Entre junio y noviembre, los que se dedican a seguir los huracanes en el Atlántico no dejan de pasar malos ratos. Y Dorian se ha vuelto un dolor de cabeza.
Aunque los pronósticos del tiempo -y las tecnologías y métodos que lo permiten- se hacen más confiables casi cada año, las condiciones ambientales son tan volubles que lo que en un momento fue una clara certeza para los meteorólogos en unas horas se vuelve un fiasco.
Así, muchas veces, las predicciones que llevan incluso a los gobiernos y a muchas personas a tomar medidas terminan en sol y buen tiempo.
Y con Dorian, que amenaza con golpear Florida como una poderosa tormenta categoría 4 en la escala Saffir-Simpson (de un máximo de 5), hacer predicciones se ha vuelto un reto particularmente complicado.
Hasta la tarde del martes, por ejemplo, todo indicaba que la entonces tormenta tropical cruzaría en diagonal la isla de Puerto Rico y afectaría la costa noreste de República Dominicana.
Ambos países decretaron estado de emergencia y esperaban lo peor.
Finalmente, Dorian pasó al noreste de las islas. Solo dejó lluvias en Puerto Rico, aunque una persona murió mientras acondicionaba el techo de su casa para la tormenta.
Ahora, que el huracán se dirige a Florida, la falta de consenso sobre por qué parte de la península tocará tierra -si finalmente lo hace- o cuál será su intensidad en los próximos días vuelve a ser el pan cotidiano de los científicos.
El mismo Centro Nacional de Huracanes de EE.UU. (CNH), una de las máximas autoridades a nivel mundial en el tema, ha reconocido "la incertidumbre en el pronóstico de la trayectoria" de Dorian desde hace días.
"Debido a la amplia gama de soluciones modelo, el pronóstico de intensidad sigue siendo de baja confianza. Cabe señalar que los ciclones tropicales compactos como Dorian a menudo son difíciles de predecir", admitió el CNH esta semana.
Desde hace días, el cono de incertidumbre (la previsión de por dónde podría entrar) abarca toda la península, que tiene un largo de unos 800 kilómetros.
Esto facilita que los meteorólogos no fallen en sus predicciones generales, pero dificulta la toma de decisiones y genera también desconcierto en la población sobre si deben evacuarse o tomar precauciones para evitar los riesgos del ciclón.
Pero ¿por qué es tan difícil para los científicos predecir el rumbo de huracanes como Dorian?
Un ciclón pequeño
Primero, por su tamaño.
Como ya advertía el CNH, una de las razones fundamentales detrás de la vacilación en los pronósticos es la estructura de Dorian.
En un inicio, cuando se formó, la tormenta pasó días de gran desorganización y debilidad a medida que las capas de polvo de Sahara en el Caribe frenaron su desarrollo.
Y aunque al girar más hacia el norte comenzó a ganar en intensidad, continúa siendo un huracán relativamente pequeño.
El tamaño de los huracanes suele medirse por el diámetro que abarcan sus vientos huracanados, que, el en caso de Dorian es de apenas 35 km, según el reporte de las 15:00 GMT del CNH.
Para que se tenga una idea, en los vientos con potencia de huracán de Katrina (más de 120km/h) se extendieron por casi 200 km desde el centro.
Pero ¿por qué es tan complicado pronosticar la trayectoria de un huracán pequeño?
Dificultades
The Weather Channel, que se especializa en los pronósticos del tiempo, explica que hay varias razones por las cuales tormentas más pequeñas como Dorian pueden suponer dificultades mayores para los meteorólogos.
"Por un lado, las pequeñas tormentas pueden fortalecerse o debilitarse rápidamente debido a pequeños cambios en su entorno, dado que contienen menos masa (aire, vapor de agua, nubes) para girar o disminuir la velocidad", explica el canal.
Fue lo que pasó con Humberto en 2007, otra tormenta relativamente pequeña que en menos de 20 horas pasó de depresión tropical a huracán categoría 1.
Lógicamente, el proceso puede ser inverso y la tormenta puede también debilitarse en cuestión de horas, como sucede generalmente cuando tocan tierra.
También, de acuerdo con la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de EE.UU, otros factores atmosféricos tienen un rol fundamental en lo que pasa ahora con Dorian.
Los vientos y la atmósfera
Según explicó esta semana a BBC Mundo el meteorólogo de la NOAA Justin Dunion, dos de los principales factores que pueden provocar el debilitamiento o incluso la disipación de una tormenta tropical o huracán son el aire seco y la llamada cizalladura del viento.
Este fenómeno, básicamente, consiste en la diferencia en la velocidad del viento o su dirección entre dos puntos en la atmósfera terrestre que suele estar dados por los sistemas de altas presiones.
Ahora, a medida que enrumba hacia el noroeste, Dorian también se enfrenta a los sistemas climáticos de latitudes medias de la zona que pueden influir en su desarrollo y movimiento.
Uno de estos elementos es una baja superior que se extiende sobre Cuba que, según el CNH, se mueve hacia el oeste y forma una fuerte cresta subtropical sobre el Atlántico occidental.
Esto, de acuerdo con los pronósticos, obligaría al huracán a girar hacia el oeste-noroeste en su trayectoria hacia Bahamas y Florida.
Sin embargo, todo indica que en algún momento en los próximos días esa cresta se erosionará y las corrientes de dirección se debilitarán, lo que provocará que Dorian se desacelere considerablemente cerca o sobre la península de Florida.
"Esto aumenta la incertidumbre en el pronóstico de la trayectoria", señala el CNH.
Otro elemento que crea incertidumbre en los pronósticos es un sistema de altas presiones que por estas fechas suele estar sobre Bahamas.
Si dicha masa de aire cálido se retira un poco hacia el este, esto implicará que Dorian podría girar más hacia el norte.
Si, por el contrario, se mantiene estacionaria o se fortalece, empujaría al huracán hacia el sur.
Sin embargo, dado que el movimiento de estas grandes masas de altas presiones es tan difícil de decidir con mucho tiempo de antelación, el pronóstico de por dónde impactará Dorian en Estados Unidos también se vuelve incierto.