El japonés Yasuaki Yamashita era solo un niño en 1945, pero aún recuerda nítidamente el infierno y la destrucción que causó la bomba atómica lanzada por Estados Unidos sobre su ciudad, Nagasaki.
Él, como otros hibakusha ("sobrevivientes" de la bomba, en japonés), sufrió graves problemas de salud como consecuencia de la radioactividad.
Pero quizá lo que más marcó toda su vida fue la discriminación de quienes pensaban que él y el resto de víctimas podrían tener "alguna enfermedad contagiosa".
Tratando de empezar una nueva vida desde cero, en 1968 llegó a México. "Cuando llegué, todos los mexicanos abrieron sus brazos, me aceptaron tal como soy. Sin preguntarme, sin exigirme absolutamente nada", cuenta.
Así que se quedó para siempre.
75 años después de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, Yamashita compartió su conmovedora historia con BBC Mundo.