipo de una nueva fase del conflicto entre la junta militar que tomó el poder en febrero y sus muchos oponentes.