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Estratega militar y negociador salvadoreño cree que hay que dialogar con el Estado Islámico

Estratega militar y negociador salvadoreño cree que hay que dialogar con el Estado Islámico
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¿Hablar con el grupo detrás de los peores ataques terroristas en Occidente en la última década? De entrada la propuesta suena chocante, pero quien la hace -un exitoso excomandante guerrillero y negociador- vas más allá: dice que es prácticamente inevitable.

Cuando Joaquín Villalobos habla de guerra o paz, quienes lo conocen escuchan.

Este salvadoreño de 66 años fue el principal comandante militar y estratega del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), una coalición de grupos guerrilleros que puso en jaque a las fuerzas armadas salvadoreñas -respaldadas por el poderío estadounidense- desde fines de los 70 a principios de los 90.

En un perfil que sobre él escribió para el diario británico Financial Times el periodista británico John Carlin llamó a Villalobos el "verdadero maestro de la lucha guerrillera latinoamericana en el siglo XX", por encima de Ernesto "Che" Guevara.

En los 90 se convirtió en uno de los principales negociadores de la guerrilla en los diálogos que culminaron con el acuerdo de paz de 1992. Villalobos se radicó en el Reino Unido en 1995, luego de una pública ruptura con el FMLN como movimiento político.

En Inglaterra estudió en el St Anthony's College de Oxford, en Reino Unido, donde ahora es profesor visitante.

También es miembro de Diálogo Interamericano, organización que fomenta la democracia, el diálogo y la equidad en América Latina y el Caribe. Y ha sido asesor de procesos de paz en Sri Lanka, Filipinas, Bosnia e Irlanda del Norte.

El último proceso de paz en el que intervino fue el del gobierno colombiano con las FARC. Allí trabajó estrechamente con su amigo Jonathan Powell, jefe de gabinete del gobierno laborista de Tony Blair y principal negociador en el exitoso proceso con el IRA en Irlanda del Norte.

Como Villalobos, Powell también apoya una negociación con el autodenominado Estado Islámico (EI).


Primero hablemos de la estrategia militar. Usted ha dicho que para combatir a un grupo como EI se necesita ante todo tropas en el terreno, infantería. Y es algo que los aliados en esta lucha no están dispuestos a arriesgar.

Exacto. La infantería, para decirlo de una manera dura, es directamente proporcional a la cantidad de pobres con que cuentas.

En la medida en que el mundo desarrollado ha crecido, ha hecho una transición de la infantería a la tecnología, lo cual les permite actuar reduciendo costos humanos pero les impide ocupar terreno, porque nada ha sustituido a la infantería en la ocupación de territorio.

Tu puedes presionar, desgastar incluso causar destrucción, pero no puedes ocupar el territorio.

El mismo día del atentado en el parlamento británico, el gobierno de Trump hizo su primer anuncio de cómo sería su estrategia de combate a EI. No se diferencia mucho de la de Obama: bombardeos, apoyo a grupos locales y no contempla enviar tropas el terreno, sólo fuerzas especiales para entrenar y asesorar.

Claro, siempre es lo mismo: pocos hombres altamente especializados, mucha tecnología. Y para Occidente, si un soldado es apreciado, un piloto lo es diez veces más. El riesgo de un piloto que cae también tiene un costo altísimo en términos políticos.

Es decir, la vida humana en al mundo desarrollado ha cobrado un valor enorme -lo cual es muy bueno.

Por lo tanto los drones han pasado a sustituir a los aviones piloteados. Estamos en un mundo completamente distinto desde el punto de vista militar.

Sin embargo en el último par de años ha habido muchos avances contra EI. Mosul está casi recuperado y continúa el avance sobre Raqa, la capital de facto de Estado Islámico.

Yo he hablado que cualquier posibilidad de negociar pasa por la presión militar en el terreno, eso ha mejorado. Que si eso (sólo la presión militar) puede llevar a que EI desaparezca, creo que no es factible.

Una cosa es que se pueda reducir su capacidad de enemigo regular, de controlar territorio, pero puede seguir siendo un enemigo irregular muy poderoso.

