Guatemala y Belice barajan cartas ante la justicia internacional por un conflicto de más de 159 años, pero todavía no se sabe si se llevará a cabo la partida.
Los guatemaltecos votaron este domingo por una abrumadora mayoría para que el gobierno de su país lleve ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya el reclamo territorial que tensa las relaciones entre los dos países.
Se trata de un conflicto fronterizo por una zona de más de 11.000 kilómetros cuadrados, la mitad del territorio de Belice, que incluye islas, cayos, islotes y superficie marítima en el Golfo de Honduras.
Con más casi la totalidad de las urnas escrutadas, más del 96% de los guatemaltecos se mostró a favor de que la CIJ analice el reclamo, pero aún no está dicha la última palabra.
Todavía queda por ver cuándo Belice realizará su consulta y si sus ciudadanos aceptan que sea La Haya quien decida el diferendo.
Solo entonces podría comenzar el proceso.
Mientras, Guatemala ya hizo su parte: más de 7,5 millones de sus ciudadanos fueron convocados para la consulta popular que, aunque terminó con la victoria del "sí", tuvo una participación muy baja, según los datos oficiales.
Aunque ambos países firmaron en diciembre de 2008 un acuerdo para que fueran sus habitantes quienes votarían para decidir si llevar a un más alto nivel el reclamo territorial, la consulta no se realizó en Guatemala hasta ahora por la falta de acuerdo bilateral para su realización.
Y, de hecho, aún se desconoce la fecha en la que lo hará el país vecino.
No obstante, el embajador beliceño en Guatemala, Alexis Rosado, opinó este domingo que su gobierno estima que la consulta popular "sea a fin de este año" 2018.
Tras conocerse los resultados de la consulta, el presidente de Guatemala, Jimmy Morales, ofreció un mensaje en el que se mostró "sumamente complacido" porque sus compatriotas "optaron por una solución pacífica y democrática para solucionar un conflicto de 200 años de existencia".
Pero ¿cuál es la base de este conflicto?
La historia
La disputa territorial empezó en la época de la Colonia, cuando lo que hoy es Centroamérica formaba parte del virreinato de Nueva España, una entidad territorial integrante del imperio español.
Los piratas ingleses que atacaban las embarcaciones españolas se refugiaban en costas del ahora Belice.
Para evitar el asedio, en 1783 y 1786 España entregó a la corona británica dos concesiones para extraer maderas preciosas en ese territorio.
En las décadas siguientes aumentó el número de ingleses en esa zona, originalmente ubicada en lo que ahora es la frontera beliceña con México.
Sin embargo, durante la guerra de independencia que terminó en 1821, la colonia británica se extendió a otras zonas hasta abarcar el territorio de lo que hoy es Belice.
En esos años el gobierno guatemalteco sostenía una disputa con México que pretendía quedarse con la región de Petén, y en esas circunstancias se vio obligado a aceptar los nuevos límites de la colonia británica.
En 1859 se firmó un acuerdo que establecía, como pago por la cesión de la tierra, que la Corona Británica construyera un camino entre la capital guatemalteca y el Mar Caribe.
La obra nunca se hizo, y por ello en 1946 Guatemala canceló el acuerdo y demandó que la CIJ resolviera la disputa por el territorio, lo que no sucedió.
En 1981 Belice obtuvo su independencia, pero Guatemala la aceptó una década después.
Lo hizo cuando el entonces presidente Jorge Serrano reconoció el derecho de Belice a la autodeterminación y soberanía, y el de los beliceños a elegir su gobierno.
Pero no reconoció el territorio donde se asienta el país, porque está en disputa.
Belice, a cambio, aceptó que su vecino pretendía tener derechos sobre su territorio. Un primer paso que abrió la puerta a la solución negociada que derivó en la consulta de este 15 de abril.