Y cuando se coloca al enemigo en una posición de debilidad es que emerge la posibilidad de una salida negociada.

Hablemos de la parte política, la más complicada, ¿no? Porque es un tema de legitimidad. Al decir que se va a negociar, o por lo menos a dialogar con EI, se le está dando legitimidad. Y eso, políticamente, es un suicidio...

Políticamente en términos de alguien que tiene que ganar opinión pública, conseguir votos. Pero en términos prácticos sigue teniendo vigencia.

Yo no soy un especialista en el tema, no conozco cómo se mueve este tema en términos de la región -conozco mucho más la situación de América Latina-, pero digamos que hay reglas básicas que son generales (para pensar en un diálogo):

Si hay un adversario que está armado y haciendo uso de una violencia organizada, si tiene un soporte social grande, si tiene territorio bajo su control y una causa común que va más allá de esos territorios -independiente de que los consideremos una locura, como en el caso de EI-, pero es una causa compartida quizá por millones de personas y tiene soportes internacionales, es decir, es un conflicto que se mueve en una cierta geopolítica.

No es un fenómeno policial, no son cuatro gatos poniendo bombas. Por más irracional que nos parezca.

En esas condiciones, el principio es llevarlo a un punto de debilidad y en ese momento hay que buscar -no se cómo- colocarlo en una situación de racionalidad y buscar un acuerdo.

No es el tema ético, moral, el que define si se dialoga o no. Porque si revisas la historia de las confrontaciones en el mundo vas a encontrar cosas como esta (EI) y peores.

Si, de hecho Jonathan Powell escribió que detrás del ascenso de Estado Islámico hay un descontento genuino, por ejemplo entre los sunitas en Irak y Siria. En Irak en cómo han sido tratados después de la caída de Saddam Hussein. Y que le parecía muy difícil que a Mosul, una ciudad de millón y medio de habitantes la pudiera controlar con sólo dos mil combatientes.

Exacto. En esa condición, si hay una causa compartida... Como yo no conozco bien la región, hablo nada más del concepto. Jonathan le da mucho más contenido porque dice que hay unos agravios históricos inmediatos, reales, que se extienden más allá de los combatientes.

Por eso es que el terrorismo en Europa es un derivado de aquello.

Estamos en Inglaterra, usted lleva viviendo un buen tiempo aquí y ha comparado al Estado Islámico con el nazismo. Y se imaginará que lo más probable es que comparen la propuesta de hablar con EI con la muy criticada política de apaciguamiento (appeasement) del primer ministro Neville Chamberlain con Hitler...

Fíjate que me has traído a la memoria algo que ocurrió cuando todavía no había concluido la guerra en Irak. Tuve un intercambio con un personaje de la comunidad académica de inteligencia de Estados Unidos de relativa importancia, cuando buscaban experiencias para abordar todos estos temas.

Yo le plantee que era un error destruir el partido de Saddam Hussien (Baath) y el ejército. Y me dijo: "Es que eso sería como entenderse con los nazis". Y mira los resultados.

La facilidad conque Estados Unidos -con los británicos- ocupó a Irak muestra que estaban enfrentados a una fuerza que tenía un cierto grado de racionalidad. Al no buscar un acuerdo y una forma de integrarlos a la solución, lo que ocurrió es que se creó un enemigo más irracional.

La fuerza no es para un uso destructivo indefinido e infinito, para destruir totalmente al adversario. La fuerza tiene el propósito de ponerlo en una situación en la que se pueda apelar a la racionalidad que pueda tener y de esa manera conducirlo a ser alguien con quien se pueda convivir.

Ahí entramos al tema práctico: cómo llevar a la realidad una negociación, o al menos un diálogo con Estado Islámico. Algo que mencionaba Jonathan Powell es hablar sobre las causas de los agravio, por ejemplo igualdad política real para los sunitas en Irak. Con temas que se dirijan directamente al descontento.

Por supuesto. Si no abordas las causas, no vas a parar el fenómeno. Entonces, si las causas están en esos agravios hay que plantearse salidas prácticas. Los agravios conducen al fanatismo, que es lo que estamos viviendo acá. Hay que irle restando fuerza, por la vía militar, y (dialogando) con la parte de ellos...

Cómo dialogar con un grupo que, desde afuera, se ve monolítico, milenarista, con sectores que quieren que el apocalipsis se vuelva una realidad en el mundo y con un pensamiento básicamente medieval, como usted mismo lo señalaba en algún lado.

Ahí apelaría a que te acuerdes de Colombia y las FARC y ahora el ELN y cómo de vueltas la vida. Lo importante no es que tengas la respuesta a esas preguntas en estos momentos, sino que tengas en la cabeza (la posibilidad de un diálogo) para que no pierdas la oportunidad cuando calcules que el momento adecuado se está acercando.

Obviamente no siempre es posible hablar y obtener resultados.

Pero si hay un enemigo que tiene esas condiciones que he señalado -fuerzas sociales, una causa compartida por mucha gente y un entorno geopolítico- no puedes hacer la guerra de manera indefinida si no tiene el propósito de que, en algún momento, puedes conducirlo a un nivel de racionalidad con el cual te puedas entender.

Si tienes ese propósito, la oportunidad se va a presentar. Pero si piensas que puedes acabar al enemigo, pues nunca la vas a ver.

Y no son muchos los conflictos que se han resuelto por la vía militar cuando involucran todo esto que usted ha dicho...

Así es. Comparemos esto con Vietnam: Estados Unidos perdió 50 mil hombres y Vietnam perdió 5 millones. Ahora, Vietnam es un sitio completamente seguro para los estadunidenses que lo visitan. Porque el agravio se acabó.

Lo que estamos enfrentando con EI son unos agravios recientes y una visión del mundo muchísimo más primaria. En la Guerra Fría se enfrentaban dos visiones sobre cómo alcanzar la modernidad, eso le daba una cierta racionalidad al conflicto.

Acá no, acá se enfrenta el miedo a la modernidad, por eso es que es tan peligroso el tema del terrorismo. Están asustados porque ven que su mundo no tiene viabilidad en las condiciones actuales.

Cuando se ve que algunos extremistas de derecha aquí (Reino Unido) y Estados Unidos dicen que los islamistas van a dominar Europa, sólo hay que imaginarse la potencia que tienen el capitalismo y la sociedad de consumo para confrontar los valores de una sociedad tan primitiva como la que representa el mundo islámico en temas como derechos de la mujer, de los homosexuales, su tecnología... No tiene ninguna posibilidad de vencer.

Para finalizar, ¿han usted o Jonathan Powell presentado la opción de diálogo con Estado Islámico ante centros reales de poder, a instancias políticas decisivas en Occidente?

(Risas) No. Jonathan tiene más posibilidades que yo y no sé. Jonathan me dijo que alguna vez lo comentó pero fue como si escucharan llover. La reacción fue adversa.

Es que es muy difícil que la gente entienda. Estamos hablando de lo que se va a poder hacer a futuro. Y le estamos hablando a un grupo bien reducido de personas que son las que van a tomar decisiones, quienes ahora están enfrentando los problemas, pero que tienen que tener esto en cuenta.

Puede haber algunos que ya lo piensan pero que no van a poder hablar de esto. Es como que en mi país, El Salvador, alguien diga que va a hablar del aborto o el matrimonio gay, le va como en feria.


VILLALOBOS SOBRE EL RECIENTE ATAQUE DE EE.UU. CONTRA SIRIA

Joaquín Villalobos
Joaquín Villalobos

"Frente al escenario armas químicas versus bombardeo con misiles, existe el riesgo de que se imponga una lógica de buenos y malos.

"Si esto fuera así, el resultado de estos ataques podría ser entonces un escalamiento cada vez mayor, con lo cual habrá más destrucción, más víctimas, más odio, más terrorismo y más refugiados.

"Las guerras, dentro de la deshumanización que les es inherente, tienen causas y explicaciones. Para resolverlas es indispensable avocarse a estas. No son las emociones las que evitan o resuelven conflictos, sino el pragmatismo.

"Estos ataques deberían conducir a un acuerdo sobre Siria y en ese sentido quizás habrá que aceptar que allí la democracia no es posible como tampoco era posible en Libia".

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